Coronovirus Wuhan, el recuerdo de la gripe española

Grupo de escolares en Manila, capital de Filipinas

Según muchos expertos, la infección por un coronavirus surgida en la ciudad china de Wuhan es bastante probable que se convierta en pandemia. [El concepto de pandemia, a pesar de la etimología del término, indica que una determinada epidemia se extiendo al menos por dos continentes]. Estos expertos prevén que la infección 2019-nCoV termine siendo global, a pesar de las estrictas medidas de contención que se están adoptando.

Hoy día no se conoce la verdadera patogenia de este virus, ni se dispone de información contrastable sobre su letalidad. Sin embargo, la observación de que se transmite entre humanos con facilidad, hace ser poco optimistas acerca de su evolución.

Desde un punto de vista epidemiológico el coronavirus Wuhan (2019-nCoV) se está transmitiendo como la gripe, a diferencia de lo observado previamente con otros coronavirus, tales como los causantes del SARS y MERS. [SARS es el acrónimo en inglés de Severe Acute Respiratory Syndrome; y MERS es el acrónimo de Middle East Respiratory Syndrome].

Según Anthony S. Fauci, director de National Institute of Allergy and Infectious Disease, este coronavirus es fácilmente transmisible.

En las últimas tres semanas, el número de casos (confirmados microbiológicamente) han pasado de 50 a más de 17.000, distribuidos de manera desigual en 23 países. Se han contabilizado 360 fallecimientos (datos oficiales). La cifra se actualiza, al alza, cada día.

Construcción acelerada de un hospital de 1.000 camas en la ciudad de Wuhan (11 millones de habitantes), epicentro de la epidemia.

 

Sin embargo, los modelos epidemiológicos estiman que el número real de infectados supera las 100.000 personas. Si bien la expansión no es tan rápida como la de la gripe o el sarampión, es mucho más rápida que la observada con anteriores coronavirus, tales como los responsables del SARS o el MERS, técnicamente SARS-nCoV, y, MERS-nCoV, respectivamente.

Recordemos: cuando la epidemia del SARS comenzó a remitir (julio de 2003) tras nueve meses de lenta y progresiva expansión, solo se habían contabilizado 8,098 casos, con una mortalidad del 10% aproximadamente. La epidemia del MERS, más circunscrita a la península de Arabia y países limítrofes, solo infectó a 2.500 personas aproximadamente, pero 1 de cada 3 infectados murieron.

La mal llamada «gripe española» de 1918 tuvo un índice de mortalidad de aproximadamente el 2,5%, a pesar de que el mundo se hallaba inmerso en la Primera Guerra Mundial, y los recursos sanitarios eran incomparablemente peores que en la actualidad. Sin embargo, al afectar incluso a las regiones más aisladas del planeta (por ejemplo, regiones árticas y selvas aisladas) causó entre 20 y 50 millones de muertes, un número superior al derivado de la propia Gran Guerra.

La pandemia de gripe porcina (H1N1) del año 2009 mató alrededor de 285.000 personas, menos que la que causa cada año la gripe estacional. La mortandad de la gripe porcina fue inferior al 0,02%

Las primeras estimaciones de mortalidad del actual coronavirus de Wuhan (2019-nCoV) se estiman en alrededor del 2%. Probablemente la cifra será inferior cuando se contabilicen los casos leves, incluso asintomáticos.

En opinión de Thomas R. Frieden, exdirector del Center for Disease Control and Preventión (CDC) de Atlanta, Estados Unidos, y actual director de la organización altruista Resolve to Save Lives, cada día es más improbable que las medidas de contención consigan frenar la expansión de la epidemia (en la actualidad emergencia sanitaria internacional, según catalogación de la Organización Mundial de la Salud).

No obstante, hay un total desconocimiento de la prospectiva de la pandemia: cuánto se expandirá, con qué rapidez, y que mortandad causará.

Una valoración objetiva de la letalidad del coronavirus de Wuhan solo será factible cuando se determinen los títulos de anticuerpos en población, se estime la contagiosidad en distintos entornos (familiar, laboral, etc.) y se secuencien los serotipos (variantes genéticas) del virus, dado que algunos serotipos son más virulentos que otros.

 

 

Los expertos creen que las cuarentenas y las políticas de aislamiento (cierre de fronteras, por ejemplo) lo máximo que pueden lograr es retrasar la propagación. La República Popular China ha comenzado a ensayar un fármaco, Remdesivir, que ya se probó durante la crisis del ébola en el año 2014. La formulación de una vacuna requerirá, en la mejor de las situaciones posibles, varios meses, un año incluso. El laboratorio Gilead Sciences tiene los derechos de patente de Remdesivir. Ha regalado un importante número de envases a China para su ensayo en esta infección.

Otras cuestiones para las que hoy día no hay respuesta son: el contagio entre humanos (que ya nadie cuestiona), ¿es más probable a través de la respiración o la tos, o bien, mediante fómites (objetos compartidos contaminados con partículas víricas? La llegada del calor (en el hemisferio norte) ¿favorecerá el desvanecimiento de la pandemia?

Por otra parte, los efectos de la pandemia serían muy desiguales en distintos países, en función de su grado de desarrollo socio económico y sanitario. El asunto es de gran trascendencia. En la actualidad ya se han confirmado casos en Camboya, India, Nepal, Malaisia, Filipinas y regiones rurales de Rusia.

Peter Piot, director de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, señala que la propagación del coronavirus Wuhan se parece más a la de la gripe porcina (H1N1) del año 2009 que a la del coronavirus del SARS del año 2003. Si las medidas de contención no son resolutivas, con una mortandad de tan solo un 1%, morirían diez mil personas por cada millón de habitantes.

Sin embargo, no todos son tan alarmistas.

Michael Ryan, responsable de emergencias sanitarias de la Organización Mundial de la Salud, declaró el sábado, 1 de febrero (2020) en una entrevista a la cadena STAT News que todavía se está a tiempo de contener la expansión de la infección.

Uno de los problemas más temidos es la respuesta social. Imaginemos que el virus infectase al 1% (unas 7.000 personas) de una ciudad como Zaragoza (España), en la que vivo. Sería una baja incidencia de la infección, pero suficiente para paralizar la economía, con evitación de asistencia a lugares públicos, además de colapsar los centros sanitarios.

Este escenario ya se está produciendo en China durante las últimas dos semanas; y no solo en el epicentro de la crisis, la inmensa ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei: inmensas avenidas, otrora atascadas de tráfico, ahora vacías, supermercados con escasez de víveres, imposibilidad de salir de la ciudad, casi nula actividad social, personas temerosas con mascarillas (de dudosa eficacia). Todo ello es consecuencia de un crecimiento exponencial de la infección. Un reciente estudio publicado en la República Popular China y Alemania indica que el contagio puede tener lugar incluso si el infectado no ha desarrollado los síntomas.

El modelo epidemiológico publicado el viernes, 31 de enero (2020) por el European Center for Disease Prevention and Control estima que alrededor del 75% de los viajeros procedentes de China se hallarían todavía en periodo de incubación y por lo tanto las medidas en los controles aeroportuarios son de dudosa eficacia, dado que buscan personas con fiebre elevada, tos y disnea (insuficiencia respiratoria).

No obstante no se ha de estigmatizar a los portadores asintomáticos (o todavía asintomáticos) de propalar la epidemia. Los contagios se suelen producen en el ámbito familiar, laboral o sanitario (paciente ® médico o enfermera).

El objetivo más vulnerable es África, donde hay más de 1 millón de chinos expatriados, trabajando en proyectos de minería, extracción petrolífera, ingeniería, y comercio minorista en las grandes urbes. Al mismo tiempo un gran número de africanos acuden a la República Popular China para estudiar y formarse técnicamente. En África es prácticamente imposible llevar un recuento de los posibles casos; y aún menos establecer medidas de contención. En la actualidad los únicos países africanos con tecnología para el diagnóstico del coronavirus 2019-nCoV son Sudáfrica y Senegal; otros, tal es el caso de Nigeria, el país más poblado de África, ha solicitado a la Organización Mundial de la Salud, los test y la capacitación para realizar diagnósticos.

Al menos cuatro países africanos tienen casos sospechosos. Han enviado las muestras a Francia, Alemania, India y Sudáfrica para su análisis (información del periódico The South China Morning Post).

Los países desarrollados disponen de estrategias de salud pública que pueden evitar la propagación de la infección vírica, siempre que se implementen medidas de contención eficaces y se controle todo atisbo de alarma innecesaria.

Ante un paciente con fiebre, tos y dificultad para respirar (disnea), los médicos deberían realizar dos preguntas: ¿ha visitado usted China? Y, ¿ha tenido contacto con alguien que haya estado en el país? Ante una respuesta afirmativa a cualquiera de ambas cuestiones, el paciente debería ser sometido a aislamiento microbiológico.

Una pandemia, incluso con un bajo índice de mortalidad, podría causar graves perjuicios económicos al turismo, una importantísima industria para muchos países, España entre ellos. No en vano, somos el segundo país del mundo más visitado.

No hemos de considerar banal la situación, pero tampoco dramatizarla en exceso. Probablemente no estamos ante el Agamenón apocalíptico. Es posible que la infección por el coronavirus Wuhan (técnicamente: 2019-nCoV) se desvanezca conforme llegue la primavera y el verano al hemisferio norte (el más poblado de los dos). Muchos virus, como la gripe, el sarampión y el norovirus prosperan en ambientes fríos y secos. El virus (coronavirus) causante del SARS en 2003 surgió en invierno y desapareció en verano (tras más de 800 muertos); otro famoso coronavirus (el causante del MERS) también tuvo su punto álgido durante el invierno arábigo, si bien en este caso el brote se relacionó con el nacimiento de camellos, más vulnerables a las mordeduras de los murciélagos (portadores y diseminadores del virus).

Cuatro coronavirus distintos (229E, OC43, NL63 y HKU1) son responsables de una cuarta parte de los resfriados comunes; y también alcanzan su máxima prevalencia durante el invierno.

No obstante, si una epidemia se desvanece hasta aparentar haber desaparecido durante la época estival, puede resurgir en el otoño siguiente. Así sucedió con la erróneamente denominada «gripe española» de 1918, y con la gripe porcina de 2009.

En China se han comenzado a recetar dos clásicos medicamentos antirretrovirales, Lopinavir y Ritonavir, junto a interferón-. Con esta triple terapia se pretende estimular el sistema inmune del paciente para que destruya las células infectadas por el virus.

En Estados Unidos y la Unión Europea, AbbVie comercializa Kaletra® (Lopinavir + Ritonavir) para el tratamiento de la infección por VIH. En India, alrededor de doce laboratorios fabricantes de genéricos fabrican versiones baratas autorizadas por la Organización Mundial de la Salud para su venta en países con bajos estándares económicos.

Además de ensayar con estos medicamentos, se investiga de manera acelerada el desarrollo de una vacuna.

De momento los políticos y científicos han de guiarse por la prudencia de sus decisiones y la vigilancia permanente. Ni la desinformación, ni la exageración tendenciosa. Estas situaciones son un reto de salud pública global.

Zaragoza, 5 de febrero de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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