Enfermedad cardíaca reumática y genética

En la imagen radiográfica se observa un aumento notable del tamaño del corazón (cardiomegalia).

Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Oxford, Reino Unido, ha puesto en evidencia la importancia de la genética en el riesgo de complicaciones cardíacas tras infecciones de vías respiratorias altas causadas por Streptococcus β-hemolíticos grupo A. Estos gérmenes son responsables de faringitis y, menos comúnmente, «fiebre escarlata» o escarlatina, un cuadro clínico banal si se trata eficazmente con antibióticos. Estos estreptococos también son los agentes etiológicos de otras infecciones, tales como impétigo no-bulboso. [El impétigo no-bulboso está causado tanto por Streptococcus β-hemolíticos grupo A, como por el estafilococo dorado (Sthaphylococcus aureus); mientras el impétigo bulboso solo está causado por Sthaphylococcus aureus].

Además, algunas cepas de estreptococos β-hemolíticos grupo A resistentes a un creciente número de antibióticos pueden medrar dando lugar a necrosis, tanto del tejido subcutáneo como de los músculos subyacentes, de donde el terrible epíteto de «bacterias comedoras de carne», técnicamente fascitis necrotizante, un proceso infeccioso con una mortalidad estimada en el 20%].

Otra grave complicación sistémica de las infecciones estreptocócicas es el shock séptico estreptocócico, con una mortandad del aproximadamente el 60%.

Según algunas estimaciones, alrededor de 15 millones de personas padecen enfermedad cardíaca reumática; una situación clínica que daña irreversiblemente las válvulas del corazón. Llegados a este punto, solo existe la opción quirúrgica: reemplazamiento con válvulas protésicas.

La enfermedad cardiaca reumática está estrechamente relacionada con la renta per capita. Se considera responsable de más de 233.000 muertes anuales, con la mayor incidencia en el África sub-sahariana, centro y sur de Asia; así como en poblaciones indígenas de los países del Pacífico (Austria, Nueva Zelanda, Polinesia y Micronesia). Hasta el 1% de todos los niños en edad escolar en África, Asia, países orientales mediterráneos y Latinoamérica muestran signos de la enfermedad.

La enfermedad cardíaca reumática es casi una reliquia en países avanzados, donde los pediatras tratan de modo rápido y resolutivo las infecciones faríngeas (faringitis) infantiles, una patología común que causa dolor articular, razón por la que se le denominó en un principio «reumatismo infantil». Como tal fue descrita por primera vez en el año 1944 (Duckett JT. The Diagnosis of Rheumatic Fever. JAMA 1944; 126(8): 481-4).

Si en los países desarrollados la enfermedad cardíaca reumática no es actualmente un problema médico significativo, no era así hace aproximadamente medio siglo; y continúa siendo una causa de morbilidad y mortalidad inaceptable entre los niños, adolescentes y adultos jóvenes de países con bajos estándares de desarrollo.

El estudio de Oxford, publicado en Nature Communications se realizó en Fiji, Nueva Caledonia, y otras islas del sur del océano Pacífico, lugares donde representa una de las principales causas de muerte entre las personas más jóvenes.

Las personas heterocigóticas para una determinada mutación tienen una probabilidad  de valvulopatías tras una infección estreptocócica un 40% más elevada en relación a la población que no es portadora de dicha mutación; y en las personas homocigóticas (los dos alelos mutados) la probabilidad de desarrollar enfermedad cardíaca valvular tras una infección estreptocócica β-hemolítica grupo A, se incrementa hasta un 50%.

La mutación se presenta en los genes que sirven como cianotipo para la síntesis linfocitaria de anticuerpos anti-estreptocócicos. La inflamación y posterior necrosis de las válvulas cardíacas no se debe a las bacterias estreptocócicas, sino la reacción inmunitaria (anticuerpos) del propio organismo.

La prevalencia de esta peligrosa mutación es del 15% entre europeos y asiáticos; y de hasta el 20% de la población oriunda de los países bañados por el océano Pacífico. La prevalencia entre los africanos es todavía más elevada, si bien en este caso la mortandad queda enmascarada por el de otras enfermedades, tales como la malaria o el SIDA.

La influencia genética en la aparición de enfermedad cardíaca valvular como secuela de  infecciones estreptocócicas de las vías respiratorias altas, complica el desarrollo de una vacuna eficaz, sobre todo porque estas mutaciones afectan a la dinámica de fabricación de anticuerpos anti-estreptocócicos.

La potencial vacuna tendrá, teóricamente, dos misiones que casi parecen un oxímoron farmacológico: inducir la fabricación de anticuerpos eficaces contra los Streptococcus β-hemolíticos grupo A, a la vez que evitar la síntesis de los anticuerpos que dañan el tejido de las válvulas cardíacas.

Zaragoza, 2 de junio de 2017

Dr. José Manuel López Tricas

Farmacéutico especialista Farmacia Hospitalaria

FARMACIA LAS FUENTES

ZARAGOZA

 

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