Las farmacias son los establecimientos mediante los que se distribuyen los medicamentos y otros dispositivos de salud a la población. Son parte del sistema que direcciona los fármacos desde los fabricantes a los pacientes, previa prescripción médica en la mayoría de los casos. Según esta visión se podría considerar a las farmacias meros almacenes. Pero, en todos los países del mundo, con independencia de su estructura político social, las farmacias son mucho más.
Los medicamentos son productos de valor estratégico, no solo porque constituyen hoy por hoy el principal instrumento de salud de los sistemas sanitarios, junto con las sofisticadas técnicas diagnósticas y los procedimientos quirúrgicos, inviables sin la existencia de fármacos.
Como productos de valor estratégico existe consenso sanitario, social y administrativo que su adquisición, custodia y dispensación ha de estar bajo la supervisión y responsabilidad de farmacéuticos. Pero sigue habiendo mucho más: en las farmacias se encuentra asesoramiento, formación e información acerca no solo de la medicación sino de salud en sentido amplio; y con creciente frecuencia ayuda burocrática en los enojosos procesos para la adquisición de las medicinas, sobre todo entre las personas con mayor dificultad de adaptación a las nuevas tecnologías.
Se ha repetido que los ciudadanos tienen en los farmacéuticos profesionales accesibles sin limitación temporal para atender sus consultas, a diferencia de los médicos, solo abordables previa petición de cita y con la limitación temporal derivada de su sobrecarga de trabajo. Nosotros, los farmacéuticos, lo denominamos ahora «Atención Farmacéutica» o «Consejo Farmacéutico». La semántica no es importante. Se trata de un proceder que se viene desarrollando desde siempre aun cuando no estuviese catalogado.
No sería justo olvidar a nuestros compañeros más sacrificados, aquellos que tienen su botica en zonas rurales, con dedicación prácticamente completa, y beneficios muy limitados; hasta tal punto que algunas de ellas han cerrado o subsisten gracias a paupérrimas ayudas de la Administración Sanitaria.
Es necesario así mismo valorar el compromiso ético y profesional que los técnicos de farmacia tienen en el correcto funcionamiento de las boticas. Queremos desde esta página reconocer su inestimable labor como personal sanitario. Su formación es cada vez más cercana a la excelencia y su quehacer diario es un buen reflejo de sus crecientes habilidades técnicas y relacionales.
Unas breves palabras sobre el tema de la denominada parafarmacia, no estrictamente medicamentos, en el que se encuadran desde productos para el cuidado de los recién nacidos, a otros destinados a la higiene y la cosmética, junto a las ayudas técnicas, por mencionar los más característicos. Quienes suscribimos este artículo de opinión somos partidarios de un mayor control sanitario sobre estos materiales, diferenciando aquellos que se deberían considerar complementarios a la salud y por ello restringidos a la venta en farmacias, con su compromiso de fiabilidad, garantía y reproducibilidad, de aquellos otros que nada tienen que ver con la salud, cuya venta debiera prohibirse en establecimientos farmacéuticos, sobre todo para dejar bien sentado la función sanitaria de las Oficinas de Farmacia.
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria
Farmacia Las Fuentes
Florentino Ballesteros, 11-13
50002 Zaragoza