MEDICAMENTOS Y OLA DE CALOR

Nos hallamos en los comienzos de una intensa, ojalá que breve, ola de calor. Se trata de uno de los varios episodios que normalmente se presentan en España durante la estación veraniega, afectando sobre todo a los valles del Guadiana, Guadalquivir y Ebro. Los principales inconvenientes son, además de las llamativas temperaturas máximas, la calma atmosférica y el escaso refrescamiento nocturno que contribuye a dificultar el descanso. En cualquier caso, nada que ver con las célebres calmas ecuatoriales[1] (doldrums), tan temidas por los marinos que veían como sus barcos se anclaban en medio de los mares tropicales ecuatoriales, sucumbiendo a la humedad, el calor y las infecciones. Por ello es prudente relativizar nuestros agobios caniculares. No obstante conviene recordar que aquellas personas afectadas por diversas enfermedades crónicas que toman determinados medicamentos son más susceptibles a los posibles efectos indeseados de las elevadas temperaturas. Deben informarse y seguir los consejos. No es posible detallar en un breve texto periodístico los medicamentos que pueden interferir con los mecanismos corporales que ayudan a mantener una temperatura corporal adecuada. En sus médicos y farmacéuticos encontrarán asesoramiento adecuado.

Aun cuando se recuerda cada verano, es prudente conocer que los denominados “golpes de calor” son una situación que puede presentarse a cualquier edad si se realiza una actividad física intensa en horas de máxima insolación. Algunos síntomas (fiebre muy elevada, descoordinación, mareo, aturdimiento) son indicativos de este grave cuadro clínico ante el que hay que actuar con extrema urgencia porque puede ser mortal. Muchos medicamentos, entre ellos los que se usan para el tratamiento de enfermedades como la depresión, psicosis, síndrome maníaco depresivo y ansiedad, son factores que aumentan la posibilidad del “golpe de calor”. Otros fármacos de amplia utilización (antihipertensivos, tratamientos para las alteraciones de la glándula tiroides, la enfermedad de Parkinson, la demencia de alzhéimer, tratamientos para enfermedades cardíacas, y otros), disminuyen la eficiencia de los mecanismos corporales que nos permiten regular la temperatura en condiciones extremas. Hemos mencionado unos pocos, hay muchos más.

Otro aspecto importante es la adecuada conservación de sus medicamentos. Recuerde que no deben estar en ambientes demasiado recalentados por lo que aconsejamos su conservación en nevera, incluso para aquellos que no lo precisen normalmente. Salvo excepciones muy contadas, los preparados farmacéuticos no se deben guardar en el congelador. De hecho la congelación daña más los medicamentos que el calor. Hay que tener especial cuidado durante los viajes. Un coche cerrado al sol puede alcanzar en su interior temperaturas que fácilmente superan los 50 o más grados. Algunas formas farmacéuticas (pomadas, ungüentos, cremas, soluciones, jarabes, supositorios, colutorios, óvulos vaginales, colirios) son más termolábiles que las formas orales (comprimidos, cápsulas).

Y, por encima de todo, usar el sentido común. Los niños muy pequeños, ancianos, personas con enfermedades crónicas o convalecientes, deben manejarse con especial precaución, adaptando la alimentación y la vestimenta a las condiciones imperantes. No podemos modificar la meteorología pero disponemos de los recursos intelectuales y tecnológicos para sobrellevar estas situaciones en condiciones inmejorablemente mejores que nuestros antepasados.

 

[1] Las calmas ecuatoriales (doldrums)  es una característica climática de la denominada «zona de convergencia intertropical» donde los vientos alisios (Trade Winds) de cada hemisferio se “curvan” dejando una región de frecuentes calmas, unido a elevada humedad, temperatura e intensas tormentas.

Zaragoza julio 2016

FARMACIA LAS FUENTES

ZARAGOZA

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