La adrenalina1, un fármaco vital y muy barato, se administra hoy día usando sofisticados artefactos denominados auto-inyectores. Aun cuando el principio activo no ha cambiado, el dispositivo de inyección ha logrado derechos de patente. Usando esta argucia, y al auspicio de la libertad de precios del mercado farmacéutico norteamericano, el actual propietario (Mylan Pharmaceuticals) ha incrementado el precio del preparado hasta un nivel prohibitivo, en verdad escandaloso. El caso del Epipen® es el más reciente, pero no el único, ni siquiera el más escandaloso, aunque sí el que ha tenido una inaceptación social más contundente.
Durante los últimos años, Mylan Pharmaceuticals, el fabricante del auto-inyector Epipen®, ha incrementado su precio aproximadamente un 20% cada año. En esta codiciosa escalada, el año pasado, el coste de dos bolígrafos con Adrenalina (Epinefrina, en Norteamérica) era de $600. Heather Bresch, directora ejecutiva de Mylan Pharmaceuticals, fue equiparada a Martin Shkreli, inmigrante albanés, quien adquirió los derechos de Daraprim® (Pirimetamina2), un antiguo y barato medicamento antiparasitario, aumentando su precio más de un ¡5.000%! en una sola noche. Para ello, Martin Shkreli creó una compañía emergente (start-up), Turing Pharmaceuticals. [El coste del Daraprim® pasó de $13.50 a $750].
En agosto de 2015 el Congreso de Estados Unidos investigó los espectaculares incrementos de precio de dos viejas glorias de la farmacología: Nitropress® (Nitroprusiato sódico) e Isuprel® (Isoprenalina). Sus precios aumentaron un 212% y 525% respectivamente. En el año 2013 Marathon Pharmaceuticals adquirió los derechos de patente de ambos productos, vendiéndolos a Valeant Pharmaceuticals. En este trasiego de derechos de patente entre empresas, el precio de estos medicamentos se quintuplicó.
Otro ejemplo lo hallamos en la Doxiciclina, un antibiótico introducido en terapéutica en 1967. Su precio pasó de $20 (octubre 2013) a $1,849 (abril 2014).
El gobierno federal norteamericano no puede intervenir por Ley en el precio de las medicinas, si bien muchos congresistas e incluso la candidata demócrata, Ms. Clinton, han manifestado su contrariedad por lo que consideran, con razón, un aprovechamiento inmoral de la libertad de mercado.
Ante la ola de indignación, Mylan Pharmaceuticals anunció la entrega de cupones de $300 a los pacientes asegurados para facilitarles la adquisición del medicamento en las farmacias. Se trata de un apaño. El verdadero problema es el incremento exagerado de precio de antiguos pero insustituibles medicamentos.
La estrategia se puede calificar casi de burda: re-empaquetar viejos medicamentos, ya no patentables, conseguir derechos de patente para la nueva formulación galénica, e incrementar el precio hasta los límites de lo que puede soportar el propio mercado. Si la reacción social es significativa, ofrecer alternativas para la adquisición del fármaco en condiciones supuestamente favorables, pero sin modificar sustancialmente la estrategia general. La legislación vigente en Estados Unidos no permite que el gobierno pueda intervenir en el precio. Y el libre mercado está mostrando una vez más su amoralidad, esta vez con la salud de la población.
El problema no se circunscribe a la Adrenalina (Epinefrina). Afecta a muchos antiasmáticos clásicos, formulados ahora en nuevos dispositivos patentables. Algunos de estos medicamentos, con costes de menos de $15, han incrementado su precio hasta $50 o incluso $100.
Muchos de los supuestamente novedosos sistemas para la administración de insulina han utilizado esta estrategia para aumentar su precio de manera espectacular. Este ha sido también el caso del glucagón, una hormona sintética para contrarrestar el coma diabético; así como la Naloxona, un fármaco para revertir la depresión respiratoria potencialmente mortal, que sobreviene tras sobredosis de opiáceos.
La atención sanitaria de una población cada vez más longeva exige presupuestos de salud cada vez más abultados. En este contexto, estas estrategias de algunas compañías farmacéuticas son incomprensibles. No nos hallamos ante progresos de la farmacología sino de argucias más cercanas a la picaresca que al avance científico.
Epipen® surgió de una idea loable. Las inyecciones de Adrenalina (Epinefrina) han salvado vidas durante más de un siglo. El auto-inyector se inventó en la década de 1970, comenzando a usarse en el año 1987, tras su aprobación por la Food and Drug Administration norteamericana. Este sistema permitía la auto-administración, tanto por el paciente como por personas sin entrenamiento en situaciones médicas de urgencia. Epipen® tiene una aguja que permite la administración de la dosis correcta, incluso a través de la ropa del paciente.
El propio fabricante ha llevado a cabo interesadas campañas publicitarias incidiendo en el incremento de las alergias en la población, los riesgos de una reacción anafiláctica y la importancia de tener siempre al alcance auto-inyectores con Epinefrina (Adrenalina). En un reciente artículo3, Aaron Kesselheim, profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, critica los elevados precios de estos medicamentos vitales, así como la necesidad autoimpuesta por muchos padres de disponer de auto-inyectores de Epinefrina en diferentes escenarios de la vida diaria, así en la escuela, el hogar, incluso en la guantera del coche.
Una dosis de Epinefrina (Adrenalina) cuesta alrededor de $1. Cuando se comercializó en 2004 el sistema de auto-inyección Epipen® su coste era de $50. [En España los sistemas auto-inyectores de Adrenalina tienen un coste de alrededor de 45€]. Al principio los incrementos anuales de precio eran “razonables”. Todo cambió cuando Mylan Pharmaceuticals adquirió en 2007 todos los derechos de comercialización de Epipen®. En un principio los incrementos de precio fueron relativamente moderados ($250 en 2013).
Ese año (2013), Kaleo, una empresa emergente (start-up en la jerga financiera) consiguió la aprobación para un auto-inyector con un dispositivo sonoro que va guiando su utilización. Este sistema se denominaba Auvi-Q®, comercializándose a $400.
En esa misma época se comercializó Adrenaclick®, a $450.
A pesar de estas alternativas, con precios algo inferiores, muchos padres prefieren continuar adquiriendo Epipen® por la confianza que les otorga la marca registrada.
En el año 2015, Auvi-Q® fue retirado del mercado farmacéutico debido a problemas (falta de fiabilidad) con las dosificaciones administradas. Mylan Pharmaceuticals perdió su más directo competidor, e instauró, aprovechando su condición monopolística, una disparatada escalada de precios que lo ha llevado hasta los $600 actuales. [Epipen® contiene dos dosis y un kit de entrenamiento].
Se están estudiando procedimientos para evitar, o regular, estas escaladas de precio, que van desde la importación desde terceros países (por ejemplo, Canadá, donde los medicamentos son mucho más baratos que en Estados Unidos), a limitar la autorización de patentes para dispositivos, supuestamente novedosos. La directora ejecutiva de Mylan Pharmaceuticals, Heather Bresch, ha tenido que enfrentarse a entrevistas incómodas, si bien con el respaldo de su impresionante salario, de 18 millones de dólares anuales.
Bibliografía:
- López-Tricas JM. Adrenalina, su historia. En: http://www.info-farmacia.com/adrenalina-su-historia. En: info-farmacia.com. Consultado: septiembre 2016.
- López-Tricas, JM. http://www.info-farmacia.com/actualidad/desarrollo-y-conciencia-social/start-up-companies-y-el-espectacular-aumento-de-precio-de-farmacos-muy-antiguos. En: info-farmacia.com. Consultado: septiembre 2016.
- Kesselheim A., et al. The High Cost of Prescription Drugs in the United States. JAMA 2016; 316(8): 851-878.
Zaragoza, 15 de septiembre de 2016
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria
FARMACIA LAS FUENTES
ZARAGOZA