Representación de Cerbero, el perro de tres cabezas que guarda el acceso al infierno – Hades – (según la mitología griega). La palabra española cancerbero deriva de este animal mitológico.
Gentileza de D. ª Edith Gómez para la página web www.farmacialasfuentes.com
Los «ataques de pánico» tienen una incidencia estimada entre el 1 y el 3% de la población. La variabilidad en el rango porcentual se debe a que la información procede de encuestas epidemiológicas. Por esta razón, la incidencia se refiere superior (3 a 8%) cuando las encuestas se realizan en el ámbito de la atención sanitaria primaria (centros de salud).
No obstante la poca concreción en cuanto a la incidencia, hay hechos indubitados: la incidencia es doble en mujeres que en hombres; a lo largo de la vida la aparición de «crisis de pánico» tiene una distribución bimodal, con dos máximos, el primero alrededor de la adolescencia y un segundo máximo alrededor de la tercera década de vida. Las «crisis de pánico» durante la adolescencia, predispone a sufrir enfermedad depresiva con importante componente ansioso en la edad adulta.
Algunas situaciones personales son factores predisponentes. Así sucede en el estrés mantenido durante meses o años, haber sufrido abuso sexual durante la infancia; y la tendencia a abuso de sustancias (alcohol, tabaco, drogas).
Las «crisis de pánico» coexisten con otros desórdenes de la personalidad, tales como ansiedad, agorafobia (miedo a los espacios abiertos), abuso de alcohol, depresión, y enfermedad bipolar.
Los «ataques de pánico» tienen una sintomatología variable muy dependiente de la personalidad, con muchos síntomas, tanto psicológicos como somáticos. Así, es relativamente común la aparición de colon irritable, palpitaciones, cistitis intersticial, dolor torácico, estrés postraumático, fobia social y migraña.
La presentación de un «ataque de pánico» es un factor predisponente para un brote de pánico ulterior.
¿Cómo se define un ataque de pánico? Se trata de un «período discreto (limitado en el tiempo) de miedo o gran malestar durante el que se manifiestan cuatro, o más, de los síntomas que se relacionan a continuación:
- Palpitaciones
- Sudoración
- Temblor o agitación
- Disnea (dificultad para respirar)
- Sensación de entrar en colapso
- Náusea y malestar gástrico e intestinal
- Vértigo
- Alucinaciones luminosas
- Despersonalización (imposibilidad de comportarse del modo habitual)
- Percepción de «pérdida de control», con frecuente llanto incontrolado
- Sensación de muerte inminente
- Sofocos
- Alteración de la sensibilidad en diversos miembros (parestesias)».
El control y el control anticipatorio de «ataques de pánico» exige tratamiento con medicamentos de dos tipos; antidepresivos (desde los antiguos, pero muy eficaces «antidepresivos tricíclicos», hasta los «antidepresivos de acción mixta», pasando por los más habitualmente prescritos «inhibidores de la re-captación de serotonina» (SSIR, de su acrónimo en inglés); y sobre todo algunas benzodiacepinas). [SSIR, de Serotonin Slow Inhibitors Re-uptake].
Teniendo en cuenta los factores externos que influyen en la aparición de esta condición clínica, así como su creciente incidencia, D. ª Edith Gómez nos aporta una serie de consejos útiles para «controlar» un «ataque de pánico» o ayudar a quien la está padeciendo.
Los consejos que se mencionan en los siguientes párrafos no excluyen la necesidad de consulta médica y, en muchos casos, la toma de medicamentos que contribuyan a controlar los ingratos síntomas durante un ataque y prevenir el surgimiento de otras crisis.
Un consejo básico es mantener una dieta adecuada y sana, con alimentos que pueden ayudarle a controlar las situaciones de ansiedad precipitantes de una «crisis de pánico».
Otros consejos incluyen:
- Respire y relájese. Respire lenta y profundamente. Nada grave le está sucediendo. No tendrá secuelas de ningún tipo. Igual que llega, pasará. Siga respirando lenta, profunda y, si sabe hacerlo, diafragmáticamente (elevando el esternón durante la inspiración). Concéntrese en la respiración.
- Calme sus pensamientos fatalistas. Nadie fallece de un ataque de pánico en sentido estricto, aun cuando la percepción de muerte inminente es uno de los aspectos que más angustia causa durante las «crisis de pánico» Sea consciente de que sufre un «ataque de pánico». Aleje su mente de pensamientos negativos, tremendistas. Trate de ser objetivo. Lo agradecerá especialmente cuando «salga del túnel» que es una «crisis de pánico». Si no es posible, haga el esfuerzo de «desconectar» su mente (sus pensamientos) de los síntomas. En este aspecto, conocer alguna de las múltiples técnicas de relajación puede ser muy útil.
- Realice actividades que involucren todos tus sentidos. La identificación de objetos, sonidos, olores, colores o sabores pueden ser beneficiosas para combatir un ataque de pánico. Ello se debe a que comparten el mismo principio de las anteriores recomendaciones, dirigidos a desviar sus pensamientos hacia otros aspectos. Un ejercicio que suele ser muy efectivo es recordar o identificar las sensaciones de su entorno mientras se experimenta un «ataque de pánico». Consiste en usar todos nuestros sentidos. Primero identifique cinco objetos visualmente; a continuación cuatro sonidos; tres olores; tocar superficies (tacto); y probar, si es posible, un alimento de sabor apetecible (por ejemplo, chocolate). Se trata de tener los cinco sentidos (vista, oído, olfato, tacto y gusto) ocupados.
- Sea comunicativo y rodéese con personas de confianza. Sentir el apoyo de otra persona durante una «crisis de pánico» es tan eficaz como la toma de un medicamento. No sienta vergüenza o pudor por expresar sus síntomas. En la ayuda a los demás es donde se manifiesta lo mejor de la condición humana.
«Muy breve y trabajosa es la vida de quienes olvidan el pasado, descuidan el presente y temen el futuro, tránsfugas de su propia vida, e inconstantes de cualquier pasión».
Lucio Anneo Séneca (año 4 a.C. – 65 A.D.). Filósofo cordobés.
Zaragoza, a 24 de agosto de 2017
D. ª Edith Gómez
Gentileza para la página web www.farmacialasfuentes.com