Poliomielitis. La historia de Elisabeth Kenny.

La famosa consultora de opinión Gallup, fundada por George Gallup en el año 1935, consideró a Elisabeth Kenny, una enfermera australina, la persona más famosa del mundo en el lejano año de 1952. Hoy día, Elisabeth Kenny (Sister Kenny) es una mujer apenas conocida.

Su nombre y su interesante historia han resurgido de los archivos históricos gracias a una biografía “Polio Wars: Sister Kenny and the Golden Age of American Medicine” escrito por Naomi Rogers, historiadora de la Universidad de Yale, New Haven, Estados Unidos. Su fama se enmarca en la época en que la poliomielitis era un grave problema médico mundial. Hoy día la polio (apócope de poliomielitis) ha sido erradicada de las sociedades desarrolladas, persistiendo en regiones afligidas por conflictos (frontera entre Afganistán y Paquistán, Somalia, noreste de Nigeria, y regiones en guerra de Siria y norte de Iraq). Las prácticas heterodoxas de Elisabeth Kenny con enfermos de polio chocaban frontalmente con la práctica médica tradicional que sacralizaba (y lo sigue haciendo) la realización de ensayos clínicos para validar tanto la eficacia de los fármacos como los procedimientos médicos. Los estudios clínicos tratan de minimizar dos sesgos: el efecto placebo para lo que se realizan estudios controlados; y el azar por lo que se llevan a cabo estudios aleatorizados.

Cuando Elisabeth Kenny nació en Australia en el año 1880, el continente austral era un lugar lejano, geográfica, cultural y socialmente. Hasta no hacía mucho tiempo era lugar de prófugos, desterrados y aventureros. Elisabeth Kenny comenzó trabajando como enfermera en el ambito rural. Y probablemente así habría continuado de no ser por la Primera Guerra Mundial. Durante la estancia de la Royal Navy entró a trabajar como enfermera para la Armada Británica, siendo reconocida con el título honorífico “Sister”, equivalente femenino a lugarteniente. Era conocida como Sister Kenny, creándose la opinión de que era religiosa, pero Elisabeth Kenny nunca fue monja.

Durante las décadas de 1920 y 1930, la poliomielitis hacía estragos en todo el mundo, incluido Australia. Aproximadamente uno de cada doscientos infectados desarrollaba afectación de las fibras nerviosas que, partiendo de la médula espinal, inervan las fibras musculares. La mayoría de los infectados eran niños o adultos jóvenes. Un caso célebre de infectado por polio cuando ya era adulto, fue Franklin Delano Roosvelt, quien, a pesar de las secuelas de la polio, llegó a ser trigésimo segundo Presidente de Estados Unidos, alcanzando la Presidencia por primera vez en el año 1932, siendo reelegido otras tres veces hasta su fallecimiento en el año 1952 durante su tercer mandato. [La limitación de mandatos del Presidente de Estados Unidos se produjo más tarde mediante una Enmienda a su Constitución].

Los primeros síntomas de la infección por el virus de la polio eran relativamente inespecíficos: fiebre elevada y dolores generalizados.En algunos desafortunados, la enfermedad progresaba causando distintos grados de parálisis durante las siguientes horas o días tras la aparición de los primeros síntomas. En muchos casos, la parálisis llegaba a afectar a los músculos respiratorios, requiriendo los primitivos sistemas de respiración asistida, denominados “pulmones de acero”, precursores de los modernos y muchos menos impresionantes sistemas de respiración asistida. Entre un 5% un 10% de los afectados por la polio fallecían; y casí la mitad de quienes se infectaban sufrían parálisis permanente de distinta gravedad.

Elisabeth Kenny ya había asistido a enfermos de polio durante su trabajo como enfermera rural, observando que la aplicación de tejidos de algodón calientes y el ejercicio muscular parecían aliviar el dolor de los pacientes al mejorar sus contracturas (acortamiento muscular) que creía eran consecuencia de espasmos musculares, y que contribuían a dañar más los nervios que inervaban dichas masas muscualres. Todavía más: Elisabeth Kenny estaba convencida de que los pacientes debían jugar un papel activo en su recuperación, aprendiendo los nombres y la función de los músculos afectados. Este proceder chocaba con el tratamiento convencional de la polio, que enfatizaba en entablillar los músculos para inmovilizar los miembros. La medicina de la época creía que el reposo protegía los miembros dañados y que las contracturas persistentes precisaban tratamiento quirúrgico.

El éxito aparente de Sister Kenny (Elisabeth Kenny) le llevó por toda Australia; y desde allí a Gran Bretaña. Sin embargo, fue en Estados Unidos donde logró su fama y donde vivió el resto de su vida. Se estableció en Minneapolis (Minnesota), abriendo la Elisabeth Kenny Clinic donde trataba enfermos de todo el país. Su fama hizo que Hollywood contase su hitoria en una película “Sister Kenny” (1946), protagonizada por Rosalind Russell y dirigida por Dudley Nichols.

Elisabeth Kenny atrajo el apoyo de pacientes y familiares, quienes tenían plena confianza en que su proceder restauraba la fortaleza y movilidad. En el año 1943, Elisabeth Kenny escribió una autobiografía titulada “And They Shall Walk” describiendo sus años de experiencia con pacientes infectados por la polio. La National Foundation for Infantile Paralysis que más tarde llegó a ser conocida como The March of Dimes, contribuyó financieramente a sus prácticas.

Pero no todo fueron parabienes. Elisabeth Kenny también fue criticada. Los médicos y fisioterapéutas confiaban en los resultados de la inmovilización arguyendo que no existía base científica para la terapia que proponía Elisabeth Kenny. Además la medicina clásica creía necesaria la realización de ensayos clínicos controlados y aleatorizados (que nunca se llevaron a cabo) para determinar de modo indubitado la utilidad de los métodos de Elisabeth Kenny

Pero el rechazo de la American Medical Assocition y, en general, del stablishment médico hacia las prácticas de Elisabeth Kenny trascendían sus propias prácticas. En primer lugar, Sister Kenny era una enfermera que, con su actuación, cuestionaba los métodos de la entonces muy prepotente clase médica; y, además, era una mujer.

Elisabeth Kenny consideraba innecesaria la realización de estudios clínicos. Su propia experiencia al lado de la cama del enfermo era, en su opinión, la mejor prueba de la validez de sus prácticas. La actuación proactiva con los afectados de parálisis poliomielítica daba, según su criterio, mucho mejores resultados que la actitud conservadora imperante en la medicina de la época. Para ella, la evidencia empírica era suficiente.

¿Actuó Elisabeth Kenny de modo correcto? : sí y no. El énfasis de Elisabeth Kenny en la movilización temprana en los pacientes con parálisis poliomielítica se ha trasladado también a otras patologías del ambito de la Medicina Fisica. Por el contrario, sus consideraciones sobre la naturaleza de la poliomielitis y los resultados a largo plazo de sus prácticas con estos pacientes no tuvieron éxito. El desarrollo de vacunas para prevenir el contagio del virus de la polio durante las décadas de 1950 y 1960 terminaron con el debate y relegaron al olvido a Elisabeth Kenny (Sister Kenny). [Recordar que existen dos vacunas contra la polio: la vacuna inyectable a base de virus inactivados desarrollada por Jonas Salk; y la más común vacuna oral con virus atenuados de Albert Sabin].

La historia de Elisabeth Kenny (Sister Kenny), en estos tiempos donde tal vez se sobrevaloren los ensayos clínicos controlados y aleatorizados, vuelve a enfrentar dos actitudes médicas: la medicina basada en la evidencia frente a la medicina al lado de la cama del paciente (medicina empírica).

Zaragoza, 7 de septiembre de 2016

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

FARMACIA LAS FUENTES

ZARAGOZA

 

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