Día 12. Shirakawago y Kioto

Este día lo dedicamos a la aldea de Shirakawago y a movernos hasta Kioto. Para ir a Shirakawago hay que hacerlo en bus de la compañía Nohi Bus y hay que comprar los tickets con antelación, cosa que hicimos el día anterior en la estación de Takayama. El trayecto solo ida cuesta 2470 yenes por persona. Ojo, nosotros reservando la tarde anterior, tuvimos que coger el bus más temprano porque ya no quedaban para los de delante.

El trayecto es de 50 minutos hasta la aldea. Una vez allí paseamos por todo el pueblo, y al ser tan temprano apenas había turistas y las tiendas estaban cerradas así que el lugar tenía más encanto con sus casas de madera y techos de paja.

Después, visitamos una casa por dentro. Creo recordar que nos costó 300 yenes por persona.

Y después subimos hasta el mirador del pueblo para disfrutar de las vistas.

Shirakawago tiene 2 horas y pico de visita, pero no más. Nosotros habíamos cogido el bus para Kanazawa para 4 horas después, pero en la taquilla nos lo cambiaron para unos cuantos antes sin problemas. Ah! Las mochilas con las que nos hemos estado moviendo estos días (recordad que las maletas grandes las mandamos desde el hotel de Tokyo al de Kioto), las pudimos dejar en una consigna de la estación de Shirakawago por 500 yenes.

A Kanazawa hay hora y veinte de trayecto en bus (nos costó casi 1900 yenes por persona), pero es un viaje ameno por los paisajes tan verdes. Una vez en Kanazawa, cogomos el tren rápido para Kioto: el thunderbird, que tarda 2 h. Y 20 min.

En Kanazawa no vimos nada. Sabemos que es un lugar de interés, pero según leímos en guías y demás, decidimos prescindir de él.

El viaje en tren a Kioto se me hizo largo y frío porque iba con pantalones Cortos y el aire acondicionado estaba a tope. Recordad, trayectos largos en tren, pantalones largos!

La verdad es que la primera impresión de Kioto fue su estación y me pareció un caos. Pese a ser más pequeña que Tokio, me agobié mucho más y me faltaban indicaciones. Tras dar vuelta de tontos, encontramos la parada de metro y llegamos a nuestro hotel: She Kioto. Es un establecimiento moderno y funcional (en el ascensor hay un cartel de que no hagas ruido por la noche o llaman a los Cazafantasmas jajajaja). Allí pudimos comprobar que nuestras maletas grandes habían llegado sin problemas! (Un 10 a Yamamoto transport, también conocida como Kuroneko).

Aunque estábamos cansados decidimos intentar ver unos cuantos templos por la tarde pero… Error! Llegamos al primero y cerrado (la mayoría de templos cierra a las 5 de la tarde y puedes acceder hasta media hora antes). Así que nuestro gozo en un pozo y nos fuimos con prisas al de Kiyomizudera que cerraba más tarde. Eso sí, en Kioto hay que moverse en bus y os aseguro que es mucho más lioso que las miles de líneas de tren o metro de Tokio, y también más pesado y lento. Kiyomizudera merece la pena (creo recordar que nos costó 300 yenes) pese a que el edificio principal esté en rehabilitación (nos hemos encontrado con muchos así). Ah! Y bebí de su fuente, porque dicen que da éxito ^^ (curioso que había máquinas con rayos ultravioletas para desinfectar los cazos de los que bebe la gente).

Al anochecer decidimos dar una vuelta por Pontocho y Gion, los barrios de lss geishas, pero ese día no tuvimos suerte de ver ninguna.

Ah! Durante esa jornada, comimos en el tren de camino a Kioto varias cosillas que compramos en el combini 7eleven y para cenar… Fue una odisea. En Pontocho y Gion todo era carísimo y estaba lleno. Después de andar mucho rato entramos a un bar curioso que solo preparaban la «pizza japonesa» (Okonomiyaki), que pedimos para compartir. Una y la cerveza de Víctor nos costó unos 12 euros (caro a proporción), pero el sitio tenía su encanto. Se llama Issen Yoshoku

Y esa fue nuestra jornada de ayer. Hoy nos hemos pateado muchiiiiiisimos templos y santuarios de Kioto y estamos reventados (me ha costado mucho escribir esta entrada de ayer jajajaja) pero la jornada de hoy os la cuento mañana ^^.

Mañana nos toca una parte del viaje que tengo muchas ganas… Nara y Fushimi Inari.

Besos!

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