Vacunación, salvando millones de vidas

Año 1947, New York: campaña de vacunación contra la viruela

La vacunación, junto con la antisepsia, la anestesia y los antibióticos, son los mayores logros de la medicina científica. El libro Between Hope and Fear: A History of Vaccines and Human Immunity, escrito por Michael Kinch, especialista de la universidad de Washington, en St. Louis, hace una descripción historicista de la importancia de la vacunación en el contexto de la salud pública, y su contribución al desarrollo social y económico de la humanidad. Resulta, a todas luces, incomprensible la pervivencia de algunas campañas contrarias a la vacunación que ponen en entredicho uno de los logros más trascendentes de la Humanidad.

Para que una campaña de vacunación sea efectiva, es necesario que alrededor del 95% de la población haya sido vacunada para que se produzca la  «inmunidad de grupo», denominada a veces «inmunidad de rebaño». Por lo tanto, cuando no se vacuna a un niño, no solo se compromete su salud futura, sino que se está contribuyendo a la desprotección de toda la población.

Hasta el siglo XIX, las enfermedades infecciosas mataban a casi la mitad de los niños menores de 5 años de edad. La exposición prolongada de la humanidad a lo largo de los siglos a determinados patógenos generó una cierta «inmunidad de rebaño» que hacía que la mortandad no fuese todavía más elevada, gracias a la cual, fue posible la continuidad de la especie humana. La «inmunidad de grupo» («inmunidad de rebaño») se evidenció cuando los europeos llegaron al «Nuevo Mundo», importando enfermedades desconocidas allende los mares, con las que los nativos no habían tenido contacto. Las consecuencias fueron devastadoras en las aisladas comunidades indígenas. En las islas del mar Caribe, por ejemplo, se estima que la tercera parte de la población murió víctima de la viruela a partir de 1518. De los supervivientes, casi dos terceras partes sucumbieron frente al sarampión alrededor del año 1529.

Aun cuando se atribuye a Edward Jenner el descubrimiento de la vacuna contra la viruela, su desarrollo tuvo sus antecedentes en la «variolización», una técnica ancestral que la esposa del embajador en Constantinopla (hoy Estambul) importó a .la poco receptiva sociedad británica. La «variolización» consistía hacer una pequeña herida en la piel colocando restos de la costra variólica o pus de una persona enferma. El procedimiento era muy arriesgado,  pero menos que la posibilidad de fallecer debido a la viruela

La narración del libro se inicia a mitad del siglo XIX cuando se hizo evidente que las infecciones estaban causadas por microorganismos, y no por los vapores fétidos conocidos como miasmas.

El libro narra las mezquindades personales que acompañan a los grandes hallazgos científicos, incluso entre los idealizados investigadores.

Robert Koch y Paul Ehrlich en Prusia, y Louis Pasteur, en Francia, dominaron los primeros años de la microbiología, entonces una ciencia incipiente. Lejos de remar juntos, sus relaciones personales nunca fueron fáciles. Robert Koch se sintió ofendido cuando malinterpretó durante una conferencia la expresión de Louis Pasteur «recueil allemand» como «arrogancia alemana», cuando su correcta traducción era «recopilación [bibliográfica] alemana».

Louis Pasteur, a quien se atribuye el desarrollo de una vacuna contra la rabia, en realidad se apropió del trabajo del veterinario olvidado por la historia Pierre Galtier.

No solo fueron los científicos más prestigiosos. Waldemar Haffkine (1860-1930) microbiólogo judío-ucraniano, desarrolló el toxoide contra la peste bubónica causada por la bacteria Yersinia pestis. Tras la muerte de 19 pacientes en la región india de Punjab debido a la ingestión de agua contaminada con el propio toxoide, Haffkine fue injustamente acusado de haber causado el dolo. Esta maledicencia dio al traste con su prometedora vida profesional. Waldemar Haffkine se vio obligado a exiliarse en París tras los pogromos antisemitas en 1888

Michael Kinch cuenta también la historia del descubrimiento de los bacteriófagos (virus que atacan a bacterias). Estos microorganismos, otrora una curiosidad de la microbiología, pueden llegar a ser de trascendental importancia en un mundo con escasez de antibióticos novedosos y microorganismos cada vez más resistentes.

En el libro también se referencia a los movimientos sociales contrarios a la vacunación, resurgidos tras el «estudio», demostrado fraudulento, del médico Andrew Wakefield en que vinculó la vacunación infantil con la vacuna «triple vírica» (contra sarampión, parotiditis y rubéola) y la aparición de cuadros de autismo infantil. El trabajo se publicó en la prestigiosa revista médica británica The Lancet. Años más tarde, los editores hicieron palinodia de la publicación.  A Andrew Wakefield se le retiró la licencia para ejercer medicina en Reino Unido.

La preocupación acerca de los riesgos de la vacunación es tan antigua como las propias vacunas. Durante la década de 1970, antes de la falsa asociación entre la vacuna «triple vírica» y el autismo, surgieron dudas en Reino Unido acerca de la seguridad de otra vacuna, la DTP (Difteria-Tétanos-Pertussis). [Pertussis es la tos ferina o tos paroxística].

Otro ejemplo de artería es la actitud del Dr. Gordon Stewart. Mantuvo en diversos foros internacionales que el SIDA no era consecuencia de la infección por el VIH (Virus Inmunodeficiencia Humana), sino debido a la «conducta homosexual». Este ratimago carecería de importancia de no ser por la influencia que su posicionamiento ejerció sobre Thabo Mbeki, a la sazón Presidente de la República de Sudáfrica. Su política limitó el acceso de una población con uno de los índices de infección por VIH más altos del mundo a los tratamientos antirretrovirales. Se estima que se hubiesen podido evitar más de 360.000 muertes de sudafricanos debido al SIDA.

Contrariamente a las evidencias de fraude, los movimientos sociales contrarios a la vacunación no muestran signos de debilitarse. Durante el primer semestre del año 2018 más de 41.000 casos de sarampión se han producido en Europa con 37 fallecimientos. El sarampión es una enfermedad que había llegado a ser residual (informe de la Organización Mundial de la Salud). A título comparativo, durante el mismo periodo de 2016 se produjeron «solo» 5.273 casos.

Más llamativos periodísticamente son los casos de las fiebres hemorrágicas de las que las más conocidas son el virus ébola, zika y dengue.

Aunque todavía no se ha producido, la Humanidad confronta, no ya la posibilidad, sino la probabilidad, de una pandemia de gripe de alguno de sus serotipos conocidos, o de otros, hoy innominados. [Serotipos son las diferentes versiones genéticas, que determinan su inmunogenicidad y resistencia a los fármacos].

Otro problema es la falta de incentivos de la industria farmacéutica para la investigación sobre vacunas. Una vacuna es una estrategia de enorme valor añadido, pero poco rentable económicamente porque con una, o un número limitado de dosis, se previene una enfermedad para toda la vida. La industria farmacéutica prefiere dirigir sus investigaciones hacia el tratamiento de enfermedades crónicas, o de aquellas con costosos tratamientos farmacológicos.

En estos tiempos es importante mantener sólidas nuestras convicciones. De lo contrario pagaremos un alto precio en términos de sufrimiento y empobrecimiento.

Zaragoza, a 5 de septiembre de 2018

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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