Un estudio publicado en la revista The Lancet Psychiatry ha valorado la posible utilidad del MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) para el tratamiento del síndrome de estrés postraumático. Esta sustancia, actualmente ilegal, se vende de modo clandestino bajo distintas denominaciones, siendo éxtasis o molly las más usuales.
MDMA se ensayó en 26 soldados veteranos de guerra de Iraq afectados por este síndrome. La psicoterapia no había logrado remisión alguna. Su situación clínica mejoró de modo objetivable cuando se añadió una dosis de MDMA cada cuatro sesiones de psicoterapia. Tras varias sesiones de psicoterapia asociada a la toma de MDMA, el 68% de los participantes dejaron de cumplir los criterios diagnósticos del síndrome. Uno de los efectos más beneficiosos, referidos por los pacientes, fue recuperar un sueño normal.
Se hallan en curso varios ensayos clínicos fase 3. Si los resultados avalan otros, a menor escala realizados hasta ahora, la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense podría autorizar MDMA para esta indicación en el año 2021.
Anticipándose a esta previsión, la FDA ha otorgado a MDMA la consideración de «terapia innovadora» (Breakthrough Therapy Status).
En los ensayos clínicos, el paciente se somete a tres sesiones previas de psicoterapia (una cada semana); solo en la cuarta sesión se le administra una dosis de MDMA. El fármaco no es curativo, sino que, en conjunción con la psicoterapia, crea un ambiente favorable en el que se pueden expresar abiertamente los recuerdos traumáticos.
En la psicoterapia de seguimiento los pacientes procesan las emociones que surgieron durante la sesión en que recibieron MDMA.
MDMA no es un fármaco resolutivo per se. Parece actuar como un catalizador, poniendo en marcha, y acelerando, el proceso de recuperación, siempre en asociación a sesiones de psicoterapia.
Muchas de las personas que se han beneficiado del tratamiento con MDMA han sido militares veteranos de las guerras de Afganistán e Iraq a quienes las escenas vividas y los riesgos asumidos, y sufridos, les desencadenaron un grave síndrome de estrés que en algunos casos han conducido a escenarios de abuso de alcohol o drogas, así como intentos de suicidio.
Es posible que los ensayos a gran escala (con más de 300 participantes) no consigan reproducir los éxitos observados en estudios llevados a cabo con un escaso número de participantes, a veces poco más de una docena. Sin embargo, los resultados son alentadores: casi todos los pacientes mejoraron sus síntomas hasta un grado tal que ya no cumplían los criterios diagnósticos (véase varios párrafos antes). Además, durante los 12 meses siguientes la mejoría continuó siendo evidente.
Los efectos secundarios asociados a la toma de MDMA incluyen cefaleas, fatiga, tensión muscular e insomnio. En cualquier caso se catalogaron como leves y solo se produjeron tras la administración (mensual) de MDMA.
La posibilidad de usar MDMA es importante. Según algunos expertos, apenas uno de cada tres afectados por síndrome de estrés postraumático mejora solo a base de sesiones de psicoterapia.
La farmacoterapia actual del síndrome de estrés postraumático usa de modo empírico diversos psicofármacos con los que controlar las pesadillas, los flashbacks y la depresión. La psicoterapia, núcleo central del tratamiento, también tiene sus limitaciones. Hay que tener en cuenta que los pobres resultados de la psicoterapia dan lugar a un elevado índice de abandonos, que algunas estimaciones estiman en más del 40%.
La investigación con MDMA en el síndrome de estrés postraumático es financiada por Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies, creada en el año 1986 poco tiempo después de la prohibición de MDMA. Se estima que los ensayos clínicos fase 3 con MDMA tendrán un coste aproximado de 27 millones de dólares.
¿Quién financia el proyecto? La respuesta es sorprendente: David Bronner, fabricante de los Magic Soaps («jabones mágicos»), vegano y evangelista, ha donado 5 millones de dólares; una familia ultraconservadora que financia instituciones de la derecha más radical, tales como la consultora Cambridge Analytica y la agencia de noticias Breitbart News; David Rockefeller, que colabora con diversos proyectos sanitarios; y un anónimo que donó 5 millones en bitcoin, la nueva moneda virtual.
En el mes de julio de 2017, la Food and Drug Administration (FDA) estadounidense autorizó la realización de la fase final de dos ensayos clínicos con MDMA.
La decisión por parte de la FDA de otorgar a la psicoterapia asociada al uso de MDMA la catalogación de terapia innovadora (Breakthrough therapy) para el tratamiento del síndrome de estrés postraumático es importante porque, tras la retirada del LSD en 1971, es la primera sustancia psicodélica que podría volver a formar parte del armamentaria farmacológico.
En la actualidad, MDMA se usa ilegalmente, tanto con fines recreativos como en terapias paramédicas para el alivio del estrés postraumático. Un problema importante es que la sustancia adquirida en el mercado negro carece de garantía, estando normalmente adulterada. Su consumo es, pues, absolutamente irresponsable. En estas circunstancias, los efectos, y los riesgos, son imprevisibles.
El laboratorio farmacéutico Merck patentó MDMA en 1912, si bien nunca la comercializó, y los derechos de protección de patente caducaron pasado el tiempo legalmente estipulado. La Food and Drug Administration otorga un «tipo de protección extraordinario» (data exclusivity) a medicamentos con patentes vencidas cuando estos productos se van a usar en indicaciones novedosas. [Así sucedió con el medicamento Zidovudina cuando se comenzó a usar en el SIDA durante la década de 1980]. Esta «protección legal extra» (podríamos denominar patente de uso) se concede durante un lustro. Pasado este tiempo, otras empresas o grupos pueden compartir. Durante los primeros cinco años, Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS) tendría los derechos de patente de uso de MDMA.
Sin embargo, MAPS planea redirigir los beneficios a la investigación clínica de otras potenciales aplicaciones de MDMA.
En la actualidad MDMA es una sustancia ilegal. Nunca ha sido autorizada por los Organismos Reguladores. En Estados Unidos se prohibió en el año 1985. Antes de esa fecha, se usaba como complemento a las sesiones de psicoterapia, sobre todo entre los psicólogos y psicoterapeutas de la costa oeste.
Dentro de las múltiples variantes de las anfetaminas, durante las dos primeras décadas del siglo XX se desarrollaron los siguientes derivados metilendióxidos: MDMA (metilendioximetanfetamina), MDA (metilendioxianfetamina – «píldora del amor»), y MDEA (metilendioxietilanfetamina) Todas ellas se hallan incluidas en la Lista I del Convenio de Sustancias Psicótropos.
Desde su inclusión en la lista internacional de sustancias prohibidas, se han autorizado diversos ensayos bajo condiciones especiales. Uno de ellos la llevó a cabo en España el Dr. J. Camí, cuyos resultados se plasmaron en la siguiente publicación: Camí J. Farmacología y toxicidad de MDMA (éxtasis), 1997, Barcelona, ediciones Neurociencias. La sustancia utilizada procedía de decomisos policiales. La sustancia decomisada se analizaba y estandarizaba antes de formular las dosis a estudiar en personas voluntarias, siempre en condiciones de laboratorio.
Durante los ensayos, MDMA dio lugar a taquicardia, aumento de presión arterial, midriasis y esoforia (aumento de la tensión de la musculatura extra-ocular). No se observó (a diferencia de lo que sucede tras la administración de anfetamina) modificación del tiempo de reacción.
MDMA produjo efectos euforizantes, determinados por aumentos en la puntuación de la escala Morphine-Benzedrine-Group (MBG), utilizada para evaluar los efectos euforizantes (muy sensible a la morfina, anfetamina y cocaína). Esta escala es muy valiosa para evaluar el potencial de abuso de cualquier sustancia. Bajo condiciones de laboratorio, los participantes voluntarios en el ensayo refirieron: alteración de la percepción corporal (sensación de irrealidad), disminución del rendimiento psicomotor (a la dosis de 125mg de MDMA), pero no se notificaron alucinaciones. En cualquier caso, MDMA muestra una evidente capacidad euforizante y, consiguientemente, es muy adictiva. Se desconocen los efectos neurotóxicos asociados a su utilización crónica. [Referencia bibliográfica: Grob Ch., et al. Psychobiologic effects of 3, 4-methylendioxymethanphetamine in humans: methodological considerations and preliminary observations. Behavioural Brain Res; 1996; 73: 103-107].
Desde algunos foros médicos se incide en la conveniencia de volver a legalizar el uso de sustancias alucinógenas, tales como LSD, psilocibina y mescalina. En este grupo se incluiría también el MDMA.
Zaragoza, a 3 de mayo de 2019
Dr. José Manuel López Tricas
Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria
Farmacia Las Fuentes
Florentino Ballesteros, 11-13
50002 Zaragoza