Respuesta inmunitaria. Visión general.

La respuesta inmunitaria está inextricablemente unida a la respuesta inflamatoria. De hecho, ambas forman parte de un mismo y complejo proceso.

La inflamación es el aspecto de la función defensiva que confina y delimita la lesión.

La inmunidad tiene como función neutralizar a los microorganismos invasores y conferir protección frente a una infección futura por el mismo microbio.

Ambos procesos (inflamación e inmunidad) son inseparables. La mayoría de las células y moléculas que defienden la integridad del organismo frente a los gérmenes intervienen también en el proceso inflamatorio.

En el texto que sigue, asumiendo la extrema simplificación del proceso, nos ceñimos a la respuesta inmunitaria.

1ª etapa.-

Los leucocitos polimorfonucleares (granulocitos) abandonan el torrente sanguíneo adhiriéndose a las células endoteliales que tapizan los capilares y otros vasos sanguíneos.

Las células endoteliales se separan dejando pasar a los granulocitos hacia el interior del tejido (más allá del epitelio). Los granulocitos segregan enzimas líticas que destruyen la integridad de los gérmenes. Los productos de desecho constituyen el pus.

2ª etapa.-

Los macrófagos se unen a la «batalla», convirtiéndose en la estirpe celular predominante en el lugar de la lesión. Haciendo honor a su nombre, los macrófagos ingieren los residuos del primer ataque llevado a cabo por los leucocitos polimorfonucleares. Además, los macrófagos ingieren (fagocitan) los microorganismos que pueden haber crecido en el caldo de cultivo que representa la lesión.

Así mismo, los macrófagos y otras células (por ejemplo células dendríticas – microfotografía con procesamiento de color), fijan en su membrana celular moléculas (antígenos) de los microorganismos, convirtiéndose en «células presentadoras de antígeno».  Los macrófagos así «marcados» estimulan, mediante un complejo sistema de interacciones, a los linfocitos T (formados en el timo).

3ª etapa.-

Los linfocitos T, estimulados por la interacción con las «células presentadoras de antígenos», tales como los macrófagos, se dividen y especializan en diversas estirpes: «linfocitos T citotóxicos», «linfocitos T coadyuvantes», etc. Esta es la denominada antiguamente «inmunidad celular».

4ª etapa.-

Los clones de linfocitos T que expresan distintos epítopos en su membrana (sobre todo CD4 y CD8) estimulan a los linfocitos B formados en la médula ósea (B, de bone, hueso en inglés) para formar clones que segregan un anticuerpo específico contra un antígeno, también específico. Esta es la otrora conocida como «inmunidad humoral».

5ª etapa.-

Cuando la batalla contra el germen termina, esto es, la infección se controla, un tipo de células denominadas fibroblastos (véase imagen de fibroblastos teñidos) van ocupando el tejido dañado.

En todo este proceso intervienen un importante número de sustancias, unas dinamizando el proceso, otras frenándolo al objeto de limitar daños para el propio organismo; aquellas, éstas y otras sustancias, interaccionando con las estirpes celulares involucradas, a fin de conseguir la elegante respuesta inmunitaria. Las más conocidas e importantes de estas sustancias son el «factor de necrosis tumoral» (TNFα, de su acrónimo en inglés Tumour Necrosis Factor), diversas interleucinas (como se infiere de su nombre, regulan la interacción entre distintas estirpes de leucocitos), el «factor estimulante de colonias», los interferones y otras moléculas de menor significación.

Un aspecto trascendental de la inmunidad es que el organismo mantiene memoria del ataque sufrido, para rendir cuenta eficientemente frente a un potencial ataque futuro.

Zaragoza, a 31 de octubre de 2018

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

Farmacia Las Fuentes

Florentino Ballesteros, 11-13

50002 Zaragoza

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