Desde nuestro punto de vista los precios de muchos e importantes medicamentos son demasiado bajos. ¿Tiene lógica lo que podríamos denominar outlets farmacéuticos? Los políticos hacen continuos llamamientos a la disminución del coste de las medicinas pero eluden enfrentarse a una de las principales consecuencias de unos precios extremadamente bajos: la frecuente escasez de importantes y trascendentes medicinas.
Los medicamentos involucrados con más frecuencia en estas interrupciones de suministro incluyen, entre otros, anestésicos, anticancerosos, antiepilépticos, vacunas; muchos de ellos necesarios para el manejo de situaciones clínicas críticas. En demasiadas ocasiones los médicos se ven impelidos a utilizar alternativas farmacológicas menos experimentadas, por novedosas, usando medicamentos con patrones de efectos adversos distintos, y todavía no suficientemente contrastados.
Por ejemplo, cuando se produjo una interrupción en el suministro de morfina en muchos centros médicos de Estados Unidos, los médicos se vieron obligados a usar hidromorfona, un analgésico opiáceo similar a la morfina, pero siete veces más potente. Estos fármacos tienen un «índice terapéutico» (cociente entre las dosis terapéuticas y las dosis tóxicas) muy bajo, y cualquier error en la dosificación pone en grave riesgo la vida del paciente. De hecho se tiene constancia de varios fallecimientos debidos a errores de dosificación cuando se pautaba hidromorfona como sustituto de la morfina. Téngase en cuenta, además, que muchos de estos medicamentos se administran en situaciones de urgencia, sin tiempo para valorar con detenimiento la dosis administrada. Se suele proceder con protocolos ya establecidos para fármacos concretos, de tal suerte que cualquier sustitución puede dar lugar a infra-dosificación o toxicidad.
Los preparados genéricos en formulación inyectable son especialmente vulnerables a estas faltas en el Mercado Farmacéutico. Muchas de estas preparaciones farmacéuticas corresponden a medicamentos muy antiguos que solo se comercializan en formulaciones genéricas, muy baratas y, en consecuencias, poco atractivas en el negocio farmacéutico. Aquí se encuadran desde los primeros antibióticos (penicilina) a medicamentos para el fracaso de la función cardíaca (digoxina) o el muy usado y más conocido por su nombre registrado, Urbason® (metilprednisolona). Recordemos que los medicamentos genéricos son aquellos principios activos cuyos derechos de patente han vencido y el fabricante original ya no tiene la exclusividad de elaboración y comercialización. Una vez que vence la patente, cualquier laboratorio puede formular el principio activo denominándolo con el nombre del medicamento y el apellido del laboratorio.
Los medicamentos genéricos en formulación inyectable tienen un coste de fabricación relativamente elevado por las condiciones de estricta esterilidad en que han de ser preparados, a la vez que un muy estrecho margen de beneficio por el bajo precio de comercialización. La industria farmacéutica responde a este reto, mediante tres estrategias: reducción de stocks, fusión de empresas; y subcontratando la fabricación en países emergentes (por ejemplo: China, India, Brasil, Sudáfrica, etc.). Así pues, un problema de fabricación en un país adquiere enseguida una dimensión internacional. Por otra parte, las plantas de fabricación también trabajan en condiciones límite para su propia sostenibilidad como empresa. La tecnología no se actualiza y renueva como sería deseable en base a las exigencias de los Organismo Reguladores y los frecuentes incumplimientos de las GMP (Good Manufacturing Proceedings) obligan a prolongadas interrupciones de los procesos de elaboración.
Dentro de la Unión Europea un problema añadido es la coexistencia de un precio diferente en los distintos países junto con la libertad de tránsito de mercancías. Añadido a esto, triste es reconocerlo, se hallan prácticas comerciales en el margen de la Ley o claramente ilegales, a las que la globalización ha otorgado un inmerecido impulso.
Zaragoza, junio 2016
FARMACIA LAS FUENTES