Barbitúricos. Su historia.

La historia farmacéutica de los barbitúricos se inicia con el siglo XX, algunos años después de la síntesis de la malonilurea por Adolf von Baeyer en el año 1864.

Corría el año 1904 cuando Farbwerke Fr Bayer, introdujo en terapéutica el ácido dietilbarbitúrico para el tratamiento (sería más apropiado decir para un relativo «control sintomático») de una pléyade de enfermedades psiquiátricas y neurológicas. Con esta sustancia se conseguía «calmar» a enfermos con síntomas «positivos» de esquizofrenias  incontrolables, neurosis profundas, y otros cuadros psicóticos «con gran componente emocional».

El ácido dietilbarbitúrico contrarrestaba la profunda inhibición comportamental que manifestaban algunos pacientes psiquiátricos, facilitando la psicoterapia y el psicoanálisis.

El ácido dietilbarbitúrico mostraba efectos hipnótico, antiepiléptico, y, administrado por vía intravenosa, anestésico.

Estas acciones fueron un acicate para la síntesis de un sinnúmero de análogos (más de 2.500), de los que alrededor de 50 llegaron a utilizarse en terapéutica, si bien apenas una decena se consolidaron en la praxis farmacéutica.

Antes de la introducción de los barbitúricos los fármacos usados como sedantes-hipnóticos-anticonvulsivantes eran hidrato de cloral, algunos alcaloides derivados de las solanáceas y las sales de bromo (bromuros). [El opio y su principal alcaloide, la morfina tuvieron una utilización muy restringida como hipnóticos].

Los alcaloides más usados eran los derivados de las solanáceas. Algunas especies, tales como Hyoscyamus niger (beleño negro), de donde se aísla el alcaloide hiosciamina, con potentes efectos alucinógenos, se usaron durante un tiempo por sus acciones sedante e hipnótica.

El farmacólogo vienés Karl Schroff describió sus efectos en 1868.

La entonces incipiente empresa E. Merck, en Darmstadt, Alemania, había aislado hiosciamina de otra planta, también de la familia botánica de las solanáceas, incluyéndola en cócteles de amplia utilización en las instituciones psiquiátricas de la época.

En el año 1880 se aisló hioscina (denominada escopolamina en Norteamérica). La hioscina, al igual que antes la hiosciamina, entró a formar parte de diversos cócteles farmacológicos para el tratamiento de pacientes maníacos u otros cuadros clínicos en los que los enfermos mostraban agresividad. Téngase en cuenta que el criterio de paciente agresivo era entonces mucho más restrictivo que hoy día, incluyendo pacientes con comportamientos atrabiliarios. Uno de esos cócteles fue el famoso Hyoscine Co A, que contenía hioscina, morfina y atropina.

El primer fármaco que se puede considerar propiamente hipnótico fue hidrato de cloral (cloralia idrato) sintetizado por Justus von Liebig en el año 1832. Fue preciso esperar 37 años, hasta 1869, para que el farmacólogo berlinés Oskar Liebreich diera cumplida cuenta de su acción hipnótica. Muy pronto el hidrato de cloral desplazó a la morfina y a los alcaloides de las solanáceas como hipnótico-sedante, en parte porque el hidrato de cloral se podía administrar por vía oral, haciendo innecesario que el enfermo permaneciese ingresado en instituciones psiquiátricas.

Sin embargo, durante el siglo XIX los sedantes-hipnóticos-anticonvulsivos más utilizados fueron los bromuros. El primer uso de los bromuros en terapéutica se debió al obstetra Charles Locock en 1857, quien lo prescribía para lo que denominaba «convulsiones epilépticas histéricas o catameniales». Los bromuros formaron parte del armamentaria farmacológico de la mayoría de los «manicomios» o asilos mentales. Su principal utilidad era controlar la «sexualidad desaforada» que se achacaba a algunos pacientes epilépticos. En aquella época todavía existía la «convicción científica» que la masturbación (onanismo) frecuente desencadenaba epilepsia.

Otra aplicación de los bromuros era la denominada «terapia del sueño», ideada por el médico británico Neil MacLeod en Shanghái  en 1897. Mediante esta «cura de sueño» se procuraba calmar a pacientes psiquiátricos «muy excitados».

Los bromuros son muy yatrogénicos. Dan lugar a alucinaciones, delirio, letargia y notables efectos adversos gastrointestinales. Además su vida media de eliminación de 12 días daba lugar a su acumulación en tejidos incrementando su toxicidad y haciendo impredecibles sus efectos «terapéuticos».

El surgimiento de los barbitúricos fue un gran avance en el tratamiento de la sedación e hipnosis. Las sales de bromo quedaron relegadas a los libros de historia de la farmacología.

Otras sustancias utilizadas como hipnóticos durante el siglo XIX fueron el paraldehído, sintetizado por Widenbusch en 1829 e introducido en terapéutica por Vincenzo Cervello en 1882; sulfonal, tras el descubrimiento de su acción hipnótica por Eugen Baumann y Alfred Kast en el año 1887.

LA «EDAD DE ORO» DE LOS BARBITÚRICOS

Desde comienzos de la década de 1920 hasta mediados de la de 1950 prácticamente los únicos sedantes e hipnóticos usados de manera habitual en terapéutica fueron los barbitúricos.

La estructura química de los barbitúricos está formada por las del ácido malónico y la urea (carbamida) [véase figura al comienzo del artículo].

Si bien, la malonilurea (estructura base de los barbitúricos) se sintetizó inicialmente en el año 1864 por Adolf von Baeyer, fue el químico francés Edouard Grimaux quien perfeccionó el procedimiento de síntesis en 1879.

Johann Friedrich Wilhelm Adolf von Baeyer, discípulo de Robert W. Bunsen y Friedrich A. Kekulé (dos nombres míticos en el ámbito de la Química), quien ejerció la docencia en las universidades de Estrasburgo y Múnich, fundó el laboratorio que lleva su apellido (Bayer), y fue galardonado con el Premio Nobel de Química en el año 1905 por su contribución al desarrollo de la Química Orgánica.

Existen varias versiones acerca del origen del término barbitúrico. Según algunos, fueron razones sentimentales (en honor de  Bárbara); otros opinan que el término se acuñó en honor de la patrona de cuerpo militar de artillería, de la que santa Bárbara es la patrona, dado que Adolf von Baeyer frecuentaba la taberna en la que se reunían los artilleros del cuartel de su localidad.

Como se ha escrito antes, el primer barbitúrico comercializado fue el ácido dietilbarbitúrico, denominado barbital, malonal o gardenal. Su síntesis (1881) se llevaba a cabo a partir del  ácido barbitúrico y el yoduro de etilo.

El ácido dietilbarbitúrico se introdujo como hipnótico en el año 1904 por las entonces incipientes industrias farmacéuticas E. Merck (Darmstadt) y Bayer (Elberfeld).  En su empleo como hipnótico jugaron un papel trascendente Josef Freiherr von Mehring y Emil Fischer (Premio Nobel de Química en el año 1902).

Josef Freiherr von Mehring ejercía la docencia en la universidad de Halle. Había observado que algunas moléculas usadas como hipnóticos contenían en su estructura un átomo de carbono y dos sustituyentes etilos. Partiendo de los trabajos llevados a cabo por Baeyer, decidió ensayar la posible actividad hipnótica de dietil-acetilurea. Esta molécula mostró mayor potencia hipnótica que el sulfonal.

La siguiente etapa fue analizar las propiedades del ácido 5,5-dietilbarbitúrico. Este compuesto se denominó Veronal®, según algunos por su etimología latina verus (verdad) en razón de que se le consideró un verdadero medicamento hipnótico; según otros debido al encuentro de Fischer y von Mehring en la ciudad italiana de Verona. Como tal fue patentado por Emil Fischer en el año 1903. Los derechos de comercialización en Estados Unidos se cedieron a Winthrop Chemical Company. [Puede inducir a error pero los términos barbital, barbitona y Veronal® se refieren a la misma molécula, ácido dietilbarbitúrico].

El término barbital fue una de las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Tras la entrada de Estados Unidos en la Gran Guerra en abril de 1917, el Congreso norteamericano aprobó la Trading With the Enemy Act (1917), que permitía confiscar cualquier producto que hubiese sido patentado por el enemigo. Se aceptaba el uso de la denominación genérica del producto confiscado siempre que las regalías se destinasen a empresas subsidiarias de las alemanas. Así, la American Medical Association autorizó el nombre de barbital, mientras en Reino Unido, siguiendo un procedimiento similar, se adoptó el nombre de barbitona. No obstante, las distintas denominaciones para una misma molécula es motivo de confusión.

Veronal® (denominación registrada para barbital o barbitona) tenía actividad hipnótica, sedante y anticonvulsiva. Se decía que «podía calmar a pacientes maníacos y ayudar a pacientes melancólicos» (hoy diríamos depresivos), además de ser un «excelente inductor del sueño».

EL MAYOR HITO DE LOS BARBITÚRICOS: FENOBARBITAL.

Se sintetizaron aproximadamente 2.500 derivados del ácido barbitúrico. De todos ellos el más notable, todavía plenamente vigente, fue el Fenobarbital, sintetizado por Hörlein en el año 1911, registrado al año siguiente, 1912, como Luminal® por F. Bayer and Co.

Loewe, Juliusburger e Impens comenzaron a usarlo, y recomendarlo, como hipnótico, mucho más potente que su predecesor (Barbital en Estados Unidos; Barbitona en Reino Unido, Veronal® en su nombre registrado) Fenobarbital se convirtió enseguida en el derivado barbitúrico más importante, prescribiéndose en el control anticipatorio de las crisis epilépticas.

Ambos barbitúricos, Veronal® (Barbital, Barbitona) y Luminal® (Fenobarbital) se aceptaron en las farmacopeas más importantes (US Pharmacopeia X edición, en 1926; British Pharmacopeia en las ediciones de 1914 y 1932). También entraron a formar parte de la Farmacopea Internacional.

NUEVAS MOLÉCULAS BARBITÚRICAS

La investigación de nuevos barbitúricos se dirigió hacia la búsqueda de moléculas más potentes, con duración de acción prolongada, y margen de seguridad más amplio (el verdadero «talón de Aquiles» de los barbitúricos).

De los varios centenares que se sintetizaron, apenas se comercializaron unas cincuenta moléculas; y menos de una docena se usaron de modo rutinario en terapéutica.

Después del Fenobarbital, hay que citar el Butobarbital. Su historia se entronca también en los avatares de la Primera Guerra Mundial. La industria bélica requería enormes cantidades de acetona para la fabricación de explosivos.

La solución vino del ingenio de Weizmann, que bastantes años después llegaría a ser primer Presidente del nuevo estado de Israel. Weizmann descubrió que la bacteria Clostridium acetobutyricum transformaba la materia rica en almidón en acetona y alcohol butírico. Terminada la Gran Guerra, el precio del alcohol butírico, codiciado y caro durante el conflicto, cayó drásticamente. Bajo estas condiciones, el alcohol butírico adquirió un precio atractivo para uso industrial, incluida la incipiente industria farmacéutica. Roger Adams, en 1920 (Abbott Laboratories, Chicago, Illinois, Estados Unidos) sintetizó el éster del ácido 5-butil-5-etilmalónico, un intermediario en la síntesis del análogo butírico del Barbital. Su síntesis final se debió a Arthur Dox (Parke Davis & Co. Detroit, Estados Unidos). Abbott Laboratories comercializó Butobarbital en 1922 con el nombre registrado de Neonal®. Butobarbital era tres veces más potente que el Barbital, y su duración de acción más breve debido a su menor distribución en el tejido adiposo.

Durante los años siguientes se comercializaron nuevas moléculas barbitúricas:

En el año 1923, Horace A. Shonley y Moment (Eli Lilly, Indianápolis, Estados Unidos) sintetizaron y comercializaron Amobarbital

Unos años más tarde, Horace A. Shonley sintetizó otro importante derivado, Secobarbital (Seconal®).

Volwiler y Tabern (Abbott Laboratories) sintetizaron Pentobarbital (Nembutal®) en 1930, y Tiopental (Pentotal®) en 1935.

Tiopental es el único tiobarbitúrico. Su utilización se restringe al ámbito de la anestesia general. [Recuérdese que el prefijo tio- hace referencia a la presencia de un átomo de azufre].

Durante la década de 1950, antes de la «era de la benzodiacepinas» una serie de medicamentos jugaron un importante papel en la farmacología de la hipnosis. Es obligado mencionar a la Glutetimida (USV Pharmaceutical Corporation, 1954), Metiprilón (Hoffmann La Roche, 1955), Metaqualona (King George Medical College, Lucknow, India, 1956; William H. Rorer Inc., 1965), Clometiazol (Hoffman La Roche, 1956), Etoclorvinol (Pfizer, 1956). Todos estos medicamentos se introdujeron sobre la base de un mayor margen de seguridad (índice terapéutico).La experiencia clínica no avaló estos argumentos. Todos son hoy día reliquias de la terapéutica farmacológica.

 

«CURAS DE SUEÑO» EN ESQUIZOFRÉNICOS. PAPEL DE LOS BARBITÚRICOS

El sueño profundo y prolongado desencadenado por los barbitúricos se aprovechó para el tratamiento de pacientes psicóticos mediante las denominadas «curas de sueño». Giuseppe Epifanio, psiquiatra italiano, publicó esta técnica en el año 1915. Su repercusión fue escasa, en parte por haberse publicado en una revista italiana de «bajo impacto», así como por el hecho de que Europa se hallaba en plena Gran Guerra (Primera Guerra Mundial).

La verdadera introducción en la praxis médica de las «curas de sueño» se debe a Jacok Klaesi, psiquiatra de la Clínica Universitaria de Zúrich (Suiza). Las «curas de sueño» (Dauerschalaf o Dauernarkose) se propusieron en el marco de quincuagésima novena asamblea de la Sociedad Psiquiátrica Suiza (28 de noviembre de 1920). Este tipo de «terapias de sueño» tenían por objeto, además de calmar a pacientes agitados, facilitar la comunicación entre los enfermos y sus médicos. Los índices de respuesta a estas terapias se estimaban entre un 25 y un 33%, algo superior al 10% de remisión espontánea. Durante la década de 1920 las «curas de sueño» se utilizaron con relativa frecuencia en los estadios agresivos de la esquizofrenia, delirium tremens, autismo y deshabituación a opiáceos. La «terapia de sueño» no estaba exenta de riesgos tales como broncoespasmo y hemorragias de las arterias cardíacas. Se notificaron algunos fallecimientos por esta causa.

Investigando una preparación menos tóxica, el farmacólogo Max Cloetta y el psiquiatra Hans W. Maier prepararon un cóctel al que denominaron Cloetta Mixture que contenía paraldehído, hidrato de amileno, hidrato de cloral, hidrato de epinefrina, digalén y ácido isopropil-alil-barbitúrico. La preparación se instilaba por vía rectal. Se utilizó ampliamente, tanto en clínicas suizas como de la Unión Soviética, en este país por Ivan P. Pavlov.

Las «curas de sueño» perdieron su aura en favor de otras terapias, hoy también consideradas exóticas, tales como la insulinoterapia (shock hipoglucémico por dosis elevadas de insulina), terapia electroconvulsiva, o quimioconvulsiva (desencadenada por Cardiazol).

Durante la década de 1950 el Departamento de Psiquiatría del Allan Memorial Institute de Montreal (Canadá), con apoyo financiero de la CIA (Central Intelligence Agency) norteamericana desarrolló una metodología denominada en un principio psychic driving, si bien se popularizó como «lavado de cerebro». En esta técnica los barbitúricos jugaban un importante papel. Se pretendía el aturdimiento del «paciente» mediante la administración de barbitúricos, aprovechando el estado mental desencadenado para condicionar la aceptación de determinados mensajes.

BARBITÚRICOS COMO FÁRMACOS ANTIEPILÉPTICOS

El descubrimiento de la acción antiepiléptica de los barbitúricos fue, como tantas veces sucede, fruto del azar.

Hauptmann, psiquiatra de Friburgo, Alemania, observó en el año 1912 que la administración de Fenobarbital disminuía la frecuencia e intensidad de las convulsiones.

Dos circunstancias dejaron en el olvido este importante hallazgo. De un lado, Hauptmann publicó sus observaciones en una revista alemana de difusión muy limitada; por otra parte, el estallido de la Primera Guerra Mundial bloqueó el comercio y el intercambio de información científica. Además, la Fenobarbitona (la denominación de Fenobarbital en el mundo anglosajón) no se comercializó en Reino Unidos hasta 1923 (Winthrop Chemical Company). Muy pronto tras su comercialización, Charles Brooks (Colony Medical Officer, en Chalfont Centre, Londres) dio cuenta de la eficacia anticonvulsiva de la Fenobarbitona. Brooks escribía que «Fenobarbtiona era más efectiva que los bromuros, y relativamente ineficaz en cuadros de convulsiones causadas por hipoglucemia grave». A finales de la década de 1920 todavía se recomendaba el bromuro potásico como tratamiento de primera elección, relegando Fenobarbital (Fenobarbitona) para los cuadros refractarios (guía clínica de Chalfont Centre). En los protocolos clínicos se recomendaba 1 grano (aproximadamente 65g) de Fenobarbital dos veces al día, incrementado la dosis hasta un máximo de 6 granos diarios (en dos tomas), usando la mitad de las dosis en niños (1/2 grano dos veces al día, hasta un máximo de 3 granos diarios).

A pesar de estas recomendaciones, los bromuros terminaron por desaparecer de la práctica clínica a comienzos de la década de 1930, a favor del Fenobarbital.

A pesar del desarrollo de novedosos fármacos para el control anticipatorio de las crisis convulsivas, el Fenobarbital continúa siendo el antiepiléptico más prescrito en todo el mundo, sobre todo en países con rentas bajas que no pueden acceder a la más moderna farmacoterapia anticonvulsiva.

Siguiendo el asentamiento del Fenobarbital como antiepiléptico, se sintetizaron numerosos derivados en la búsqueda de análogos más eficaces y, sobre todo, menos yatrogénicos.

Uno de estos compuestos fue el desoxibarbital o Primidona (Mysoline®) sintetizada por Bogue y Carrington en los laboratorios ICI (Imperial Chemistry Industries Ltd) en el año 1949. Su actividad anticonvulsiva se demostró en 1952. Despertó gran interés debido a que parecía mostrar mayor actividad anticonvulsiva en relación a otros barbitúricos, sin los indeseados efectos sedantes que condicionaban la vida de los pacientes. Muchas de las expectativas de desvanecieron cuando se evidenció que el principal metabolito de la Primidona era Fenobarbital. Diversos estudios posteriores no hallaron diferencias significativas entre Fenobarbital y Primidona (este último, un profármaco del Fenobarbital). La Primidona continúa formando parte del vademécum antiepiléptico, pero no como medicamento «de primera elección». Además, no se ha formulado una preparación inyectable, por lo que no se puede utilizar en el status epilepticus.

En el año 1938 Houston Merritt y Tracy Putnam (Boston City Hospital, Estados Unidos) sintetizaron la Fenitoína, el primer fármaco antiepiléptico carente de propiedades hipnóticas.

A finales de la década de década de 1950 se sintetizó la Carbamacepina (CBZ).

La Fenitoína y la Carbamacepina no solo ampliaron el nomenclátor de medicamentos antiepilépticos, sino que dieron lugar a una disminución del uso de barbitúricos.

BARBITÚRICOS EN ANESTESIA

La primera molécula barbitúrica empleada como anestésico fue el ácido sec-butil-(2-bromo-alil)-barbitúrico (Pernocton®), introducido por el obstetra alemán Bumm en el año 1927. Muchos de los barbitúricos que se fueron sintetizando durante los años siguientes, una vez formulados en inyección intravenosa, se ensayaron como potenciales anestésicos.

John S. Lundy (Mayo Clinic, Rochester, Estados Unidos) introdujo Amobarbital sódico (1929) y Fenobarbital sódico (1930) en la práctica anestésica.

A comienzos de la década de 1930, Kropp y Tau (Bayer, IG Farbenindustries, Leverkusen) introdujeron Butobarbital, primero como sedante-hipnótico, y, a partir de 1932, como anestésico. De hecho, Butobarbital fue el primer barbitúrico que se usó con cierta regularidad en inducción anestésica.

Otro importante fármaco fue Hexobarbital, si bien su utilidad más notable se debe a que fue punto de partida para la síntesis del Pentobarbital, un derivado azufrado de los barbitúricos. Ser más liposoluble era una ventaja (mayor difusión en el tejido nervioso), pero causaba espasmos musculares (una clara desventaja en las intervenciones quirúrgicas). No obstante, inauguró la era de los tiobarbitúricos. Wolwiler y Tabern (Abbott Laboratories) formularon y estudiaron la sal sódica de Pentobarbital (Pentotal®) El Pentobarbital desplazó al resto de los barbitúricos como anestésico.

Pentobarbital se usó incorrectamente en los cuadros de shock tras el ataque japonés de Pearl Harbor (Hawái), que determinó la declaración de guerra de Estados Unidos a Japón, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Se llegó a proponer este medicamento como una forma incruenta y rápida de eutanasia (Halford FJ. A critique of intravenous anesthesia in war surgery. Anesthesiology 1943; 4: 24-30). Como tal se continúa usando en la práctica veterinaria.

Tras la Segunda Guerra Mundial, continuó la investigación de derivados barbitúricos con potencial anestésico. De todos ellos, cabe mencionar Metohexital (Brietal®), desarrollado por SM Chernish’s Group, en el departamento de investigación de Eli Lilly, en el año 1956. Mostró ser más potente que el Tiopental, dando lugar a una recuperación más rápida de los pacientes desde su estado de inconsciencia farmacológica. Se recomendaba en cirugía menor y cirugía ambulatoria. El desarrollo de medicamentos anestésicos novedosos (Hidroxidiona, Alfaxalona, Etomidato y Propofol), relegaron a los barbitúricos en la praxis anestésica.

DECLIVE DEL USO DE BARBITÚRICOS

El criterio principal para la selección del barbitúrico era la duración de acción. Los de acción prolongada se solían prescribir como sedantes; los de duración de acción intermedia como hipnóticos; y los de duración de acción breve o muy breve, como anestésicos.

No obstante, los barbitúricos también se usaron en otras indicaciones, desde el control sintomático del temblor esencial (Primidona), al tratamiento de las neuropatías y migrañas (en asociación con salicilatos o codeína).

Indicaciones menos habituales fueron la reversión de la catatonía en pacientes esquizofrénicos, y el narcoanálisis (popularizado como «suero de la verdad»). A pesar de lo impredecible de la  respuesta a este tipo de tratamientos, se usaron con profusión en los «manicomios» de los países de la órbita socialista durante las décadas de 1930 y 1940. Se generaba en la persona un estado que se definía como «crepuscular», durante el que se suponía era fácilmente manipulable. Con ello se pretendía desencadenar la abreacción, esto es, la liberación de emociones ligadas experiencias traumáticas que debilitaban mentalmente a la persona. Los barbitúricos usados con más frecuencia para este fin eran Fenobarbital, Amobarbital sódico, Secobarbital sódico, Pentobarbital sódico y Tiopental sódico, todos ellos en forma de inyecciones.

No fueron pocas las muertes causadas por sobredosis, accidentales o deliberadas, con barbitúricos. Entre ellas las de dos renombrados científicos involucrados en la síntesis de estas moléculas, Emil Fischer y von Mering., tras años de dependencia.

Estas sustancias daban lugar a graves síndromes de dependencia y habituación. A pesar de las leyes restrictivas, el consumo era muy elevado. Incluso se comercializaron preparaciones que asociaban Dextro-anfetamina y Amobarbital (Dexamyl®).

Los barbitúricos fue un método relativamente habitual y seguro de suicidio. Algunos nombres forman parte del imaginario colectivo, desde el escritor Stefan Zweig y su esposa, a la actriz Marilyn Monroe (en su certificado de defunción se menciona «agudo envenenamiento por sobredosis de barbitúricos»).

En este contexto, los barbitúricos se usaron también en Estados Unidos para la ejecución de condenados a muerte, como parte de la denominada «inyección letal», donde el verdadero producto letal es cloruro potásico.

La década de 1960 marcó otro mojón del desarrollo farmacéutico, con la comercialización del Clordiacepóxido, el primer representante de la clase farmacológica de las benzodiacepinas. Estos medicamentos modificaron el tratamiento químico de la sedación y la hipnosis, desterrando a los barbitúricos en estas indicaciones.

USOS RESIDUALES DE LOS BARBITÚRICOS

Fenobarbital y su profármaco, Primidona se siguen prescribiendo como antiepilépticos. De hecho, el Fenobarbital es el único medicamento antiepiléptico en muchos países con escasos recursos, siendo el más prescrito del mundo, en términos absolutos.

Son así mismo fármacos «de elección» en el control convulsivo en el tétanos, eclampsia, hemorragia cerebral, status epilepticus, y crisis convulsivas por intoxicaciones.

Tiopental y Metohexital se usan como inductores anestésicos; siendo Metohexital especialmente adecuado en niños (administración rectal); así como para la sedación en determinados procedimientos diagnósticos invasivos.

Algunos barbitúricos también se utilizan en indicaciones off-label:

  • Fenobarbital mejora el transporte hepático de bilirrubina en pacientes con ictericia hemolítica.
  • Amobarbital, en dosis bajas, se puede inyectar directamente en la arteria carótida, antes de la neurocirugía para identificar el hemisferio cerebral predominante.
  • Dosis anestésicas de barbitúricos atenúan el edema cerebral post-quirúrgico con efectos favorables en la isquemia cerebral y cardíaca, reduciendo la extensión de las áreas infartadas.
  • Los barbitúricos se vienen empleando desde la década de 1970 para disminuir la presión intracraneal tras la injuria cerebral traumática aguda.

Como sucede con tantos medicamentos, los barbitúricos se resisten a quedar relegados a los libros de historia de la farmacología.

Zaragoza, a 23 de febrero de 2019

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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