Falta de dispositivos suministro oxígeno en países pobres

La pandemia de covid-19 se está expandiendo, sobre todo en Sudamérica, sur de Asia y África. Muchos hospitales de estas empobrecidas regiones están insuficientemente equipados, careciendo de ventiladores e incluso de cilindros de oxígeno al lado de la cama de los enfermos. Para los pacientes más graves, el suministro de oxígeno supone la diferencia entre la vida o una muerte penosa con asfixia.

La Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y la Unión Africana tratan de obtener 250 millones de dólares para suministrar cilindros de oxígeno con destino a países que de otro modo no podrían conseguirlo.

En 2017, tres años antes de la actual pandemia, la Organización Mundial de la Salud, UNICEF[1] y la Bill and Melinda Gates Foundation diseñaron un programa para suministrar oxígeno a países con bajos ingresos. Cuando se pergeñó el proyecto humanitario sus principales destinatarios eran niños prematuros y lactantes (con insuficiente maduración de sus pulmones) y enfermos con neumonías muy graves.

Estaba previsto que el proyecto se iniciase en enero de 2020, pero todo se trastocó cuando la pandemia generó un repentino aumento de la demanda.

Aun cuando la tecnología es relativamente sencilla, hay que contar con problemas adicionales para hacerla llegar a los hospitales rurales de países pobres, tales como la resistencia al polvo, la humedad, el calor y las deficientes infraestructuras de transporte. Algunas empresas fabrican este tipo de equipos, pero la demanda ha incrementado el precio, y la restricción del tráfico aéreo complica las entregas.

Alliance for International Medical Action (ALIMA) intenta conseguir los dispositivos que concentran el oxígeno del aire y lo almacenan en cilindros bajo presión. Transportar estos cilindros es complejo en un entorno rural africano, pero aún lo es más trasladar a personas gravemente enfermas.

Mientras en países desarrollados un paciente con una saturación de oxígeno[2] por debajo del 95% se considera susceptible de ser conectado a un respirador, en muchos países de África, el paciente no recibe oxígeno adicional (cuando existe disponibilidad) hasta que su saturación desciende hasta un 60% aproximadamente. En esas condiciones los tejidos reciben muy poco oxígeno y las posibilidades de sufrir hipoxia grave y el consiguiente fallo multiorgánico es elevado.

Nigeria, el país más poblado de África, se enfrenta a una grave escasez de oxígeno con fines médicos, de tal manera que, a partir de determinada edad, a muy pocos pacientes se les conecta a un respirador.

Con independencia del nivel de desarrollo económico, alrededor del 15% de todos los pacientes con sintomatología covid-19 desarrollan procesos neumónicos de suficiente gravedad para requerir un suministro adicional de oxígeno, sin llegar a precisar un ventilador (suministro de oxígeno presión positiva).

Los ventiladores son raros en países con bajos estándares económicos. Estos dispositivos pueden costar hasta $50,000 (cincuenta mil dólares), y los pacientes han de permanecer profundamente sedados mientras el tubo del ventilador esté alojado profundamente en sus vías respiratorias. La monitorización del paciente exige permanecer en una Unidad de Cuidados Intensivos para evitar una sobrecarga puntual de oxígeno, potencialmente muy peligrosa. Es necesario, además, personal especializado. Estos requerimientos son poco realistas en muchos hospitales africanos, sobre todo en áreas rurales.

El oxígeno se puede entregar de dos maneras:

Los tanques (cilindros o balas) contienen oxígeno casi puro. Para aquellos pacientes que precisan grandes volúmenes para evitar el colapso de sus alveolos (los sacos minúsculos donde se produce el intercambio gaseoso entre el oxígeno y el dióxido de carbono), los tanques pueden suministrar oxígeno a elevada presión mediante una máscara muy bien ajustada sobre la nariz y la boca del enfermo.

Sin embargo, los tanques son pesados, han de rellenarse en las estaciones centrales, entregarse mediante camiones, y conllevan un moderado riesgo de explosión. Muchos países pobres tienen plantas de producción de oxígeno de calidad industrial para trabajos de construcción, tales como soldaduras. Estos tanques no se pueden usar en hospitales por las impurezas (restos de óxido, aceite), que dañarían los pulmones de manera irreversible.

La segunda forma de suministrar oxígeno es mediante un concentrador. Éste suele ser del tamaño de una maleta pequeña. Estos concentradores extraen oxígeno del ambiente forzándolo a presión a través de un tamiz molecular saturado de zeolita mineral para retener (adsorber) el nitrógeno [del aire]. Estos sistemas tienen un precio moderado (mil a dos mil dólares). Requieren electricidad, pero pueden funcionar con generador e incluso con baterías. Su tamaño es aproximadamente el de una nevera de picnic.

De modo habitual, los concentradores pueden producir oxígeno con una pureza de aproximadamente 90%. No se libera [el oxígeno] bajo presión, pero el tubo delgado a través del que las corrientes de oxígeno se conectan a la máquina de presión positiva (CPAP) enriquece el aíre que llega a los pulmones.

[CPAP es el acrónimo en inglés de Continuous Positive Airway Pressure].

ALIMA (Alliance for International Medical Action) ha puesto en marcha una campaña, Oxygen for Africa, con objeto de enviar aproximadamente de 500 concentradores a seis países africanos.

Por otro lado, de los 16.000 concentradores que UNICEF tenía previsto hacer llegar a 90 países con escasos recursos, solo se han entregado 700.

También la Organización Mundial de la Salud preveía distribuir 14.000 concentradores, de los que se han entregado 2.000, y un número similar se haya en tránsito.

La distribución se está viendo dificultada por las restricciones al tráfico aéreo, incluso para los aviones que transportan ayuda humanitaria.

Un problema adicional es lo impredecible de la necesidad de dispositivos para oxigenoterapia. Por fortuna la población africana es joven, en parte por la menor esperanza de vida, pero también por los programas de vacunación contra la tuberculosis, así como de lucha contra la malaria, que han reducido drásticamente la mortalidad infantil. Además, no hay que olvidar que una franja de población que hoy sería añosa falleció durante la crisis del SIDA. La mortandad por infección de VIH disminuyó de modo muy significativo a mediados de la primera década del presente siglo. El cierre de fronteras puede llegar a comprometer la distribución de medicamentos antirretrovirales. Hay discrepancias acerca de si los tratamientos con antirretrovirales protegen, o agravan, la covid-19.

Durante los últimos años, Assist International propone romper los monopolios corporativos regionales que producen oxígeno con fines médicos a precios inasumibles por muchos hospitales africanos. Esta organización, junto con otros organismos filantrópicos, contribuye a financiar plantas de producción de oxígeno en Ruanda, Kenia y Etiopía.

El actual esfuerzo de adquisición de concentradores de oxígeno forma parte del Oxygen Therapy Project de la Organización de Naciones Unidas, con la ayuda de la Bill and Melinda Gates Foundation que se inició en el año 2017, estando entonces dirigido fundamentalmente a salvar a niños. La realidad lo ha modificad todo.

El pasado mes de enero, el proyecto (Oxygen Therapy) habían encontrado cuatro fabricantes, dos en la República Popular China y otros dos en Estados Unidos, cuyas máquinas están preparadas para resistir los frecuentes cambios de voltaje propios de los precarios sistemas eléctricos de países pobres que, de otro modo, podrían dañar irreversiblemente los sofisticados dispositivos.

No hemos de olvidar que la salud es un problema global y las soluciones deben ser también globales.

Zaragoza, a 7 de julio de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Zaragoza

[1] UNICEF es acrónimo de United Nations International Children’s Emergency Fund; en la actualidad: United Nations Children’s Fund.

[2] Se mide mediante un pulsioxímetro. El dispositivo determina la saturación de oxígeno en sangre y la frecuencia cardíaca.

Share this post

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*