Fotografía del año 1986: Suart Orkin examina la secuencia de un gen

 

Helen Obando (la publicación de su filiación ha sido autorizada por ella y su familia), una joven de 16 años (2019), es la primera paciente con anemia falciforme a la que se ha tratado mediante una terapia génica con la que se pretende curar definitivamente su enfermedad genética.

La anemia falciforme (también denominada drepanocitosis o anemia drepanocítica) es una genopatía causada por una única mutación que se traduce en la sustitución de un aminoácido en las cadenas β de la proteína tetramérica hemoglobina. La hemoglobina falciforme (HbS, de Hb: Hemoglobina; y S de Sickle, hoz en inglés) tiende a polimerizarse cuando se desoxigena. Esta polimerización deforma los hematíes que adoptan el aspecto de media luna en cuarto creciente o de hoz. Los hematíes falciformes se adhieren a las paredes de los vasos de menor calibre llegando a su taponamiento (obliteración). Las consecuencias más evidentes son intensas crisis de dolor vaso-oclusivo en las áreas que pierden la perfusión sanguínea, y la hemólisis con la consiguiente anemia grave. Algunos factores ambientales desencadenan las crisis: tabaco y bajas temperaturas (por vasoconstricción) y los cambios de altitud (por disminución de la tensión de oxígeno). Esta mutación ha pervivido durante la filogenia porque el hematíe falciforme no puede albergar la forma hemática (plasmodio) del parásito de la malaria. Las personas heterocigóticas sufren una anemia moderada pero están relativamente protegidas frente al paludismo. La denominada «hipótesis de la malaria» fue propuesta por Haldane en 1949, y apoyada por Allison en 1954. Unos años antes, en 1945 Linus Pauling había descrito la naturaleza hereditaria de la anemia falciforme. Es un paradigma de polimorfismo adaptativo de la selección natural. Sin embargo, las personas homocigóticas (portadores de la mutación falciforme en los dos alelos del gen) sufren toda una plétora de graves síntomas. De alguna manera las personas homocigóticas pagan el precio para que las personas heterocigóticas estén relativamente protegidas frente a las formas más graves de malaria. Por lo tanto, la prevalencia de esta mutación (y de la enfermedad asociada a la condición homocigótica) predomina en las regiones donde la malaria es, o ha sido, endémica.

La hemoglobina es una proteína formada por cuatro subunidades: dos α y dos β. Así pues, la hemoglobina es una proteína tetramérica α2β2. Cada una de estas subunidades está asociada a un grupo prostético denominado hemo que contiene un átomo de hierro (Fe) cuyo grado de oxidación varía entre el estado ferroso (Fe2+) y el férrico (Fe3+) en función de que albergue, no, una molécula de O2. La hemoglobina actúa, pues, como transportador de O2 en sangre, desde los pulmones a cada una de las células corporales.

La mutación de la anemia falciforme se halla en el gen que codifica la subunidad β.

El gen de la anemia falciforme se localiza en el brazo corto (p) del cromosoma 11, en posición 15.4. De modo resumido: 11p15.4

El gen mutado codifica la síntesis de subunidades β en las que el aminoácido ácido glutámico ha sido sustituido por valina.

La enfermedad aflige con mayor frecuencia a personas que viven en regiones en las que el paludismo es endémico, así como a sus descendientes.

Las principales complicaciones de la anemia falciforme se encuadran en dos categorías: aquellas relacionadas con vasculopatías de vasos de gran calibre (enfermedades cerebrovascular y pulmonar, hipertensión, priapismo y retinopatía); y otras, derivadas de las frecuentes crisis isquémicas (disminución del tamaño del bazo – hipoesplenismo-, fracaso renal, enfermedad ósea y hepatopatía). El hipoesplenismo es la principal causa de muerte en niños pequeños a consecuencia de graves infecciones. Por esta razón se les suele tratar con antibióticos β-lactámicos desde el 2º o 3er mes de vida (cuando pierden la protección de los hematíes fetales) hasta los 5 años aproximadamente.

La causa más común de hospitalización y fallecimiento en adultos es el denominado síndrome torácico agudo (hipertensión pulmonar, alteraciones del ritmo cardíaco, e hipertrofia ventricular izquierda).

Se considera que alrededor de 300.000 niños nacen cada año en el mundo con anemia falciforme, la gran mayoría en tres países: Nigeria, República Democrática del Congo e India.

Solo en Estados Unidos se cuantifican más de 100.000 personas con anemia falciforme.

En España la falta de registros sanitarios nacionales no permite conocer la prevalencia de la enfermedad. Algunas Comunidades Autónomas registran los casos, siempre a expensas de la información que, con más voluntarismo que eficacia, aporta cada centro hospitalario. En fin, ¡un desorden!

La terapia génica administrada a Helen [Obando] es el final (¿feliz?) de una lucha compartida, por su familia y por Stuart Orkin, un científico del Boston Children’s Hospital, en la actualidad 73 años, que dedicó casi toda su actividad profesional (desde los comienzos de la década de 1970) a la investigación de esta enfermedad.

La familia Obando tiene dos hijas con anemia de células falciformes, Helen y su hermana mayor, Haylee. Helen no era candidata a un trasplante de médula ósea porque su hermana también está afectada. Solo el 15% aproximadamente de los pacientes con anemia falciforme son susceptibles de un trasplante de médula ósea.

Los científicos han experimentado con una terapia génica durante años, con éxitos y fracasos. Habrá que esperar varios años antes de constatar que el ensayo actual es en verdad efectivo; si es así, se tratará de la primera terapia génica curativa para una enfermedad relativamente común.

Conseguir la curación de una persona joven tiene la ventaja de que los daños orgánicos derivados de la progresión de la enfermedad todavía no son muy extensos.

El ensayo clínico con esta terapia génica se lleva a cabo con Helen y otra adolescente. Si los resultados son favorables, se ensayará con niños muy pequeños que todavía no sufren secuelas irreversibles de la anemia de células falciformes.

Además del ensayo clínico (dos adolescentes) realizado en el Boston Children’s Hospital, se están llevando a cabo en Estados Unidos otros dos estudios: uno trata de activar el interruptor genético con objeto de incrementar la síntesis de hemoglobina fetal usando el sistema de edición genética CRISPR (Clustered Regulatory Interspaced Short Palindromic Repeats); mientras otro con LentiGlobina BB305, para la β-talasemia que requiere frecuentes trasfusiones de sangre.

Cada una de estas terapias tendría un coste previsible de alrededor de 1 millón de dólares. Surge la cuestión de la asequibilidad de estas terapias, sobre todo si se considera que la mayoría de los enfermos con anemia falciforme pertenecen a grupos sociales con bajos ingresos.

El tratamiento de Helen es financiado con fondos de un programa de investigación. El Boston Children’s Hospital ha patentado esta terapia génica cediendo su comercialización al laboratorio Bluebird Bio que, como contrapartida, retorna parte de sus beneficios, en forma de regalías al centro hospitalario.

La experiencia médica en la década de 1970 con niños afectados de anemia de células falciformes es frustrante para los sanitarios, quienes poco podían hacer más allá de prescribir analgésicos para controlar las crisis de dolor agudo por vaso-oclusión, y antibióticos para las frecuentes infecciones, mientras eran testigos pasivos del progresivo deterioro de sus órganos. Uno de estos médicos fue Stuart Orkin. Decidió embarcarse en un proyecto científico de resultados improbables. Acababa de comenzar la década de 1970.

La anemia de células falciformes (drepanocitosis) no era una enfermedad “atractiva” para los inversores: los pacientes no están respaldados por grupos de presión. Además, son mayoritariamente afroamericanos pobres.

¿Cómo se abordó el problema?

Los fetos sintetizan hemoglobina con un gen distinto al que usará tras el nacimiento, de tal suerte que los hematíes fetales son normales y no se agregan al desoxigenarse. Tras el nacimiento, el gen fetal se desactiva de manera progresiva; y otro gen comienza a fabricar hemoglobina. Si este gen ha sufrido la mutación [Glu6Val, rs334] se sintetizará hemoglobina falciforme (HbS).

Conceptualmente la solución era desactivar el gen de la hemoglobina del adulto y reactivar el gen fetal para que codificase la síntesis de hemoglobina normal.

El proyecto de investigación del equipo dirigido por Stuart Orkins recibió financiación del National Institutes of Health, y del Howard Hughes Medical Institute.

El punto de inflexión en una investigación que parecía un «callejón sin salida» se produjo en el año 2008. A partir de ese año, los costes de la secuenciación genética se redujeron de manera drástica. Ello permitió la realización de secuenciaciones genéticas masivas, a la que siguieron estudios comparativos de distintos genomas. La cuestión era ¿qué cambio tiene lugar para que se desactive el gen codificador de la hemoglobina fetal? Y, ¿se podría manipular el interruptor génico para revertir este cambio?

El siguiente avance vino de un gen designado como BCL11A. 2p6.1 [La desactivación de los genes de la hemoglobina fetal a favor de los genes de la hemoglobina adulta están determinados por la actividad de dos genes: BCL11A y ZBTB7A 19p13.3] Cuando se bloqueó in vitro el gen BCL11A (BCell Lymphoma/Leukaemia 11A), los hematíes dejaron de sintetizar hemoglobina adulta y comenzaron a sintetizar hemoglobina fetal.

A continuación se bloqueó este gen en ratones Knockout (ratones modificados genéticamente) que sintetizaban hemoglobina humana normal y hemoglobina humana falciforme. El bloqueo in vivo del gen BCL11A modificaba en los ratones el patrón de síntesis de hemoglobina de la manera que se observaba en los estudios in vitro, esto es, a favor de la hemoglobina fetal.

Tras los resultados en ratones knockout se planteó el estudio en pacientes con anemia de células falciformes. El estudio se inició en el año 2018 en el Boston Children’s Hospital.

La táctica de la terapia génica actual contra la anemia falciforme consiste el obtener células madre de la línea hematopoyética. Usando como vector el VIH (inactivado) se introduce en la célula hematopoyética el gen fetal de la hemoglobina, al mismo tiempo que se desactiva el gen adulto de la hemoglobina Las células madre hematopoyéticas modificadas genéticamente se infunden en el paciente. Migran a la médula ósea y comienzan a multiplicarse y diferenciarse, de tal manera que las células de la serie roja sintetizarán hemoglobina fetal en lugar de la hemoglobina adulta de tipo falciforme (HbS).

El primer paciente tratado fue Manny Johnson a los 21 años. Había sufrido dos hemorragias cerebrales a la edad de 4 años. La terapia funcionó, al igual que en otros dos adultos. Todos ellos sintetizan en la actualidad hemoglobina fetal sin rasgos falciformes.

Los tres pacientes fueron monitorizados durante 15 años, tal como exigió la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense para cualquier terapia génica experimental. Tras este ínterin, la FDA ha autorizado el uso de la terapia génica para la anemia falciforme en adolescentes.

Helen ha sido la primera adolescente sometida a esta terapia. Cuando se redacta este texto, la terapia continúa funcionando. Sin embargo, un sinnúmero de niños y jóvenes no tendrán acceso a esta terapia al coste actual.

En este sentido, muy recientemente la US-FDA ha aprobado dos medicamentos: Crizanlizumab (Adakveo®) y Voxelotor (Oxbryta®) para el tratamiento de las crisis dolorosas vaso-oclusivas, y la anemia crónica, respectivamente.

El único medicamento que modifica de modo favorable el curso de la enfermedad, a un coste asumible, es Hidroxiurea.

Zaragoza, a 16 de enero de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


La ciudad de Wuhan (de hecho tres ciudades situadas en las dos orillas del río Yangtsé), en la región central de la República Popular China, todavía guarda el recuerdo amargo de la epidemia de SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) que durante los años 2002 y 2003 fue epidémica en esa ciudad, extendiéndose por todo el mundo, causando la muerte de 800 personas.

En las últimas semanas (diciembre de 2019 y primeros días de 2020) no menos de 59 personas han contraído lo que, hasta ahora, se cataloga como una neumonía vírica; de ellas 7 se hallan en estado grave, según las autoridades sanitarias, quienes han negado que se trate de SARS, MERS (Middle East Respiratory Syndrome, gripe aviar, o un adenovirus.

La sintomatología de esta no-catalogada infección incluyen: fiebre elevada, disnea (insuficiencia respiratoria) y lesiones pulmonares. Las personas afectadas declaran sentirse muy enfermas, si bien no se han producido fallecimientos hasta el momento (11 de enero de 2020).

La ¿epidemia? comenzó unas semanas antes del Festival de Primavera, durante el que tiene lugar el año nuevo chino, la fiesta más importante de la República Popular China, cuando decenas de millones de personas se desplazan de unas regiones a otras. Las autoridades sanitarias previnieron ante algunos síntomas similares a los de la neumonía (fiebre, algias y dificultad respiratoria).

Probablemente el virus desencadenante de esta neumonía sea un coronavirus clase IV (clasificación de Baltimore –ver Anexo al final del texto)). Su denominación procede se debe a que las proteínas de la cápside vírica se proyectan hacia el exterior (ver microfotografía electrónica). Son ARN-virus.

Los coronavirus infectan a muchas especies de animales, desde murciélagos y camellos (caso del MERS) a cerdos, aves (gripe aviar); así como a vacas, gatos, perros y humanos. Los coronavirus son responsables de alrededor del 40% de los resfriados comunes y los trastornos digestivos leves (vómitos y/o diarreas), la erróneamente denominada «gripe intestinal», muy contagiosa.

También son responsables de patologías, generalmente leves, del tracto respiratorio superior, y de conjuntivitis.

A partir del año 2002 se han vinculado con el SARS y MERS.

Trabajadores sanitarios con llamativos trajes de protección microbiológica rastrearon los mercados callejeros de la ciudad de Wuhan, donde se venden mariscos, aves de corral y carne de diversos animales salvajes no sometidos a control veterinario. Se considera que la infección se ha contraído por contacto (o ingestión) de carnes de animales no domésticos; situación que recuerda a la forma de contagio de los virus causantes del SARS y la gripe aviar (H7N9).

No menos de 21 personas han enfermado en Hong Kong. Todas ellas procedían de Wuhan. Las autoridades han instalado detectores térmicos en la terminal aeroportuaria donde llegan los vuelos procedentes de Wuhan; así como en la estación del tren de alta velocidad con el fin de discriminar a personas con fiebre elevada. Existen dudas acerca de la eficacia de este método de detección de personas con fiebre.

El pasado 31 de diciembre (2019) las autoridades de Wuhan confirmaron la existencia de docenas de personas afectadas de una neumonía de origen desconocido. La información llegó a las redes sociales, generándose situaciones de inquietud que lindaron el pánico.

En la actualidad se está expectante sobre si el cierre de los mercadillos callejeros ha tenido algún resultado favorable o, por el contrario, el número de casos continúa aumentando. Esta última situación indicaría que la infección se puede contagiar entre humanos, no directamente de animal a humano a la manera de una epizootia.

De momento la infección, con independencia del desconocimiento del agente causal, parece estar bajo control, al no haberse observado contagios directos entre humanos. No obstante, la Organización Mundial de la Salud monitoriza estrechamente la evolución a través del sistema de vigilancia One Health.

La alarma social en Hong Kong se evidencia en la adquisición masiva de mascarillas y desinfectantes en las farmacias.

El gobierno local de Hong Kong también introdujo un sistema de respuesta para nuevas enfermedades infecciosas, con objeto de evitar que se repitan los escenarios, bastante caóticos, que siguieron a la epidemia de SARS o de gripe porcina del año 2009.

Siguiendo la actual tendencia a la manipulación escondida bajo el ardid de la libertad de información, diversos hashtag difunden noticias falsas y muy alarmantes que crean pánico, posiblemente el efecto buscado.

Anexo: Clasificación de Baltimore de los virus

David Baltimore, Premio Nobel de Fisiología y Medicina en el año 1975 por sus investigaciones sobre los virus tumorales, ex aequo Renato Dulbecco y Howard M. Temin, clasificó los virus de acuerdo al ácido nucleico del virión. Basó su clasificación en el papel del ARNM a partir del que se sintetizan las proteínas víricas. En este aspecto, el ARNM vírico es el centro de la clasificación al que convergen los ácidos nucleicos (ADN o ARN) de los diferentes virus.

Por convención, el ARNM que constituye la plantilla para la síntesis de proteínas se define como (+), esto es: (+) ARN. Un ADN de doble hélice es (+/-) ADN.

(+/-)ADN ® (+)ARNm inmaduro ® (+)ARNm “maduro” (sin intrones) ® Proteína

En su concepción original, la clasificación de Baltimore incluía seis clases de genoma vírico. Más adelante se descubrió el genoma de los hepadnavirus (virus de la hepatitis B) para los que añadió una séptima clase. Durante la replicación el genoma (de ADN) de los hepadnavirus se rellena para dar lugar a dúplex perfectos, dado que la polimerasa de la célula hospedadora solo puede transcribirse en ARNM a partir de una plantilla de doble cadena.

Glosario:

ADN: Ácido desoxirribonucleico

ARN: Ácido ribonucleico

ARNM: Ácido ribonucleico mensajero

Zaragoza, a 11 de enero de 2019

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


Nuestros enemigos del submundo de lo visible, los microorganismos patógenos, que años atrás creíamos haber domeñado, están adquiriendo resistencias contra la mayoría de los antibióticos disponibles. A este problema se añade la paralización de la investigación de antibióticos verdaderamente novedosos.

Un efecto colateral es la quiebra económica de varias empresas que apostaron por la investigación antibiótica. Esta situación podría ser responsable de la muerte de más de diez millones de personas durante las próximas décadas.

Empresas como Achaogen y Aradigm han quebrado durante 2019. Algunas, con solvencia financiera, tales como Novartis y Allergan, han abandonado las líneas de investigación sobre nuevos antibióticos.

Otras empresas en las que se pusieron grandes esperanzas, tales como la norteamericana Melinta Therapeutics han informado a sus accionistas de una preocupante falta de liquidez.

La perspectiva del desarrollo de nuevos antibióticos, tanto desde un punto de vista científico como económico, es muy sombría. La situación apenas ha trascendido a los medios de comunicación. La sociedad cree estar protegida por la disponibilidad de suficientes moléculas antibióticas, pero no es consciente que cada vez es más común contraer infecciones, sobre todo hospitalarias, que nos retrotraen a la era pre-antibiótica.

Las inversiones para el descubrimiento de antibióticos verdaderamente novedosos son enormes. Por otra parte, cuando se consigue un nuevo antibiótico, su empleo durante unos pocos días, unido a las restricciones de prescripción para prevenir la aparición de cepas resistentes, limita el tiempo de venta en exclusividad antes de la aparición de marcas genéricas. En estas circunstancias, los laboratorios prefieren dirigir sus inversiones a medicamentos que se usarán durante años (a veces durante toda la vida) y sobre los que los Organismos Reguladores no impondrán cortapisas para su libre prescripción.

Además, la morbilidad y mortalidad debida a infecciones resistentes a todos los antibióticos y quimioterapéuticos conocidos está aumentando en todo el mundo. Si la situación no cambia drásticamente en los próximos años, y nada induce a pensar que vaya a ser así, la Organización Mundial de la Salud, anticipa una mortandad por infecciones multirresistentes de más de diez millones de personas a mediados del siglo actual.

Los nuevos antibióticos han demostrado ser eficaces para combatir de manera resolutiva algunos de los gérmenes más aviesos, como los causantes del ántrax, las neumonías bacterianas y las infecciones por Escherichia coli. El panorama se tornó menos esperanzador tiempo ha.

La experiencia de la empresa biotecnológica Achaogen es paradigmática. Tras tres lustros de trabajo y millones de dólares invertidos, consiguió la autorización (junio 2018) por la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense de Zemdri® (Plazomicin), un aminoglucósido para el tratamiento de las infecciones complicadas del tracto urinario. En julio de 2019 la Organización Mundial de la Salud  añadió Zemdri® a la lista de «medicamentos esenciales». Aun cuando esta decisión puede parecer un éxito, la consideración de «esencial» restringe su prescripción, reduciendo el retorno de la inversión.

La primavera pasada (2019) el valor de las acciones de la compañía, Achaogen, era prácticamente cero. La empresa no consiguió la financiación necesaria para llevar a cabo los ensayos clínicos adicionales exigidos por la US-FDA. La empresa se vio obligada a despedir a sus científicos, vender su tecnología y declararse en quiebra.

Aun cuando existe consenso acerca de la necesidad de implementar medidas que favorezcan las inversiones en el área de la investigación antibiótica, todas las propuestas parecen languidecer cuando se trata de llevarlas más allá de las palabras. Las inversiones en investigación antibiótica se han convertido en capital de riesgo, cada vez más rechazado por los accionistas de las empresas farmacéuticas. La incertidumbre es muy elevada y los beneficios, si se logran, son cada vez más escasos. Hacen falta, pues, incentivos suficientes para dinamizar la investigación.

La industria farmacéutica confronta otro desafío: tras años de advertencias contra la prescripción indiscriminada de antibióticos, muchos médicos son reacios a recetar los antibióticos más novedosos, limitando la capacidad de las empresas farmacéuticas para obtener beneficio de la inversión realizada. En este escenario, la prescripción preferente de marcas genéricas de antibióticos más antiguos frente las nuevas moléculas crea un sesgo desfavorable a la innovación.

Muchos de los nuevos antibióticos comercializados son caros, sobre todo en relación con los más antiguos vendidos de manera mayoritaria en versiones genéricas. Por ejemplo, un ciclo de tratamiento con Xerava® (Eravaciclina), del laboratorio Tetraphase Pharmaceuticals, puede costar alrededor de dos mil dólares ($2,000). Sin embargo, mientras muchos medicamentos anticancerosos de elevado precio apenas incrementan la supervivencia de un enfermo terminal varios meses, un antibiótico puede curar a un enfermo de manera resolutiva.

Desde el descubrimiento hasta la comercialización de Xerava® transcurrió alrededor de una década a pesar de que Eravaciclina resolvía un problema médico urgente: las infecciones multirresistentes, definidas como MRSA (Meticilin Resistent Staphylococcus aureus) y CRE (Carbapenem Resistant Enterobacteriaceae). Las infecciones causadas por este tipo de bacterias causan la muerte a miles de personas cada año.

Este retraso de la autorización de Xerava® hizo caer el valor de las acciones del laboratorio (Tetraphase Pharmaceuticals) desde los $40 hace un año a $2 en la actualidad (2020). Como consecuencia se despidió a 40 científicos y, lo que es peor, se interrumpieron las investigaciones de otros tres potenciales antibióticos que se hallaban en lo que en la jerga se denomina pill-line.

Para Melinta Therapeutics el futuro es también sombrío. El valor nominal de sus acciones ha caído un 45%. El laboratorio fabrica cuatro antibióticos, entre ellos Baxdela® (Delafloxacino), una quinolona antibiótica aprobado recientemente por la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense para las neumonías comunitarias complejas que precisan hospitalización. Debido a la viabilidad comprometida de Melinta Therapeutics también lo está la investigación de Baxdela®

Desarrollar nuevos antibióticos no es una tarea sencilla; aún menos hallar una nueva clase de antibióticos. Solo han surgido dos familias durante los últimos veinte años; los demás antibióticos comercializados son simples modificaciones (me too) de otros ya existentes.

Mientras en la década de 1980 había dieciocho empresas farmacéuticas involucradas en investigación antibiótica, hoy día (2020) solo hay tres.

Diversos organismos filantrópicos, tales como Global Antibiotic Research and Development Partnership, han dejado constancia de su creciente inquietud sobre el asunto.

La inversión asociada al desarrollo de una molécula antibiótica supera los 2,6 millones de dólares. Algunas empresas involucradas en la investigación antibiótica sugieren que se las catalogue como un bien de carácter global. Ello implicaría incentivar la investigación mediante exenciones tributarias, prórroga de los derechos de patente, y su almacenaje estratégico frente a crisis potenciales.

Un proyecto de ley (DISARM Act propugna que Medicare reembolse a los hospitales los costes de los tratamientos con antibióticos novedosos de valor crítico.

Durante la pasada década BARDA (Biomedical Advanced Research and Development Authority) ha llevado a cabo un programa con el que se pretende desarrollar nuevos y valiosos fármacos antimicrobianos, si bien con la última finalidad de afrontar potenciales crisis sanitarias de origen bélico o terrorista. Un aspecto incidental, pero no menor, de dicho programa es el problema de la resistencia.

Achaogen y sus trescientos trabajadores mantuvieron la esperanza de que la intervención gubernamental hiciese viable la empresa, sobre todo tras obtener 124 millones de dólares de BARDA con la que desarrollaron el antibiótico Zemdri® (Plazomicina). Hace tres años (2017) Achaogen tenía una capitalización de mil millones de dólares, y Zemdri® fue autorizado por la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense bajo la consideración de Breakthroug Therapy (una de las estrategias de aprobación acelerada de medicamentos de especial interés). Contra toda previsión, el laboratorio entró en un rápido proceso de descapitalización. En junio de 2019 vendió a Cipla USA (división estadounidense del laboratorio indio) los derechos de comercialización de Zemdri® por 16 millones de dólares (un cifra ridículamente baja) y despidió a sus investigadores. La mayoría se han integrado en proyectos de investigación más seguros, tales como la oncología.

Existe una creciente preocupación, pero no se están tomando medidas. La urgencia no solo procede de la falta de anuencia en las decisiones, sino en el tiempo que transcurrirá desde que éstas se adopten hasta la plasmación de soluciones efectivas.

Zaragoza, a 9 de enero de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


La Food and Drug Administration (FDA) estadounidense aprobó muy recientemente dos nuevos tratamientos para la drepanocitosis (anemia de células falciformes). Se trata de Adakveo® y Oxbryta®. Se trata del primer avance farmacológico para el tratamiento de esta enfermedad desde hace 20 años. [Otras denominaciones de esta genopatía son: drepanocitemia y anemia drepanocítica].

La anemia de células falciformes (drepanocitosis) es una genopatía causada por la sustitución de un solo aminoácido en una de las cadenas de la proteína oligomérica hemoglobina. Esta modificación de la estructura primaria (secuencia de aminoácidos) da lugar a la polimerización de la hemoglobina cuando se desoxigena. Las personas heterocigóticas para esta mutación sufren una anemia leve, pero tienen la ventaja de que sus hematíes falciformes no pueden alojar a las formas hemáticas del plasmodio (parásito de la malaria). Esta adaptación a la vida en áreas con malaria endémica ha ejercido una presión de selección que favorece la pervivencia de esta alteración genética. Esta ventaja evolutiva tiene un coste elevado: las personas homocigóticas para el gen falciforme, en las que todos sus hematíes portan la hemoglobina defectuuosa, sufren una clínica de anemia grave, con frecuentes crisis de dolor agudo debidas a la vaso-oclusión, hemólisis, múltiples daños orgánicos, y un mayor riesgo de mortalidad. La esperanza de vida de los afectados por anemia falciforme (drepanocitosis) ven reducida su esperanza de vida aproximadamente 30 años en relación al de la población general. Pequeños cambios en la presión de oxígeno tienen efectos notables sobre la polimerización de la hemoglobina falciforme, pudiendo desencadenar una crisis de dolor agudo isquémico por vaso-oclusión.

Adakveo® (Crizanlizumab), fabricado por la multinacional helvética Novartis AG, previene el dolor agudo vaso-oclusivo cuando los hematíes deformes (con forma de media luna) obliteran las arteriolas de resistencia. Se produce necrosis tisular debido a la interrupción de la perfusión sanguínea.

El proceso de vaso-oclusión se origina por adhesión al endotelio vascular de los hematíes falciformes (sobre todo en las arteriolas de menor calibre), y los leucocitos (sobre todo en las vénulas).

La adhesión de los leucocitos al endotelio vascular se inicia con la selectina-P, una molécula almacenada en los gránulos de las células endoteliales y en las plaquetas. Una vez segregada, la selectina-P se localiza en la membrana endotelial, aumentando el proceso de adhesión de los hematíes falciformes (estudios in vitro). Conceptualmente, el bloqueo de la selectina-P podría reducir el riesgo de vaso-oclusión y, consiguientemente, las crisis de dolor isquémico, disminuyendo el proceso inflamatorio y el daño tisular.

Crizanlizumab (Adakveo®) es un anticuerpo monoclonal humanizado que se engarza a la selectina-P, impidiendo la interacción de ésta con sus receptores.

Al objeto de valorar la validez de este modelo teórico se ha llevado a cabo un estudio clínico fase 2 (SUSTAIN), con doble-ocultación, aleatorizado, controlado frente a placebo, e internacional (Estados Unidos, Brasil y Jamaica). SUSTAIN: Study to Assess Safety and Impact of SeIG1 [Crizanlizumab] With or Without Hydroxyurea Therapy in Sickle Cell Disease Patients With Pain Crisis.

[La Hidroxiurea es el fármaco primordial que modifica el curso natural de la enfermedad. Con esta indicación la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense autorizó su prescripción en el año 1998, el mismo año en que se autorizó en España]. En el estudio clínico fase 2 se observó una reducción de la frecuencia de las crisis dolorosas isquémicas del 45,3% en el grupo tratado con la dosis más elevada de Crizanlizumab (5mg/Kg). Así mismo, el tiempo transcurrido hasta la primera crisis de dolor vaso-oclusivo (tras el inicio del tratamiento con Crizanlizumab) se duplicaba o triplicaba en relación al grupo placebo.

En el grupo tratado con la dosis más elevada de Crizanlizumab (5mg/Kg) el número de crisis dolorosas vaso-oclusivas se redujo entre un 32,1% y un 50,0% en función de si el paciente estaba recibiendo, o no, Hidroxiurea.

Durante el estudio, la incidencia de efectos adversos notificados con Crizanlizumab fue similar a la del grupo placebo. Así mismo, durante el tiempo del ensayo no se detectaron anticuerpos contra Crizanlizumab.

La prescripción del medicamento se restringe para personas mayores de 16 años. Se administra mediante una infusión intravenosa mensual.

Oxbryta® (Voxelotor), fabricado por Global Blood Therapeutics, se prescribe para precaver la anemia drepanocítica grave que puede dañar de manera irreversible muchos órganos, entre ellos el cerebro. Se administra como una única dosis oral diaria de 1g a partir de los 12 años de edad.

Voxelotor es un inhibidor de la polimerización de la hemoglobina falciforme (HbS). Como resultado de esta menor polimerización mejora la reología de la sangre (observación in vitro), y aumenta la vida media de los glóbulos rojos. Consecuentemente disminuye la hemólisis y la anemia subsiguiente.

Su eficacia clínica se ha estimado en el ensayo clínico fase 3 designado HOPE (Haemoglobin Oxygen Affinity to Inhibit HbS Polymerization).

Durante este estudio, la mitad de los participantes del grupo tratado con 1,5g q.d. de Voxelotor incrementó su hemoglobinemia más de 1g / dl (1g%). Ello les permitió reducir la dosis de Hidroxiurea. Todavía más: Voxelotor elevó los niveles de hemoglobina en sangre, sin aumentar su viscosidad.

El coste anual de cada tratamiento (Adakveo® y Oxbryta®) se estima en $100,000 (cien mil dólares), debiendo mantenerse durante toda la vida del paciente. Muchos millones de personas en todo el mundo sufren drepanocitosis (anemia falciforme) y, en consecuencia, son susceptibles de recibir estos medicamentos. El coste de estos tratamientos es prohibitivo incluso en sociedades avanzadas. Por ejemplo, en Estados Unidos, donde alrededor de 100.000 personas padecen drepanocitosis, el coste de los tratamientos duplica el ingreso familiar promedio. He aquí otra disfunción más (¡y ya son muchas!) del mercado farmacéutico.

El problema del precio anticipa otro mayor: alrededor de 30 nuevos fármacos para la drepanocitosis se hallan en estadios avanzados de ensayos clínicos, pudiendo llegar al mercado farmacéutico en los próximos años; y a precios previsiblemente similares o superiores.

Las empresas fabricantes y comercializadoras de los dos costosos medicamentos (Adakveo® y Oxbryta®) justifican los elevados precios en el contexto de los costes de los pacientes con anemia de células falciformes: aproximadamente $10,000 (diez mil dólares) anuales en los niños; y alrededor de $30,000 en adultos, sin tener en cuenta los costes derivados de las frecuentes complicaciones (crisis de intenso dolor vaso-oclusivo, daños en diversos órganos y hemorragias cerebrales) A ello hay que añadir que muchas personas no pueden trabajar y deben recibir pensiones subsidiarias.

Sin embargo, Ameet Sarpatwari, director del Program On Regulation, Therapeutics and Law, se manifiesta crítico con los análisis coste frente a beneficio de las empresas farmacéuticas que tratan de maximizar la rentabilidad de sus inversiones.

Con idéntica actitud crítica se manifiesta David Mitchell, fundador de Patients for Affordable Drugs. En su opinión, ni los pacientes ni las compañías aseguradoras deberían aceptar estos precios. Recuérdese que en Estados Unidos, el gobierno federal tiene prohibido por ley regular el precio de los fármacos, aun cuando existen proyectos para modificar la legislación. Las compañías farmacéuticas se aprovechan de la bonhomía de la gente. Ante la pregunta, ¿cuánto pagaría usted por aliviar a un niño afectado de un dolor lancinante?, casi todo el mundo respondería: cualquier cosa. No obstante, el planteamiento es falaz. La cuestión correcta es: ¿qué beneficio es éticamente aceptable para los fabricantes de estos medicamentos?

Medicaid (un programa estadounidense para las personas sin cobertura privada de salud) financia el 50% de los costes de la atención médica y farmacéutica de los pacientes con anemia de células falciformes. Sin embargo, es imposible que las personas con la cobertura del Medicaid asuman el 50% restante del coste de estos medicamentos.

Un fármaco antiguo (Hidroxiurea), aprobado para la drepanocitosis en 1998, hoy comercializado en versiones genéricas, tiene un coste anual de mil dólares ($1,000) y su empleo está autorizado en niños desde el año 2017.

La Hidroxiurea puede reducir la incidencia de crisis de dolor y accidentes cerebrovasculares a la mitad aproximadamente. Aun así, en Estados Unidos, apenas el 30% de los pacientes con drepanocitosis (anemia de células falciformes) toman regularmente el medicamento. Hay quien plantea que antes de prescribir los nuevos fármacos (Adakveo® y Oxbryta®) se debería lograr una correcta adherencia terapéutica con Hidroxiurea. Este punto de vista es auspiciado por las compañías aseguradoras.

Incluso existen dudas de la adherencia terapéutica con los nuevos medicamentos, sobre todo con Oxbryta® que se ha tomar regularmente (1 comprimido diario). Muchas personas con drepanocitosis tienen daños cerebrales, a veces sutiles, que dificultan la comprensión de su situación clínica o bien limitan su responsabilidad en el seguimiento de las indicaciones médicas y farmacéuticas.

Con independencia de las consideraciones socio-económicas comentadas, los dos fármacos (CrizanlizumabAdakveo®- y VoxelotorOxbryta®-) son importantes avances en el tratamiento de la anemia de células falciformes.

En los niños con drepanocitosis los síntomas debutan a los pocos meses de vida, cuando los hematíes fetales (de origen materno) son reemplazados por los de fabricación propia (por la propia médula ósea del niño). Los hematíes falciformes tienen forma de media luna en cuarto creciente. Son muy rígidos, fluyen con dificultad por los capilares obstruyéndolos con frecuencia, dando lugar a un intenso dolor vaso-oclusivo por necrosis del tejido que pierde la perfusión sanguínea. La vida media de estos hematíes falciformes es mucho más breve que la de los hematíes normales (aproximadamente 120 días).

Las manifestaciones clínicas de la drepanocitosis debutan con inflamación de manos y pies, junto a un proceso febril de duración variable y crisis de dolor agudo vaso-oclusivo.

Además de esta sintomatología inicial, pronto se hace evidente una anemia grave con cansancio, irritabilidad, mareos, palpitaciones, disnea, cianosis, ictericia, así como retraso del crecimiento y de la maduración sexual.

La anemia obliga a realizar frecuentes trasfusiones de sangre con riesgo de hemosiderosis que requiere la administración de quelantes de hierro férrico (Fe3+) (Deferasirox). [La hemosiderosis daña irreversiblemente numerosos órganos, de preferencia el miocardio]. Otro signo clínico de la drepanocitosis es la esplenomegalia debida al atrapamiento en el bazo de los hematíes falciformes.

Los pacientes con drepanocitosis pueden sufrir el denominado síndrome torácico-agudo que remeda a un cuadro neumónico.

Es relativamente común la pérdida de visión a causa de la angiogénesis de la retina como mecanismo compensatorio al insuficiente aporte de sangre a esta trascendente membrana de la parte posterior del globo ocular.

El atrapamiento de los hematíes falciformes también puede desencadenar trombosis venosa profunda, ictus (accidente cerebro-vascular) y embolismo pulmonar.

La drepanocitosis tiene mayor prevalencia en la población de origen africana, así como en las comunidades mediterráneas, incluyendo Arabia Saudí e India. Linus Pauling descubrió la naturaleza hereditaria de la enfermedad en el año 1945: se debe a una mutación autosómica (no ligada al sexo) del codón 6 del gen β de la globina [mutación GTG ® GAG], esto es, el nucleótido Timina es sustituido por Adenina. La mutación trasunta en la sustitución del aminoácido ácido glutámico por valina. Esta modificación tiene lugar en la superficie de la globina, alterándose la carga eléctrica neta y, como resultado, la movilidad electroforética. La hemoglobina mutada de la drepanocitosis se designa hemoglobina S (S de Sickle, falciforme en inglés).

Adakveo® (Crizanlizumab) hace que los hematíes se adhieran menos a las arterias de resistencia y capilares. En diversos ensayos clínicos Novartis AG., descubrió que Crizanlizumab reducía las crisis de dolor agudo en un 45% (estudio con grupo placebo), independientemente de que el paciente estuviera, o no, tomando Hidroxiurea.

Sin embargo, Crizanlizumab no mostró efecto alguno sobre la anemia, la principal afectación de la drepanocitosis.

Con el otro fármaco, Oxbryta® (Voxelotor) los pacientes que tomaron una dosis oral diaria consiguieron una notoria mejoría de su hematocrito al cabo de dos semanas de iniciado el tratamiento; en algunos casos hasta valores normales. Voxelotor ayuda a que los hematíes retengan oxígeno dificultando que se deformen y agrupen tras su desoxigenación. De esta guisa, la vida media de los hematíes se prolonga.

Una cuestión no resuelta por ahora es si los dos medicamentos se deberían tomar a la vez. No se han realizado estudios clínicos al respecto.

Zaragoza a 8 de enero de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


Berlín. Una noche de diciembre de 1891

Emil von Behring (primer galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, en 1901, por sus trabajos sobre sueroterapia contra la difteria), prestigioso fisiólogo de la recién creada nación alemana (1871), administró una antitoxina experimental a un niño gravemente enfermo de difteria. La respuesta clínica del niño fue espectacular: en pocos días abandonó el hospital y regresó a su vida familiar y escolar.

Hoy día la protección frente a la difteria se consigue mediante una vacuna que aúna también la profilaxis del tétanos y la tos ferina (vacuna DTP – Diphtheria-Tetanos-Pertussis) cuya primera dosis se administra a los dos meses de vida, y las tres siguientes (dosis de refuerzo) a los 4 y 6 meses, y la última a los 6 años de edad.

Gracias a la vacunación la difteria es hoy día extremadamente infrecuente. No fue así años ha. La sintomatología de la difteria debutaba, de modo inespecífico, como una amigdalitis, acompañada de fiebre y malestar. La principal complicación es la formación en la garganta de una seudomembrana grisácea formada por células muertas que dificulta la respiración dando lugar a sensación de asfixia. [El término griego diphthéra significa “membrana”]. La bacteria diftérica, Corynebacterium diphtheriae, segrega una potente toxina (exotoxina) que destruye las células epiteliales que recubren la cavidad bucal, la faringe; y, en menor medida, también el tejido cardíaco y renal.

Corynebacterium diphtheriae es un bacilo Gram positivo, no formador de esporas y no flagelado.

Los niños muy pequeños no han desarrollado completamente sus vías respiratorias. Este hecho los hace más susceptibles a las infecciones respiratorias, incluida la difteria. Cuando un niño contraía la infección diftérica, poco podía hacerse; todo lo más, realizar una traqueotomía que le aliviase en su asfixia, pero al precio de acelerar muchas veces su fallecimiento por infecciones asociadas al procedimiento quirúrgico. Antes de la existencia de los antibióticos, la mortalidad por difteria era del 10% aproximadamente.

Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjeron varias epidemias de la que en aquella época se consideraba una misteriosa y terrible infección.

Edwin Klebs identificó la bacteria en el año 1883. Un año más tarde Friedrich Loeffler consiguió cultivar in vitro la bacteria, razón por la que durante algunos años se la conoció como bacteria Klebs-Loeffler. Cuando se contagiaba experimentalmente a cobayas, conejos, caballos y perros, todos los animales desarrollaban sintomatología diftérica.

Muy pronto se hizo evidente que la gravedad de la infección diftérica se debía una toxina (cuando se eliminaban las bacterias de un cultivo, el sobrenadante continuaba siendo infeccioso). Partiendo de esta observación, Emil von Behring y Shibasaburõ Kitasato obtuvieron en el año 1890 las primeras antitoxinas contra la difteria y el tétanos. [La virulencia del Clostridium tetanii, germen causante del tétanos, también se debe a la toxina segregada].

Emil von Behring y Shibasaburõ Kitasato llevaron a cabo una serie de experimentos mediante los que se demostró que cuando se inyectaba una toxina (previamente inactivada mediante calefacción) a un animal, éste sintetizaba una sustancia que neutralizaba de modo específico la toxina. Cuando se infectaba de modo deliberado a los animales con la bacteria diftérica, éstos se mostraban resistentes. Todavía más: la sangre de estos cobayas transmitía la resistencia cuando se transfundía a otros animales. Más tarde se denominarían antígenos a las toxinas; y anticuerpos a las antitoxinas. Se habían establecido las bases para una nueva ciencia: la inmunología. Este trabajo fue reconocido con el primero de toda la serie de Premios Nobel de Fisiología y Medicina (1901) a Emil von Behring.

El suero del cobaya conteniendo antitoxina diftérica se ensayó con aquel niño berlinés durante la Navidad de 1891. La historia, un verdadero cuento de Navidad, se describe en un libro publicado en el año 2005, escrito por Derek S. Linton, titulado «Emil von Behring: infectious Disease, Immunology, Serum Therapy (Memoirs of the American Philosophical Society)». Se describen otros ensayos con la antitoxina diftérica realizados durante el mes siguiente (enero de 1892; así como las discrepancias entre Emil von Behring, reticente a iniciar los ensayos en humanos, y Ernst von Bergmann, cirujano del hospital donde se realizaban las pruebas.

Bergmann llevó a cabo algunos ensayos con la antitoxina diftérica aprovechando la ausencia de Behring de Berlín, si bien, a su regreso Behring detuvo las pruebas arguyendo que, no habiendo un grupo control (niños a los que no se administraba la antitoxina), no existía certidumbre acerca de la verdadera eficacia del procedimiento.

Nunca quedó registrado el nombre de aquel niño (el primero al que se le administró la antitoxina diftérica). No importa. Las historias ejemplarizantes suelen ser apócrifas. Durante muchos años, detrás de cualquier dolor de garganta en un niño siempre estaba el temor de una grave enfermedad que podía conducirle a la muerte a través de la asfixia. Por suerte, los programas de inmunización que se iniciaron en el período de entreguerras (Primera y Segunda Guerras Mundiales) han relegado la difteria, (y otras importantes enfermedades de la infancia de comienzo insidioso, pero de final incierto), a los libros de Historia de la Medicina.

Cartel advirtiendo de no acercarse a una casa en la que había un enfermo de difteria. San Francisco, California, Estados Unidos (1910).

En España la vacuna monocomponente contra la difteria se introdujo en 1945. Veinte años después [1965] se añadieron las vacunas contra el tétanos y la tos ferina en el mismo preparado farmacéutico.

Gracias a la vacunación, la prevalencia de la difteria en España se redujo del 10% del año 1941 a 1 caso por cada millón en 1965. A partir de 1987, la difteria se consideró erradicada en España (último caso notificado). Sin embargo, en el año 2005 ingresó en un hospital catalán un niño (no había sido vacunado) con infección diftérica. El gobierno tuvo que importar el toxoide diftérico (la antitoxina) para su tratamiento de la URSS, un país donde se continuaban notificando casos.

Durante los años que siguieron al desmembramiento de la URSS a comienzos de la década de 1990, la difteria reapareció produciéndose alrededor de 50.000 casos en el bienio 1993-1994, de los que 1.000 fallecieron.

Las vacunas han liberado a los niños de padecimientos innecesarios, a los padres de preocupaciones fundadas, y a la sociedad de una responsabilidad extraordinaria con respecto a la salud de las generaciones más jóvenes.

Debiera ser intolerable que, bajo el argumento de la libertad de información y actuación, se permitan campañas contrarias a uno de los progresos más notorios de salud pública e individual, que comprometen el futuro de nuestros descendientes. Hoy día, cuando un niño sufre fiebre y faringitis, ningún padre teme con razón perder a su hijo. No siempre fue así. Conviene recordarlo.

Zaragoza, a 7 de enero de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


Funeral de un niño de 9 años víctima del sarampión (Samoa)

Casi todo el mundo asocia a las islas polinesias con Action, el paraíso donde se dice que Dios envió a los descendientes de Adán y Eva tras su expulsión del paraíso original. Pero… Samoa no estaba preparada para enfrentarse al sarampión. Como consecuencia miles de niños se han contagiado, de los que algunos, la mayoría bebés, han fallecido. Casi no existe una familia en este país isleño que no se haya visto afectado. En esta nación las familias suelen ser muy extensas y la vida comunal es parte fundamental de su cultura. [El 90% aproximadamente del territorio está formado por las islas Savai’i y Upolu].

El problema comenzó tras una imprudente decisión gubernamental. Un posible error médico movió al gobierno a interrumpir los programas de vacunación infantil mientras se llevaba a cabo una exhaustiva investigación de lo sucedido.  Al amparo de esta errónea resolución, los activistas contrarios a la vacunación hicieron su particular propaganda para que los padres acudiesen a los curanderos tradicionales como alternativa a la medicina convencional.

Tristemente, Samoa se ha convertido en paradigma de las consecuencias que la desconfianza en las vacunas y las interrupciones en los programas de prevención de la salud tienen en la población más vulnerable, en este caso, los recién nacidos. Otro ejemplo más del resurgimiento del sarampión en todo el mundo.

Durante este año los brotes de sarampión han afectado a prácticamente todas las regiones del planeta, notificándose en países en los que se consideraba erradicado de facto. El aumento global de la prevalencia de sarampión durante el primer trimestre del año 2019 fue del 300% en relación al mismo período de 2018.

Ante la alarmante situación el gobierno samoano ha decidido actuar, reconociendo la intemperancia de su decisión.

En muchas aldeas las familias colgaban banderas rojas en sus balcones y ventanas como advertencia a las autoridades sanitarias de que necesitaban y exigían ser vacunados. Las autoridades se han propuesto lograr una tasa de vacunación del 95%, cifra que se considera imprescindible para lograr una protección colectiva, que técnicamente se denomina «inmunidad de rebaño».

Oficialmente se han producido 5.400 casos de sarampión, con una mortandad de 77 personas (mayoritariamente niños de muy corta edad). Es una cifra significativa para una población de alrededor de 200.000 personas. Sin embargo, la convicción general es que la cifra de contagios (y fallecimientos por esta causa) es sustancialmente superior.

Las funerarias agotaron sus féretros pequeños, llegando a ofrecer gratuitamente sus servicios cuando se trata de niños muy pequeños.

El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas que se conocen. Cada enfermo contagia como promedio a entre 12 y 18 personas. El único tratamiento disponible es sintomático: disminuir la fiebre, controlar la tos y aliviar el eritema macular con pápulas. La principal complicación, causa de su mortalidad, es la neumonía. Cuando se sobrevive a la infección, las secuelas son comunes e importantes: debilidad permanente del sistema inmunitario y complicaciones neurológicas irreversibles.

En el año 2013, en Samoa, prácticamente el 90% de los niños al cumplir el primer año de vida recibían la vacuna la vacuna triple vírica (que protege frente al sarampión, la rubéola y la parotiditis).

Sin embargo, durante los años siguientes la tasa de vacunación (que no era obligatoria) disminuyó paulatinamente. Nadie pareció dar importancia al asunto; y aún menos que se pudiese desencadenar una epidemia de sarampión.

La disminución del  porcentaje de vacunación continuó disminuyendo, llegando a tan solo un 30% en el año 2018, una cifra equiparable a la de los países más pobres de África. Para empeorar las cosas, ese año varios bebés murieron tras recibir vacunas «triple vírica» muy posiblemente por una grave negligencia médica: las jeringas contenían un potente relajante muscular en lugar de agua estéril para inyección.

La gente dejó de acudir con sus hijos a los centros de vacunación, al mismo tiempo que se generalizaron las protestas. En medio la crisis, el gobierno retiró la vacuna triple vírica en todo el país y suspendió el programa de vacunación durante nueve meses, mientras realizaba una investigación.

La decisión creó una cohorte (grupo) de niños menores de cinco años especialmente susceptibles, que han resultado ser lo más afectados y en los que la tasa de mortalidad ha sido más elevada.

Los programas de vacunación se reanudaron en abril de 2019. El proceso penal contra las enfermeras sigue su curso cuando se redacta este artículo (enero 2020).

Los grupos anti-vacunas han aprovechado el accidente para vindicar su peligroso y amoral posicionamiento, auspiciados en la desconfianza y el temor que siguió a la negligencia médica. El gobierno ha detenido a un activista anti-vacuna que promovía la utilización de preparados vitamínicos como alternativas a las vacunas.

Una cuestión trascendente es el posicionamiento de personas que por su prestigio e influencia pueden crear corrientes de opinión, desde deportistas conocidos (caso de un famoso jugador de rugbi samoano) o del político Robert F. Kennedy Jr., de Estados Unidos.

El Ministerio de Salud samoano informó que la epidemia llegó al archipiélago de Samoa junto con un viajero contagiado procedente de Nueva Zelanda, un país afectado también de un brote epidémico de sarampión. El gobierno retrasó la confirmación del caso, pues hubo de enviar las muestras a un laboratorio de Australia. La demora permitió que la epidemia se expandiese en el archipiélago de Samoa. El caso sospechoso se confirmó el 9 de octubre (2019); la epidemia se declaró el día 16 del mismo mes; y en noviembre se tuvo constancia del fallecimiento de 15 niños. Fue entonces cuando el gobierno declaró el estado de emergencia sanitaria, cerró las escuelas y prohibió las reuniones en que hubiese muchos niños. El estado de emergencia se prolongó hasta el 29 de diciembre. Durante el mes de diciembre, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud y UNICEF (United Nations International Children’s Emergency Fund) se llevó a cabo la vacunación masiva de la población, no solo niños. Tras este grave percance, el parlamento se plantea legislar la obligatoriedad de vacunación para ingresar en las escuelas. La amarga experiencia en este lejano país ha creado un paradigmático compromiso político y social, para asumir responsabilidades en lugar de eludirlas. Muchos sanitarios han trabajado en los hospitales de manera desinteresada durante turnos interminables.

Un problema añadido es que algunos padres acuden a curanderos tradicionales que usan máquinas potabilizadoras de agua a las que otorgan fraudulentas atribuciones de potenciar el sistema inmune de los niños. Es muy difícil convencer a sus padres de lo erróneo de su proceder para la salud de sus hijos más pequeños y vulnerables.


Samoa es un grupo de islas de Polinesia que fueron colonizadas por Alemania y Estados Unidos durante el siglo XIX. Siete islas orientales del archipiélago constituyeron en 1899 la Samoa Americana, siendo regidas sucesivamente por el Departamento de Marina [estadounidense] durante los primeros 51 años del siglo XX; y, desde 1951 hasta 1978 por el Departamento de Interior [estadounidense]. En ese año {1978] se eligió un gobernador, creándose una legislatura bicameral (20 congresistas y 18 senadores) con competencia exclusiva en asuntos internos. La política exterior continuó en manos estadounidenses.

En 1914 las islas occidentales del archipiélago fueron invadidas por el ejército neozelandés. Dos años después de concluida la Primera Guerra Mundial, este grupo de islas [occidentales] quedó primero bajo jurisdicción de la Liga de Naciones, y, más tarde bajo Naciones Unidas.

A partir de 1960, las islas occidentales (Western Samoa) se convirtieron en el primer estado polinesio independiente, miembro de la Commonwealth  y del South Pacific Forum. Durante la década de 1960, el nuevo estado se posicionó contrario a las pruebas nucleares francesas en Nueva Caledonia, entonces Polinesia Francesa.

Zaragoza, a 3 de enero de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


En el año 2010 uno de los abajo firmantes publicó una editorial en la revista “Atención Farmacéutica” (hoy: European Journal of Clinical Pharmacy) con el título “Dengue: dos vacunas en fase de investigación” [1] en la que mencionaba como en dos edificios próximos (en la misma calle) de la capital tailandesa, Bangkok, se investigaban independientemente dos potenciales vacunas contra el dengue. Una de ellas estaba siendo diseñada por la multinacional británica GlaxoSmithKline Pharma, con financiación externa del gobierno tailandés y de la Bill & Melinda Gates Foundation; la otra por Sanofi Pasteur, división de la multinacional francesa Sanofi Aventis en colaboración con la universidad de Bangkok.

Otros laboratorios también desarrollan programas de investigación de potenciales vacunas contra el dengue: Merck, con el apoyo de los National Institutes of Health de Estados Unidos; y el grupo japonés Takeda Pharmaceuticals.

El dengue, conocida como fiebre quebrantahuesos, debido a los intensos dolores musculares y articulares que ocasiona, es una infección vírica transmitida por diversas especies de mosquitos, siendo Aedes aegypti el vector principal; y, en menor medida, por Aedes albopictus (popularmente: “mosquito tigre”). Existe una creciente tendencia a distinguir la infección por dengue transmitida por Aedes aegypti de la denominada chikungunya (en la que Aedes albopictus es el principal vector transmisor). A juicio de quienes suscriben esta distinción carece de fundamento, dado que se trata de la misma infección en distintos lugares del mundo y probablemente por diferentes serotipos. El término chikungunya procede de la lengua makondo, hablada en Mozambique y Tanzania, que se puede traducir como “el que te quiebra”, de donde surgió la expresión más conocida en Occidente, mencionada antes, de fiebre quebrantahuesos.

La primera epidemia de dengue de la que se tiene registro se produjo en el bienio 1779-1780, afectando a Asia, África y Norteamérica (sobre todo Filadelfia, entonces capital federal). Los brotes epidémicos por dengue se suelen producir cada 10 a 40 años, en función del surgimiento de nuevos serotipos, ante los que la población susceptible no ha desarrollado protección natural.

Los vectores transmisores pueden sobrevivir en una botella de soda, si bien las condiciones idóneas son los grandes contenedores donde se almacena el agua de bebida en muchos lugares de países con bajos estándares de desarrollo socioeconómico. A diferencia de otras especies de mosquitos, los vectores transmisores del dengue muestran preferencia por el agua limpia, así como el interior de las viviendas, entre cortinas y visillos. Son más activos durante el aba y el ocaso, estando inactivos (a diferencia de los transmisores del paludismo) en las horas nocturnas.

Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 50 millones de personas se contagian por dengue cada año, de los que un 10% desarrollan un cuadro clínico importante (fiebre, vómitos e intensos dolores de tipo muscular, articular y retro-ocular); un 10% de quienes sufren la llamada «fiebre del dengue» requieren atención hospitalaria. En su versión más grave (generalmente tras una reinfección) la clínica debuta como un grave proceso hemorrágico con elevada mortalidad.

Una de las causas del aumento de la prevalencia de dengue (y otras infecciones tropicales) ha sido el abandono del insecticida DDT a partir de la década de 1960 (2)

Existen cuatro serotipos (variantes genéticas) del virus del dengue (3): DEN­_1, DEN_2, DEN_3 y DEN_4. El contagio con un determinado serotipo solo ofrece protección contra esa variante genética, y, paradójicamente, aumenta la susceptibilidad hacia alguno de los serotipos restantes, incrementando la propensión a sufrir la clínica más grave del dengue, la fiebre hemorrágica. Sin embargo, por razones ignoradas, una segunda infección ofrece inmunidad de por vida frente a todos los serotipos del dengue.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el virus del dengue fue aislado por un científico japonés. Pocos años después, Albert Sabin, a la sazón médico militar, célebre por haber desarrollado la vacuna oral contra la poliomielitis, descubrió los distintos serotipos del dengue.

Sanofi Aventis desarrolló por ingeniería genética una vacuna contra el dengue que fue ensayada (estudios fase 2) en 4.000 niños tailandeses.

La vacuna de GlaxoSmithKline Pharma se elaboró siguiendo el método tradicional, a partir de virus atenuados. Se estudió en voluntarios de Estados Unidos, Puerto Rico y Tailandia, si bien no se ha comercializado.

Sanofi Aventis comercializa desde el año 2015 su vacuna contra el dengue registrada como Dengvaxia® (CYD-TDV). Se trata de una vacuna tetravalente (contra los cuatro serotipos habituales), que se administra en tres dosis a intervalos de seis meses. Según el propio laboratorio [Sanofi Aventis] la protección ofrecida por Dengvaxia® se estima en aproximadamente un 60%.

La «Comisión Federal para la Protección frente al Riesgo Sanitario» de México autorizó la vacuna el 9 de diciembre de 2015, restringiendo su prescripción a las personas que vivan en áreas endémicas con edades comprendidas entre 9 y 45 años. El límite de edad de 9 años se fundamenta en que la vacuna es relativamente ineficaz en niños más pequeños, muchos de ellos naïve frente al contagio, lo que les predispone a sufrir el dengue hemorrágico tras una reinfección. Poco tiempo después se autorizó en Brasil, El Salvador, Honduras y Paraguay (en este último país para personas expuestas al contagio por vivir en regiones endémicas, siempre que su edad se halle en el rango de 9 a 60 años).

Esta precaución no se tuvo en cuenta cuando se comenzó a vacunar masivamente a la población escolar en Filipinas, un país formado por más de 7.000 islas con alrededor de 105 millones de habitantes, donde el dengue se convirtió en un problema de salud pública de primera magnitud. Tal vez por esta razón, Sanofi Aventis decidió llevar a cabo en Filipinas los más extensos ensayos clínicos fase 3 previos a su comercialización. Sanofi Aventis, en connivencia con algunos políticos filipinos (hoy encausados), ignoraron las advertencias, vacunando a más de 800.000 escolares, sin comprobar si eran personas naïve frente a la infección por el virus del dengue y, por lo tanto, exponiéndolos a un riesgo inaceptable de sufrir fiebre hemorrágica caso de una muy probable reinfección. La vacuna [Dengvaxia®] parece comportarse como una prima-infección favoreciendo el dengue hemorrágico tras una reinfección.

El Ministerio de Salud filipino ha retirado a Sanofi Aventis la autorización de comercialización, exigiendo el reembolso de 3.500 millones de pesos filipinos (alrededor de 60 millones de euros al cambio actual), una fracción de los 7 billones de pesos filipinos (140 millones de dólares aproximadamente) con los que el gobierno financió la campaña de vacunación contra el dengue (una cifra superior al de todos los demás programas de vacunación que se llevan a cabo en el país asiático). Además, las autoridades solicitan a la multinacional francesa un fondo de compensación para el tratamiento de los niños que contraigan la fiebre hemorrágica por dengue tras haber sido vacunados.

Muchas familias filipinas se sienten engañadas. Temen la suerte que puedan correr sus hijos si, tras haber sido vacunados, se contagian de nuevo y contraen una grave fiebre hemorrágica.

El programa de vacunación en Filipinas de inicio en 2016, apenas un mes después del informe favorable de la Organización Mundial de la Salud.

En noviembre de 2017 (aproximadamente 1 año después de iniciar el programa de vacunación), el laboratorio [Sanofi Aventis] advirtió que la administración de Dengvaxia® a personas sin antecedentes de una infección previa podría desencadenar, caso de reinfección, un dengue hemorrágico potencialmente mortal. Al mes siguiente (diciembre 2017) el gobierno filipino suspendió la vacunación generalizada.

La vacuna [Dengvaxia®] solo es útil para quienes han sufrido una infección por dengue; e innecesaria para quienes se han contagiado 2 o más veces, ya que una segunda infección confiere inmunidad de por vida.

Una recomendación de la Organización Mundial de la Salud de diciembre de 2018 señalaba: …si bien es preferible conocer si se ha padecido la infección antes de administrar la vacuna, cuando dichas pruebas no sean factibles, los países podrán optar por administrar Dengvaxia® a niños de 5 o más años en aquellas poblaciones con una endemicidad superior al 80%. [Filipinas declara una endemicidad por dengue de alrededor del 90%].

La Organización Mundial de la Salud rectificaba poco después, incidiendo que la vacuna se puede considerar segura a partir de los 9 años.

Con los altibajos mencionados, Dengvaxia® tiene una experiencia de uso de cuatro años (2015-2019) en varios países de Asia y Latinoamérica [4].

La Food and Drug Administration (FDA) estadounidense autorizó Dengvaxia® el 1 de mayo de 2019.

Sin embargo, un efecto colateral de la drástica interrupción del programa de vacunación contra el dengue es que algunas campañas de erradicación de los vectores (especies del género Aedes) se han abandonado, con la consecuencia inmediata de 146.000 nuevos casos de dengue durante 2019, situación que ha obligado al gobierno a declarar el estado de epidemia. La segunda es que, diecinueve años después de considerarse erradicada, la poliomielitis ha reaparecido en Filipinas. Aun cuando el número de casos es relativamente pequeño, su dispersión ha hecho que el gobierno también lo haya catalogado de epidemia. Así mismo, la desconfianza de la población respecto a las vacunas ha dado lugar a un brote de sarampión durante el presente año, 2019.

Bibliografía.-

  • López-Tricas, JM. Dengue: dos vacunas en fase de investigación. Atención Farmacéutica 2009; 11(3): 139-140.
  • López-Tricas, JM. Rachel Carson, DDT y la lucha contra la malaria. In: http://www.info-farmacia.com/historia/rachel-carson-ddt-y-la-lucha-contra-la-malaria. Web page: info-farmacia.com. Consult: January 2020.
  • Manmohan P., et al. Rapid Detection and Differentation of Dengue Virus Serotypes by a Real-Time Reverse Transcription-Loop Mediated Isothermal Amplification Assay. Journal of Clinical Microbiology 2005; 43(6): 2895-2903.
  • Arredondo García, J.L., et al. Four years safety follow-up of the tetravalent dengue vaccine efficacy randomized controlled trials in Asia and Latin America. Clinical Microbiology and Infection 2018; 24(7): 755-63.

Zaragoza, a 2 de enero de 2020

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


John B. Robbins desarrolló una vacuna contra la meningitis infecciosa causada por el serotipo b del bacilo Gram negativo Haemophilus influenzae (de modo abreviado Hib). Se trata de la meningitis infecciosa más común. La meningitis (o meningoencefalitis) bacteriana es una grave infección que, antes del desarrollo de una vacuna, mataba a más de 1.000 niños diarios en todo el mundo.

Según algunas estimaciones, la vacuna anti-meningitis por Hib ha salvado a siete millones de niños desde su comercialización a comienzos de la década de 1989. No obstante, no fue la primera vacuna contra Hib, pero sí la más eficaz, porque se mostraba eficaz en niños a partir del segundo mes de vida.

Antes de la disponibilidad de medicamentos antimicrobianos, las meningitis por Hib y otras infecciones invasivas por este bacilo Gram negativo eran virtualmente mortales. La primera terapia «efectiva» se desarrolló durante la década de 1930; consistía en la administración intrarraquídea un antisuero de caballo (producido tras la inmunización de caballos con cepas de Hib) junto con factores del complemento. Con este tratamiento la mortandad se redujo de casi el 100% a un 80% aproximadamente. Al objeto de mejorar la respuesta se prepararon en ratones sueros hiperinmunes. Cuando al tratamiento con antisuero se añadieron las entonces recién descubiertas sulfonamidas, la mortalidad de las meningoencefalitis por Hib se redujo a un 24% aproximadamente. Si solo se utilizaban sulfonamidas la mortalidad seguía siendo muy elevada, del  72 al 88%. Estos tratamientos también se usaban en otras infecciones invasivas por Hib, tales como epiglotitis y empiema. [Empiema o piotorax es una infección de la cavidad pleural o del espacio sub-diafragmático que suele requerir el drenaje quirúrgico del pus].

A comienzos de la década de 1970 dos grupos de investigación purificaron y caracterizaron el polisacárido tipo b (polirribosil-ribitol-pirofosfato, abreviadamente PRP) En adultos se observó que los anticuerpos contra PRP eran bactericidas y opsonizaban (“marcaban”) a los bacilos para su lisis (estudios en animales de experimentación).

El efecto protector de la vacuna elaborada usando el polisacárido tipo b (PRP) como antígeno se demostró en un estudio prospectivo realizado en el año 1974 en niños finlandeses de edades comprendidas entre 18 y 71 meses. La salud de los niños se monitorizó durante los cuatro años siguientes a la administración de la vacuna experimental. Los resultados del estudio se publicaron en 1984, siendo determinantes para la autorización de la primera vacuna en Estados Unidos en el mes de abril de 1985; y en España un año después, en 1986.

La presencia de la bacteria Hib (Haemoophilus influenzae tipo b) en el líquido cefálico o raquídeo de un niño era, a pesar de los tratamientos con antibióticos del grupo de las «cefalosporinas de tercera generación» por vía intravenosa, casi una condena a muerte o a vivir con secuelas irreversibles y permanentes, desde sordera a retraso mental.

Según la Organización Mundial de la Salud, antes de la comercialización de las vacunas, la meningitis mataba anualmente a unos 400.000 niños  Gracias a la vacuna, la meningitis bacteriana ha quedado relativamente relegada a los libros de historia de la microbiología. Las infecciones son, hoy día, casi testimoniales, gracias a que la vacuna está disponible en prácticamente los 180 países del mundo.

John Robbins y Rachel Schneerson desarrollaron la vacuna contra la meningitis que se usa hoy en todo el mundo; y que, además, se añade para potenciar otras como las de la fiebre tifoidea, tos ferina, ántrax, y contra Escherichia coli y Clostridium difficile.

Se trata de una vacuna conjugada. Con la adjetivación conjugada se quiere indicar que se unen proteínas y polisacáridos a la pared celular bacteriana. Con estas estructuras moleculares adicionales, la bacteria se torna visible para los inmaduros sistemas inmunes de los bebés, que de esta manera pueden sintetizar anticuerpos específicos.

Muy recientemente, se ha comercializado una vacuna conjugada contra la fiebre tifoidea, a la cuyo descubrimiento John Robbins, recientemente fallecido (diciembre 2019, víctima de un cáncer de próstata) también contribuyó de manera decisiva. Esta vacuna (contra la fiebre tifoidea) se ha usado en diez millones de niños paquistaníes, gracias al apoyo financiero de la Bill & Melinda Gates Foundation.

John Robbins y Rachel Schneerson no pretendieron enriquecerse con el desarrollo de la vacuna contra la meningitis bacteriana por Hib. Sus investigaciones se realizaron con financiación pública y ellos deseaban que los resultados de sus trabajos revertieran en la sociedad sin coste alguno. Los hechos contravinieron sus nobles aspiraciones: la formulación de la vacuna se modificó mínimamente y, en base a este pequeño cambio, se patentó con fines lucrativos.

John Robbins realizó sus investigaciones en Eunice Kennedy Shriver National Institute of Child Health and Human Development, centro adscrito a la Bethesda University, en Maryland., Estados Unidos Trabajó allí desde 1970 hasta su jubilación en 2012 cuando cumplió 80 años.

Recibió numerosos galardones, incluido el Albert Lasker Clinical Medical Research en 1996 (aparece en la fotografía inicial del texto sosteniendo el galardón) ex aequo Rachel Schneerson, David H. Smith y Porter Warren Anderson; así como el Premio Pasteur de la Organización Mundial de la Salud en el año 2006; y el Prince Mahidol Foundation Award Health Organization, en Tailandia en 2017, concedido por la embajada británica en el país asiático. Porter W. Anderson y David H. Smith, contribuyeron de manera decisiva al desarrollo de los polisacáridos que se adicionan a la cápsula de Haemophilus influenzae para desarrollar la vacuna conjugada.

Fue en el año 1968 cuando los grupos de trabajo dirigidos por Porter W. Anderson y David H. Smith comenzaron a estudiar la biología y epidemiología de los factores de resistencia de infecciones causadas por Hib, responsables un conjunto de enfermedades, desde la meningoencefalitis (vinculado a sordera irreversible y retraso mental) a otras como la epiglotitis, artritis, osteomielitis y neumonías. A partir del polisacárido de membrana de Haemophilus influenzae desarrollaron una primera vacuna que se ensayó en adultos y niños en el año 1972, cuyos resultados se publicaron en la revista Journal of Clinical Investigation.

En el año 1983, David Smith creó Praxis Biologics para patentar la sistemática de tecnología de la conjugación de las vacunas. Dos años más tarde, David Smith y Porter Anderson comercializaron b-CAPSA-I la primera vacuna para la protección de niños de 2 o más años frente a Hib. En el año 1988 la vacuna conjugada HibTITER® fue autorizada para su empleo en niños de edades ≥ 18 meses; y, a partir de 1990 para su administración a partir de los dos meses de vida. Para mejorar su capacidad de distribución, Praxis Biologics se asoció con American Cyanamid Corporation.

Partiendo de los hallazgos de David Smtih y Porter Anderson, los grupos de trabajo de John Robbins y Rachel Schneerson incrementaron la respuesta antigénica asociando a la bacteria (Haemophilus influenzae) los polisacáridos de membrana y el toxoide tetánico. Fue de este modo como se prepararon las poderosas vacunas conjugadas y se estandarizó esta metodología para la elaboración de otras vacunas, más antigénicas y que consecuentemente requerían menos dosis de refuerzo.

Hasta la década de 1980 las vacunas contra las infecciones bacterianas se fabricaban a partir de bacterias enteras debilitadas (la infección secuencial en animales experimentales debilitaba la virulencia de la bacteria) o las toxinas bacterianas aisladas. La metodología entrañaba riesgos, desde cuadros febriles relativamente graves y crisis convulsivas, al contagio de la propia enfermedad contra la que se había diseñado la vacuna.

Las vacunas elaboradas con polisacáridos superficiales de la bacteria evidenciaron ser más seguras e igualmente eficaces. Sin embargo, estas vacunas no protegían a niños menores de dos años de edad, los más susceptibles a estas graves infecciones. La vacuna anti-meningitis desarrollada por John Robbins y Rachel Schneerson era eficaz en niños a partir de los dos meses de edad.

Hib es el acrónimo de la bacteria Haemophilus influenzae tipo b. Emil Pfleiffer aisló la bacteria como infección oportunista durante la pandemia de gripe de 1889; y hasta 1933 se creyó que causaba la gripe. De ahí su denominación específica que puede inducir a confusión. [La gripe es una infección vírica, no bacteriana]. [La pandemia de gripe de 1889-1890 comenzó en San Petersburgo, entonces Imperio Ruso, y se fue extendiendo por el resto de Europa, saltando más tarde al continente americano].

El abuelo paterno de John Robbins, Philip Rabinowitz, emigró a Estados Unidos desde la ciudad rusa de Minsk (actual capital de Bielorrusia). Fue el último de una prominente casta de rabinos de Minsk. Perdió su condición de rabino en Estados Unidos por su apoyo a los entonces incipientes sindicatos estadounidenses, de los que algunos cayeron más tarde en manos de la mafia (véase la magnífica película «El irlandés» de Martin Scorsese). La exclusión por su comunidad condujo a Philip Rabinowitz a la precariedad económica, viéndose obligado dejar sus estudios y trabajar en los astilleros de Brooklyn, New York.

El antisemitismo, que tan trágicas consecuencias tuvo a mediados del siglo XX) fue determinante para que el joven John [Robbins] cambiase su apellido. Su historia familiar se perdió en gran parte durante las inundaciones que causó en el año 2012 el huracán Sandy, en el área de Red Hook, New York.

John Robbins se graduó en la universidad de New York. Tras una estancia como médico residente de pediatría en el Massachusetts General Hospital en Boston, Massachusetts, trabajó en el Weizmann Institute of Sciences de Israel y en la Albert Einstein Medical School del Bronx, New York. Abandonó su práctica clínica, integrándose en los National Institute of Health, como investigador.

Entre los expertos en vacunas han proliferado los denominados «ensayos de desafío». En éstos, voluntarios sanos reciben la vacuna experimental y, a continuación, intentan contagiarse con la enfermedad contra la que se han vacunado; esto es, desafían al germen infeccioso.

Este tipo de ensayos logran acelerar los complejos procedimientos previos a la autorización de una nueva vacuna. Naturalmente, estos ensayos de desafío solo son éticamente aceptables si la infección tiene una curación indubitada. John Robins que durante algún tiempo se mostró favorable de este tipo de «estudios», últimamente se manifestó contrario, tanto ética como científicamente. De hecho, la relativamente rápida autorización de la vacuna contra la fiebre tifoidea, que se ha administrado a más de un millón de niños en Paquistán, se consiguió gracias a estos ensayos de desafío.

Repaso de conceptos.-

Varias cepas bacterianas pueden causar meningitis aguda, siendo las más comunes las siguientes:

  • Streptococcus pneumoniae (neumococo).
  • Neisseria meningitides (meningococo).
  • Haemophilus influenzae tipo b (abreviadamente Hib).
  • Listeria monocytogenes

Meningitis vírica.-

Suele estar causada por enterovirus. Es una infección leve que suele aparecer al final del verano o principios del otoño. Otros virus (herpes simple, VIH, virus de la parotiditis, virus del Nilo occidental) también pueden dar lugar a meningitis vírica.

Otros gérmenes también pueden causar meningitis: hongos (comúnmente meningitis criptocócica), bacilo de Koch (Mycobacterium tuberculosis). El pródromo de estas meningitis (crónicas) son similares a las meningitis agudas: cefalea, fiebre, vómitos, opistótonos (rigidez en la nuca similar a la infección por tétanos), aturdimiento, vómitos y, en los niños, llanto incontrolable que aumenta al cogerlos en brazos.

ESTUDIO EUROPEO (1996-2006) DE LAS INFECCIONES INVASIVAS POR HAEMOPHILUS INFLUENZAE

En el decenio 1996 – 2006 se llevó a cabo un estudio europeo denominado European Union Invasive Bacterial Infections Surveillance Network, en el que 28 países notificaron casos de infecciones invasivas por Haemophilus influenzae con identificación del serotipo responsable. El resultado más reseñable del estudio, que se considera extrapolable a otros lugares del mundo, es que, aun cuando la morbilidad y mortandad poro infecciones causadas por Haemophilus influenzae no-b, ha aumentado en relación a las infecciones Hib, no se ha observado un incremento de las infecciones invasivas por las cepas tipo no-b. Se infiere pues que la restricción del nicho ecológico de Haemophilus influenzae tipo b debido a las campañas de vacunación no ha sido ocupado por cepas de Haemophilus influenza no-b.

Haemophilus influenzae (antiguamente denominado «bacilo de Pfleiffer», quien lo aisló en el año 1890 durante la pandemia de gripe iniciada en San Petersburgo en 1889) es un cocobacilo Gram negativo. Se han identificado seis serotipos (A, B, C, D, E y F) de bacterias capsuladas; y otros serotipos no encapsulados, con menor trascendencia clínica.

Haemophilus influenzae (familia Pasteurellaceae) coloniza, de sólito, la garganta, oídos y senos nasales de niños y adultos, dando lugar a infecciones  (faringitis, otitis y sinusitis, respectivamente). En algunos casos la bacteria causa infecciones generalizadas, tales como neumonías, bacteriemia y meningitis.

Antes del desarrollo de la vacuna por John Robbins y Rachel Schneerson, las infecciones invasivas de Haemophilus influenzae tipo-b eran la causa principal de meningitis en niños de edades inferiores a 5 años. La generalización de esta vacuna ha disminuido drásticamente esta incidencia, hasta convertirla en residual. La vacunación en España se realiza a los 2 meses de edad, con dosis de refuerzo a los 4 y 11 meses. En otros países las dosis de refuerzo se administran a los 4, 6, 12 y 15 meses de edad.

La meningoencefalitis del adulto se presenta cuando coexisten factores predisponentes, tales como traumatismo craneoencefálico, otitis grave, sinusitis o neumonías.

Vacuna comercializadas contra Hib (Haemophilus influenzae tipo b)

La primera vacuna se desarrolló en 1984 frente al polisacárido de la cápsula (PRP). Su administración era a niños > 18 meses.

La segunda vacuna (primera vacuna conjugada), se comercializó en 1986, también limitada a niños > 18 meses.

La vacuna conjugada (desarrollada por John Robbins y Rachel Schneerson) se comercializó en 1989, pudiéndose administrar a niños a partir del segundo mes de vida.

Marca registrada de la vacuna (laboratorio comercializador)

Antígeno

Hiberix® (GlaxoSmithKline)

PRP 10mcg

Conjugada con: toxoide tetánico

Infanrix® (GlaxoSmithKline)

Pentavalente (DTP-VPI-Hib)

Conjugada con: toxoide tetánico

Hexyon® (Sanofi Pasteur)

Hexavalente (DTP-VPI-Hib-HB)

Conjugada con: toxoide tetánico

Infanrix hexa® (GlaxoSmtihKline)

Hexavalente (DTP-VPI-Hib-HB)

Conjugada con: toxoide tetánico

Vaxelis® (Merck Sharp & Dohme)

Hexavalente (DTP-VPI-Hib-HB)

Conjugada con: proteína de meningococo

Claves:

DTP: Difteria-Tétanos-Pertussis.

VPI: Vacuna Polio Inactivada.

Hib: Haemophilus influenzae tipo b.

HB: Hepatitis B.

Las vacunas resaltadas en color rojo son las que se usan en el calendario de vacunación en España.

Zaragoza, a 28 de diciembre de 2019

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


Robert D. Moir, un científico de Harvard recientemente fallecido a la edad de 58 años víctima de un glioblastoma, propuso teorías innovadoras sobre las placas amiloideas cerebrales que se cree son el sustrato bioquímico de la enfermedad de alzhéimer.

Robert D. Moir pasó su infancia en Donnybrook, un villorrio rural del oeste de Australia. No asistió a la escuela hasta los 12 años, aprendiendo a leer y escribir a una edad tardía. Su integración en la escuela fue muy problemática.

A pesar de sus difíciles comienzos llegó a ser un prestigioso investigador gracias a su mentor, Colin Master, neuropatólogo de la universidad de Melbourne. En sus primeras publicaciones científicas se mostró iconoclasta en sus posicionamientos acerca del origen de la enfermedad de alzhéimer.

En el año 1984 Beyreuther y Master purificaron y secuenciaron los constituyentes de los depósitos de proteína amiloidea extraída post-mortem de cerebros de enfermos de alzhéimer. Tres años más tarde se localizó el gen que codifica la síntesis de la proteína β-amiloidea (βA). Se halla en el brazo largo (q) del cromosoma 21 (localización citogenética: 21q22.12).

Este gen (21q22.12) codifica una proteína que interactúa con la calcineurina-A, inhibiendo una ruta de señalización celular que afecta al desarrollo del sistema nervioso central. Esta proteína se expresa fenotípicamente en el cerebro de los fetos con Síndrome de Down. Tal vez por esta razón las personas con Síndrome de Down desarrollan demencia de alzhéimer durante la adultez temprana.

Beyreuther y Master demostraron que la proteína β-amiloidea era resultado de la proteólisis de un precursor de mayor peso molecular que actuaba como receptor de membrana.

Estos estudios, y otros posteriores, sirvieron para consolidar el marco teórico conceptual de la demencia de alzhéimer: la acumulación de depósitos (placas) de proteína amiloidea en el tejido cerebral. Para ello han sido de gran utilidad las imágenes obtenidas mediante la técnica de la tomografía de emisión de positrones.

La convicción general daba por sentado que la acumulación de proteína amiloidea en configuración de hoja plegada β (proteína β-amiloidea, de manera abreviada βA) era la causa principal de la enfermedad de alzhéimer. De ello se infería que eliminar los depósitos amiloideos sería el objetivo prioritario de cualquier tratamiento farmacológico.

Robert D. Moir puso en entredicho el modelo conceptual generalmente aceptado. Argüía que la proteína amiloidea debe ejercer alguna función primordial en el cerebro, tal como protegerlo frente a las infecciones (creando una especie de «tela de araña» donde quedarían retenidas bacterias y virus); y solo cuando la proteína amiloidea se acumula en exceso el cerebro se daña. En su opinión la eliminación radical de la proteína amiloidea del cerebro podría ser más perjudicial que beneficiosa. Quizá lo correcto fuese ajustar la cantidad de proteína amiloidea dentro de un rango fisiológico.

Su teoría, propuesta hace 12 años (en 2007) fue recibida, como cabía prever, con escepticismo. Su insistencia, avalada con trabajos, ha ido calando en la comunidad científica y ganando adeptos.

Su heterodoxia en relación con la teoría comúnmente aceptada dificultaba la obtención de subvenciones para proseguir con sus investigaciones. Finalmente obtuvo el apoyo económico de la Cure Alzheimer’s Fund y de los National Institute of Health.

Robert D. Moir llegó a Estados Unidos en 1994 invitado por el Tanzi. Trabajando en conjunto descubrieron que las personas fabrican de manera natural anticuerpos contra formas específicas de la proteína amiloidea. Estos anticuerpos protegen al cerebro frente a la enfermedad de alzhéimer, destruyendo algunas placas amiloideas, pero no todas. Cuando se pierde el equilibrio (se fabrican pocos anticuerpos para las necesidades de placa amiloidea a destruir) el cerebro entra en una deriva que puede conducir a la demencia de alzhéimer.

Este hallazgo inspiró el desarrollo de un anticuerpo monoclonal (Aducanumab) comercializado por la laboratorio Biogen, pendiente de autorización por la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense.

Aducanumab (BIIB037 en su designación preclínica) es un anticuerpo monoclonal humano tipo IgG1 contra un epítopo (determinante antigénico) de la proteína β-amiloidea. Fue desarrollado por la compañía biotecnológica Neurimmune en Schlieren, Confederación Helvética. Aducanumab se preparó a partir de donantes sanos con función cognoscitiva normal. Se buscaba que los pacientes con enfermedad de alzhéimer se tornasen refractarios a la aparición de depósitos de proteína amiloidea, al mismo tiempo que pudiesen ver reducidas en número y extensión las placas amiloideas ya formadas.

Aducanumab (BIIB037) se engarza con agregados de proteína β-amiloidea pero no con monómeros solubles de dicha proteína (βA1®42).

Aun cuando se pusieron grandes esperanzas en este anticuerpo monoclonal para la demencia de alzhéimer, el entusiasmo inicial se ha ido diluyendo. De hecho, Biogen decidió suspender dos ensayos clínicos porque los resultados preliminares no justificaban la inversión necesaria para su realización.

Un análisis post-hoc indica que, administrado a las dosis máximas, podría ser útil en un subgrupo de pacientes. En base a estos resultados, Biogen prevé solicitar la aprobación de Aducanumab  a la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense.

Sin embargo, un análisis de los pacientes que reciben las dosis más elevadas es arriesgado. Cuando se llevan a cabo análisis de subgrupos es fácil metodológicamente organizar los datos para justificar la conclusión buscada. Por esta razón los analistas prefieren tomar sus decisiones a partir de ensayos aleatorios con gran número de participantes y puntos finales bien definidos. Un análisis de subgrupos se considera una manera de generar una hipótesis, no una forma de comprobar su veracidad.

Si finalmente se autorizase Aducanumab, se estima unas ganancias para Biogen de más de diez mil millones de dólares.

Aducanumab es el paradigma de una línea de investigación (anticuerpos monoclonales contra péptidos y proteínas amiloideas) que no está dando los resultados esperados tras enormes inversiones dinerarias. De hecho, muchos grupos de trabajo han abandonado sus investigaciones en este campo al considerarlo una «vía muerta» como se consideró la de los medicamentos «inhibidores de la enzima de la acetilcolinesterasa» y los «antagonistas competitivos del receptor N-Metil-D-Aspartato».

Zaragoza, a 24 de diciembre de 2019

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza


El neurólogo colombiano Francisco Lopera asiste a un paciente con demencia de Alzheimer

Los investigadores han hallado a una mujer portadora de una rara mutación genética que parece prevenir la aparición de demencia de alzhéimer.

Antecedentes-

La mujer es portadora de una mutación genética que, en principio, la predisponía a desarrollar demencia de alzhéimer a una edad relativamente joven, entre la cuarta y quinta década de vida. Pertenece a una extensa familia de la ciudad colombiana de Medellín, todos ellos portadores de una mutación genética asociada con la aparición de demencia de alzhéimer mucho antes de la senectud. La amplia familia medellinense (más de 6.000 personas) se ha convertido en un verdadero «laboratorio viviente», tras su hallazgo por el neurólogo colombiano Francisco Lopera.

La mayoría de los miembros de esta familia comienzan a sufrir alrededor de la cuarta década de vida un progresivo deterioro de la memoria y el pensamiento lógico, síntomas premonitorios de un rápido declive cognoscitivo antesala de una demencia de alzhéimer al cabo de pocos años.

Sorpresivamente, esta mujer no desarrolló los síntomas de esta grave e irreversible enfermedad neurodegenerativa; solo ahora, en su séptima década de vida, ha debutado la sintomatología.

¿Explicación?

 

Su caso ha sido objeto de una publicación en la revista Nature Medicine. La mujer, con una mutación que le predispone a desarrollar la demencia a una edad relativamente joven, como el resto de su extensa familia, es portadora de una mutación adicional en otro gen que le protege contra las consecuencias de la primera mutación La enfermedad no se manifiesta a pesar de que su cerebro ha desarrollado un patrón neurológico concordante con la demencia de alzhéimer (profusión de placas de proteína amiloidea).

El bloqueo de la expresión del gen predisponente parece detener la progresión de la demencia. Este inesperado y sorprendente hallazgo ha abierto una nueva línea de investigación en el marasmo inextricable en que se ha convertido la farmacología de la enfermedad de alzhéimer.

Cualquier molécula que aspire a ser catalogado de medicamento ha de ensayarse previamente in vitro (cultivos de células humanas) y, posteriormente, en animales de laboratorio.

La investigación de posibles tratamientos para revertir o frenar la progresión de la demencia de alzhéimer está experimentando continuos fracasos a pesar de la inversión de inmensas sumas dinerarias. Más de 200 ensayos clínicos con potenciales fármacos han fracasado; y el último medicamento, de eficacia y duración limitada, se comercializó hace alrededor de 15 años.

Tal vez un atisbo de esperanza ha surgido con un fármaco experimental. Su designación preclínica es BAN2401 (Elenbecestat); y su efecto solo es perceptible cuando se administra a las dosis máximas toleradas. Cuando se redacta este artículo (diciembre 2019) han finalizado los ensayos clínicos fase 2, e iniciado los estudios clínicos fase 3, último requisito para su autorización por los Organismos Reguladores. La Agencia Europea del Medicamento (EMA de sus siglas en inglés, European Medicine Agency), han exigido que los pacientes con predisposición genética conocida a desarrollar la enfermedad no se incluyan en el estudio al objeto de evitar un sesgo desfavorable que podría rebajar las expectativas del estudio clínico fase 3.

Las razones por las que la investigación farmacológica sobre la enfermedad de alzhéimer está plagada de ensayos clínicos fallidos trascienden los hallazgos moleculares sobre las proteínas amiloideas y la proteína tau (ꞇ).

De una parte, no se han conseguido modelos experimentales de la enfermedad en animales de experimentación, al objeto de poder ensayar los potenciales nuevos fármacos, antes de su ensayo en humanos.

Por otra parte, los síntomas de la enfermedad debutan de manera insidiosa tras décadas de daño cerebral progresivo y silente.

Es posible, pues, que la ausencia de resultados de los medicamentos estudiados y la falta de confirmación académica de las teorías en que se sustentan se deba a que su utilización se demore demasiado, cuando los cambios cerebrales son demasiado extensos para revertir el proceso neurodegenerativo.

Por las razones expuestas previamente, algunos investigadores plantean ensayar los potenciales medicamentos ante los primeros indicios de la enfermedad; e incluso en la fase asintomática cuando las personas tienen antecedentes familiares o bien un riesgo conocido (mutaciones genéticas predisponentes). Tal vez, un criterio podría ser la determinación de los niveles de proteína amiloidea en el líquido cefálico y raquídeo. En las personas pertenecientes a grupos de alto riesgo se debería plantear si es adecuado el tratamiento profiláctico a partir de una determinada edad.

El escenario óptimo sería descubrir un marcador que se relacionase con los estadios iniciales de la enfermedad, mucho antes de que el daño cerebral sea demasiado extenso, mucho antes de los primeros signos y síntomas.

Un proyecto plantea la detección de signos tempranos de la enfermedad mediante técnicas de imaginería cerebral. En este  programa, designado  ADNI, acrónimo de Alzheimer’s Disease Neuroimaging Initiative, están implicados 55 centros de investigación de Estados Unidos y Canadá. Durante un sexenio se han monitorizado a 800 personas que se han sometido a escáneres cerebrales, tomografía de emisión de positrones y análisis de líquido cefálico y raquídeo. Entre los participantes había personas con lo que se denomina «deterioro cognoscitivo leve temprano», un estadio inicial de la demencia de alzhéimer. Además de mayores concentraciones de proteína amiloidea en el líquido cefálico – raquídeo, se ha observado también alteraciones del hipocampo, una región de sustancia gris diferenciada del lóbulo temporal. [El hipocampo forma parte del sistema límbico].

Volviendo a la mujer medellinense portadora de la inusual mutación, en la actualidad (diciembre 2019) tiene más de 70 años de edad. Como se ha explicado es miembro de una extensa familia (aproximadamente 6.000 personas), la mayoría afectados en edades relativamente jóvenes (4ª y 5ª décadas de vida) de demencia de alzhéimer, a la que ellos denominaban «La Bobera», que atribuyen a embrujos.

Hace algunas décadas un neurólogo colombiano, Francisco Lopera, comenzó a recopilar de manera meticulosa los registros de nacimiento y defunción de los miembros de esta familia, tanto en Medellín como en remotas aldeas. Realizó un extenso árbol genealógico, trabajando en una región donde operan guerrillas y narcotraficantes. En este entorno hostil trataba de convencer a los finados para que le entregasen los cerebros de familiares fallecidos para su estudio científico.

Tras el análisis detallado de alrededor de 300 cerebros en la universidad colombiana de Antioquia descubrió que la elevada prevalencia de enfermedad de alzhéimer en este grupo social se debía a una mutación de un gen (PSEN1-E280A) que codifica una proteína denominada presenilina-1

La presenilina-1 es una subunidad de la proteína oligomérica secretasa- que cataliza el clivaje de diversas proteínas en péptidos.  De hecho, la presenilina-1 es la subunidad proteolítica del complejo secretasa-ꝩ, localizada en la membrana celular, donde inicia una ruta de señalización celular que lleva a cabo la transducción de señales desde la membrana al núcleo celular.

La secretasa- ejerce una importante función en el procesamiento (proteólisis) del precursor de la proteína amiloidea. La proteína amiloidea es trascendental en la neurogénesis tanto en la etapa fetal como tras el nacimiento. Sin embargo su acumulación también se relaciona con el proceso neurodegenerativo de la enfermedad de alzhéimer.

El gen PSEN1E280A se localiza en el brazo largo (q) del cromosoma 14 en posición 24.2 (de modo abreviado: 14q24.2).

La enfermedad de alzhéimer que aflige a esta extensa familia colombiana debuta en edades tempranas al subyacer una causa genética. Este grupo poblacional es un verdadero «laboratorio viviente» donde indagar posibles remedios para esta enfermedad que afecta aproximadamente a 44 millones de personas, una cifra que se triplicará (¿?) hacia 2050, si antes no se consigue un tratamiento efectivo.

Una primera cuestión intrigante era porqué la mujer con la mutación PSEN1E280A no desarrollaba el deterioro cognitivo leve pródromo de la demencia de alzhéimer. De alguna manera, esta mujer parece ser resistente a sufrir la demencia a pesar de su especial predisposición genética.

La mujer viajó a Boston, Massachusetts, Estados Unidos, para un estudio más detallado (escáneres cerebrales y otras pruebas). En palabras de Yakeel Quiroz, neuropsicólogo colombiano, director a la sazón del laboratorio de neuroimagen en el Massachusetts General Hospital, los escáneres mostraban que su tejido cerebral contenía numerosas placas de proteína β-amiloidea, sello patognomónico de la demencia de alzhéimer. De hecho su tejido cerebral contenía muchas más placas amiloideas que otros familiares (también portadores de la mutación), probablemente porque habían fallecido antes.

A diferencia de los demás parientes, ella apenas tenía exceso de proteína tau (ꞇ), que forma anillos neurofibrilares en su cerebro. Tal vez por esta razón no tenía signos neurodegenerativos ni atrofia cerebral. Además, su escudo frente al deterioro cognitivo no ha de buscarse en su actividad intelectual (tal como nosotros la entendemos) ya que apenas tenía educación formal. Se dedicó a sacar adelante a sus cuatro hijos.

Tras la secuenciación de su genoma se descubrió que la mujer es portadora de una mutación extraordinariamente rara en un gen denominado APOE que codifica una proteína ApoE.

No está claro si la resistencia frente a la enfermedad de alzhéimer que mostraba esta mujer se debe a un retraso en el inicio del deterioro cognoscitivo leve o una especie de «congelación» de ese estadio inicial sin progresión ulterior.

La paciente, con la mutación PSEN1E280A, predisponente a desarrollar la enfermedad de alzhéimer a edades tempranas, es también portadora homocigótica de otra rara mutación APOEch (ch, de Christchurch, patronímico de la ciudad neozelandesa donde se descubrió por primera vez). La mutación Christchurch corresponde al codón (triplete de nucleótidos) 153 que codifica el aminoácido 136, en el que la arginina ha sido sustituido por serina. Esta mutación también se presenta en otros 117 parientes de la familia medellinense, si bien todos ellos son heterocigóticos para esta mutación. Por alguna razón, el freno para la progresión a demencia de alzhéimer solo se observa cuando la mutación Christchurch se presenta en las dos copias (alelos) del gen, esto es, en homocigóticos.

APO es un gen que incrementa la probabilidad de enfermedad de alzhéimer en edades tardías. Este gen (APO) tiene tres alelos: APOOE2, APOE3 y APOE4. Mientras APOE3 no influye en la predisposición a la enfermedad de alzhéimer, APOE2 disminuye el riesgo de sufrir la enfermedad a edad avanzada; y APOE4 aumenta la probabilidad en personas relativamente jóvenes. De hecho, alrededor del 40% de los enfermos de alzhéimer son portadores de la variante genética APOE4.

La mutación Christchurch modifica la «neutralidad» del gen APOE3 cuando los dos alelos están mutados. La mujer medellinense tiene dos copias mutadas del gen APOE3ch, circunstancia que parece constituir un freno a su predisposición a la demencia de alzhéimer.

Se han sintetizado moléculas que in vitro remedan la acción de esta mutación. Sería el primer paso para el desarrollo de potenciales medicamentos.

Todos los fármacos dirigidos contra las proteínas β-amiloidea y la proteína tau (ꞇ) han mostrado pobres resultados; algunos otros ni tan siquiera han superado el estadio de ensayo clínico. En estas circunstancias, una terapia genética dirigida contra el gen APOE representaría un cambio de paradigma.

Los resultados preliminares señalan que la resistencia de los homocigóticos del gen APOEch se debe a la ausencia de proteína tau (ꞇ) incluso en condiciones de elevada «carga cerebral» de proteína amiloidea (Aβ1®42).

…UN INCOVENIENTE…

Los portadores de APOEch, y otras raras mutaciones, suelen sufrir hiperlipoproteinemia tipo 3, de modo similar al 5 y 10% de los homocigóticos portadores de APOE2. Parece ser que este tipo de hiperlipoproteinemia reduce el riesgo de desarrollar demencia de alzhéimer.

Así pues, la mutación APOEch, sin ser determinista, parece ejercer una resistencia fenotípica frente al desarrollo de la enfermedad de alzhéimer.

Por otra parte, las observaciones en esta mujer (elevada presencia cerebral de proteína β-amiloidea pero sin deterioro cognoscitivo temprano) pueden llegar a poner en entredicho una creencia firmemente asentada: la vinculación entre el desarrollo de placas amiloideas en el tejido cerebral y la manifestación clínica de demencia tipo alzhéimer.

La mujer, ya en la séptima década de vida, está comenzando a manifestar un deterioro cognoscitivo importante. Antes de que no le sea posible, ha revelado el perfil genético a sus cuatro hijos, ya adultos. Todos ellos son heterocigotos para la mutación Christchurch (APOEch). Por lo tanto, no tienen la condición de homocigóticos, y, en consecuencia, carecen de la protección de su madre frente al desarrollo de la demencia.

La serendipia ha enseñado que una mujer que debería haber desarrollado demencia de alzhéimer hace más de tres décadas, ha resistido a la enfermedad durante más de treinta años, gracias a una mutación genética que «contrarresta» otra mutación predisponente. Es un descubrimiento trascendente en la frustrante investigación de medicamentos contra esta terrible enfermedad.

Zaragoza, a 19 de diciembre de 2019

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza