Día 11. Matsumoto y Takayama

A primera hora de la mañana pusimos rumbo en tren a Matsumoto, para llegar en cuanto abriesen el castillo. El trayecto en tren fue de algo más de una hora y luego quince minutos andando. Sin lugar a dudas, considero esta parada imprescindible. El castillo de los Cuervos (recibe coloquialmente ese nombre por su color negro) es uno de los más bonitos de Japón. Está rodeado por un foso de agua y la verdad, es una bonita estampa fotográfica ya sólo por fuera.

Por recomendación de un amigo, decidimos entrar dentro y la verdad es que merece la pena. Son 620 yenes, creo recordar, por persona… Y permite subir hasta la planta alta y ver cómo era por dentro, algunos objetos… Los jardines también tenían pinta de ser muy bonitos, pero estaban preparando una especie de escenario para un concierto y lo deslucía.

Una vez visto el castillo, volvimos a la zona de la estación, pero esta vez a la de bus. Muy a nuestro pesar, esta vez teníamos que «desaprovechar» el Jr Pass porque el trayecto en tren desde Matsumoto a Takayama (nuestro siguiente destino) tiene muy mala combinación y son unas 4 horas y 30 frente a las 2 h y 20 en bus… Así que nos decantamos por sacar el monedero y pagar el Nohi bus, que nos llevó a Takayama por unos 3190 yenes cada uno (25 euros al cambio). El autobús era cómodo y espacioso, y el paisaje de todo el trayecto muy bonito: muy verde y bosques frondosos.

Al llegar a Takayama, nos ocurrió lo mismo que en la mayoría de hoteles: el checkin es a las 15h. Así que dejamos las maletas para que nos las guardasen y salimos a patear Takayama.

Takayama es una ciudad pequeña, pero tiene encanto. Hay 3 calles tradicionales, con las casas típicas que vemos en los mangas de época (Víctor decía que se imaginaba que de un momento a otro saliese Misao de Kenshin jajajajaja).

 

Una de las cosas por las que destaca Takayama es porque tiene bien conservadas casas antiguas. Nosotros decimos entrar a «Takayama Jinya» (por algo más de 400 yenes por cabeza). Es la antigua casa del gobernador y pudimos pasear por ella y ver objetos de la época.

Además, también hay varios templos por las calles, y son de entrada gratuita al recinto.

Y en la mayoría de ellos hemos visto estas muñequitas con extremidades puntiagudas. Es el souvenir típico de Takayama (además del Sake o el nácar), representa a las antiguas muñecas que hacían las mujeres mayores de la zona.

Pero si aún no estáis cansados de templos – nosotros todavía no – hay una ruta en el norte de la ciudad llamada «Camino de los templos de Higashiyama». Es un agradable paseo por la parte alta de Takayama pasando por varios templos y cementerios. Merece la pena!

Ya para terminar el día, dimos otra vuelta por esta mágica ciudad…

Hay que tener en cuenta que sobre las 18h cierran las tiendas… Pero pasear por la zona tiene su encanto al anochecer. Y te puedes encontrar cosas como ésta… Aún no estamos seguros, pero creemos que era una especie de festival de los colegios.

Ah!! Importante jajajaja evidentemente durante este día comimos y cenamos! Y la verdad que, a mi parecer, nos salió bastante bien las elecciones. Para comer decidimos probar la carne de Hida, famosa por estas tierras y apostamos por un restaurante que recomiendan en la web de Japonismo (por cierto, nos ayuda mucho en nuestra aventura), y que se llama Maruaki. Allí probamos 3 partes distinta de Hida (300 gr.) y pedimos para acompañar, ensalada, arroz y sopa. Cerveza para Víctor y agua para mí (ponen jarra gratis como en casi todos los sitios de Japón) nos salió por unos 40 euros los dos. Eso sí, la carne estaba buenísima (de las mejores que he probado en mi vida) y te la hacías tú en el fogón de la propia mesa 🙂

Y para cenar optamos por algo ligerito y decidimos ayudarnos por TripAdvisor. Nos sorprendió encontrar el número 7 de la ciudad un bar de gyozas (empanadillas) en el que sólo caben 9 personas. Se llama Hida Takayama Gyoza Sohonzan. Así que fuimos a por él, y la verdad que no nos equivocamos. El sitio es peculiar, lleno de dibujos hechos por clientes (había muchos firmados por españoles). Un plato de 6 empanadillas tradicionales 500 yenes, 6 de carne de Hida (riquísimas) por 700 yenes y 6 de espinacas por otros 500 yenes. El saque, servido en un vaso de madera, según Víctor estaba buenísimo (600 yenes). Yo me pedí zumo de naranja (200 yenes) porque curiosamente es el único sitio en el que no ponían agua free jajaja.

Hasta aquí nuestra jornada de ayer 🙂 Ahora estamos en el tren camino a Kioto, tras pasar la mañana en Shirakawago e ir en bus hasta Kanazawa. Mañana más, un beso!!

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